A sus 48 años, Ignacio Padilla era un escritor, narrador y ensayista con más de 30 libros publicados, algunos traducidos a más de 15 idiomas. Se consideraba un obsesivo del lenguaje, a tal grado que creí que debió haber sido poeta, pero la vida lo llevó a ser un narrador de historias.
En la prepa, se hizo amigo de otros jóvenes con inquietudes literarias, con algunos de ellos, firmó el manifiesto de los escritores del crack, que marcaron una nueva etapa en la literatura. Entre ellos se encontraban Jorge Volpi, Ignacio Padilla, Pedro Ángel Palou, Eloy Urroz, Ricardo Chávez y Vicente Herrasti.
En una sola edición de los Premios de Literatura de Bellas Artes, ganó en tres categorías: Cuento Infantil, Premio Juan Rulfo y Ensayo Literario.
Entre sus más de 30 libros destacan “La catedral de los ahogados”, Premio Juan Rulfo para Primera Novela 1994; “Si volviesen sus majestades”; “Amphitryon”, Premio Primavera de Novela 2000, “Espiral de artillería”, “La gruta del toscano”, Premio Mazatlán de Literatura, y “El daño no es de ayer”, Premio La Otra Orilla.
Padilla estudió comunicación en la Ibero porque ya sabía que quería ser escritor y le interesaba una carrera que o fuera de letras porque cree que no le ayudan a los escritores a escribir mejor, sino que crea lectores, dijo en una entrevista que le hizo una alumna de esa universidad. Consideraba que cualquiera podía manipular una cámara, pero pocos podías estructurar mensajes.
En el marco del encuentro internacional de cuentistas, en Guadalajara, dijo en una entrevista que “en general, los escritores somos nuestros peores enemigos a la hora de leer nuestra propia obra, pero es parte de la ritualidad, es como invocar los tiempos paleolíticos o antiguos en que alguien contaba una historia”.
Padilla se convirtió en un experto en la máxima novela de la lengua española, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Formaría parte del ciclo de charlas sobre la obra de Miguel de Cervantes Saavedra en el próximo XLIV Festival Internacional Cervantino que rendirá un homenaje al autor en el 400 aniversario de su muerte.
Los primeros días de agosto recibió un homenaje en el palacio de Bellas Artes en el contexto del ciclo “Protagonistas de la literatura mexicana”, organizado por la Coordinación Nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes.
Su más reciente obra publicada es “Cervantes y compañía” (2016), una serie de ensayos que escribió a lo largo de muchos años, el cual consideraba entrañable porque evocaba a Shakespeare y a Cervantes
Fue importante promotor del género cuentístico y coordinador del Encuentro Internacional de Cuentistas en la Feria Internacional de Guadalajara.
“El cuento es como una piedra basal del género novelístico destinado siempre a mantenerse al margen, porque es —y he escrito mucho sobre eso— un género utópico, un género neurótico, y por eso se relaciona tanto con lo fantástico”, dijo.