Fue un trago amargo. Pero en su primer encuentro con un público que no era a modo, Enrique Peña Nieto demostró que ha hecho la tarea para enfrentar los cuestionamientos difíciles.
En la reunión que tuvo con estudiantes de la Universidad Iberoamericana el pasado viernes, contestó, aunque a medias, todas las preguntas: las de jiribilla y las de casa.
Sin embargo, no lució porque afuera del auditorio había un grupo de estudiantes anti-Peña. Fue un día atípico para la casa de estudios.
Los estudiantes rudos mostraron la efervescencia que se vive los viernes en la Arena Coliseo: “Fuera”, “Asesino” “Peña, la Ibero no te quiere”, gritaban una y otra vez.
Desde la llegada del candidato, la jornada fue hostil. Inició con un abucheo que puso los nervios de punta al equipo de campaña. En el auditorio había un buen número de adversarios al proyecto del mexiquense, pero mantuvieron una actitud de respeto.
Se identificaban por portar una cara del ex presidente Carlos Salinas de Gortari dibujada en un papel.
En su exposición, el candidato presidencial priista repitió los planteamientos que ya ha hecho en campaña, y luego dio paso a las preguntas de los estudiantes.
En una urna se colocaron boletas con los nombres de los alumnos, la carrera que estudian y el número que les asignaron. Después de revolverlas, alguien sacaba las papeletas de quienes –por el democrático azar– podían hacer preguntas al candidato.
Hubo breves interrupciones y preguntas duras festejadas con aplausos.
Mientras le preguntaban sobre la deuda pública que dejó Humberto Moreira en Coahuila, la cuñada del ex líder nacional del PRI, la diputada priista Carolina Viggiano, enfrentaba a los manifestantes afuera del auditorio.
“Éstos son de López Obrador, éstos no son de la Ibero, los de la Ibero no son así”, decía Viggiano con el ceño fruncido.
Enrique Gómez, estudiante de cuarto semestre de la carrera de Comunicación, le preguntó a Peña Nieto qué haría para resolver las anomalías si llegara a ser presidente de la República.
El candidato no entendió. Y hasta los estudiantes pusieron cara de sorpresa.
Entonces, el tocayo del candidato tuvo que explicar.
“Cuando uno va en carretera, hay muchos pueblitos donde vive gente que no tiene papeles y que, técnicamente, para el gobierno, no existe”, detalló el joven entre los aplausos y gritos de sus afines.
Peña Nieto aseguró que ese problema se soluciona al lograr mayor concentración poblacional y el reordenamiento territorial del país. Solo con eso.
Miguel Barberena, también de Comunicación, se fue duro y a la cabeza. Le dijo que era un producto de la mercadotecnia y que, si no lo era, demostrara lo contrario.
“¿Qué valores le quiere transmitir a los mexicanos si el candidato puntero se vende como un objeto de la mercadotecnia y no como un verdadero político?”.
El mexiquense sorteó la provocación diciendo que no era un objeto, ya que por él votaron miles de ciudadanos en el Estado de México.
Alentó a los estudiantes a participar en la elección aunque no estén de acuerdo con sus propuestas, y les agradeció que fueran activos. Además, se promovió como el demócrata que respeta la pluralidad de ideas.
Sobre el caso Atenco, que fue el común denominador de los reproches en su contra, Peña Nieto se limitó a decir que se aplicó la ley, sin mencionar las violaciones registradas por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.
La salida del candidato destapó nuevamente la catarsis de los estudiantes. Los gritos fueron tan fuertes, que opacaron la tímida defensa de los activistas, esos jóvenes “voluntarios” que obedecen las órdenes de su coordinador.
Dominaban las caras rojas por la emoción. Los jóvenes querían verlo, querían gritarle su odio. Pero con lo que les permitieron fue suficiente, las autoridades no les regalaron más e hicieron escurridizo al candidato.
Los que están hartos
Ramón Gómez es uno de los estudiantes que participó en la manifestación contra Peña Nieto. Fue de los que más gritó.
Más de una hora después de que el candidato dejara el campus de la Ibero, Ramón continuaba cargando su pancarta sobre el twit que escribió el novio de Paulina, la hija del candidato tricolor, en el que llamó “prole” a quienes criticaban al ex gobernador del Estado de México.
“Hablas de indígenas y tu hija les llama prole. La educación empieza por casa”, decía el papel ya arrugado y que ahora le sirve de trofeo.
Ramón no ha decidido por quién va a votar, pero de algo está seguro: Peña Nieto no debe ser el próximo presidente de la República.
Muestra los brazos y dice: “Mira mi piel, yo no soy indígena, tampoco soy pobre. Pero sí estoy harto de los políticos mexicanos”.
Pamela Reynoso, estudiante de psicología, se siente ofendida por la actuación de Enrique Peña Nieto en Atenco.
Traía su camiseta con consignas que deploran lo que pasó ese día.
“Es muy importante dar la cara y decir lo que pensamos los jóvenes. A veces (nos) subestiman por ser (una escuela) privada. (Debemos) participar activamente”, afirmó.
El rector
Agitado, el rector de la Universidad Iberoamericana, José Morales Orozco, acompañó a Enrique Peña Nieto hasta la suburban negra blindada.
Ahí, el descontento juvenil nuevamente quedó claro. “La Ibero no te quiere”, fue la consigna con la que despidieron a un sonriente y efusivo Peña Nieto los enardecidos estudiantes.
A paso veloz y desencajado, el rector intentó evadir a los medios, pero fue imposible. A regañadientes, dijo unas palabras para responder a las preguntas de los reporteros.
¿Qué opina de lo que sucedió hoy?
“Es lo que los jóvenes de México están sintiendo”.
¿Qué hicieron este tiempo, dónde estaban con el candidato? ¿Se esperaron a que se calmaran los ánimos?
“Que se despejara y evitar una confrontación. Todo mundo tiene derecho a expresarse, somos una universidad, y son los riesgos que se corren por la libertad de expresión”, explicó el rector.