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Hace más de año y medio que la familia Autrique se alejó del rancho Las Cruces en Santo Tomás Ajusco, Tlalpan, donde crían caballos y siembran. Desde que el patriarca de esa familia fue secuestrado y asesinado por “Los Camacho”, sus deudos tienen miedo a subir a esa zona boscosa del Distrito Federal.
Esta banda de secuestradores a la que se le imputan robos, venta de armas y drogas no es un mito, es una realidad en el Pueblo de Santo Tomás Ajusco, donde se convirtieron en una especie de autoridad alterna.
Patricia Autrique, viuda de Luis Autrique, empresario ganadero que murió durante sus días de cautiverio en manos de “Los Camacho”, da detalles de quiénes son, cómo operan y el terror que siembran en aquellas apartadas comunidades del Ajusco, Tlalpan, donde tienen sus reales.
Ahí siguen. Aunque la Fuerza Antisecuestro (FAS) de la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) capturó a varios integrantes de Los Camacho, entre ellos el supuesto líder, José Omar Romero Esquivel, alias “El Canario”, aún están en libertad muchos de sus cómplices.
A un año y diez meses de este secuestro, Patricia Autrique explica en entrevista la situación de inseguridad que impera en El Ajusco, donde su esposo se convirtió en una víctima más de este clan cuya fama se extiende más allá de Santo Tomas y San Miguel.
Hace apenas tres meses, el 8 de septiembre del 2014, se dictó sentencia definitiva dentro de la causa penal 145/2013 en la que se condenó a los secuestradores del ganadero Luis Autrique a 78 años de prisión.
En este caso está Daniel Delgadillo Quiroz, alias “La Coneja”, quien trabajaba en el rancho del ganadero donde se desempeñaba como caballerango; además de Caridad Esquivel Palacios (amante del caballerango y prima de “El Canario”); Vicente Daniel Esquivel Palacios, “El Chente”; Juan Martín Peralta Camacho; José Omar Romero Esquivel, alias “El Canario”, y Agustín Álvaro Franco González, alias “Charly”.
Otros integrantes de la banda que participaron en el secuestro del Luis Autrique y que recibieron una condena de tan sólo ocho años son: Óscar Beltrán Carrillo, alias “Atlatlaco”; Julián Martínez Santiago “El Jaro”; Bryan Enrique Hernández Jiménez y Ulises Peralta Camacho.
Un viacrucis en busca de justicia
“Ninguna condena me va a devolver con vida a mi esposo”, asevera Patricia, quien además de padecer el secuestro de Luis Autrique hoy tiene que cuidarse ella y a su hijo de que “Los Camacho” no intenten cobrar venganza.
Dice que los primeros 15 días del secuestro de su esposo son un libro en blanco dentro del proceso, pues hubo evidencias que se perdieron, huellas que no se conservaron y mucha lentitud para actuar en el caso.
Las horas siguientes al secuestro de Luis Autrique, la familia pidió a los agentes de la PGR que se interrogara a Daniel, el caballerango del rancho, pues tenían la sospecha de que estuviera directamente involucrado ya que días antes tuvo diferencias con el ganadero, quien le había reclamado unos faltantes en aquella propiedad.
Pese a ello, los federales no lo interrogaron. Que no era prudente, argumentaron. Tampoco declararon a Patricia ni a nadie de la familia, pues había que hacer frente a lo inmediato, las llamadas telefónicas a través de las cuales exigían el rescate.
En las inmediaciones del rancho Las Cruces habían quedado tiradas las propiedades personales del Luis Autrique, el fuete y un reloj que se le habían caído durante el forcejeo en el que sus captores lo obligaron a bajar del caballo en el que paseaba aquel sábado de febrero, en compañía de Daniel.
Las autoridades ordenaron que cualquiera las recogiera, que no eran importantes. Ahí se perdieron las primeras evidencias de huellas.
Al cabo de unas horas ya les estaban llamando para pedir el rescate. Se escuchaban ansiosos, violentos, tenían mucha prisa por cobrar, explica Patricia en la entrevista.
Comenzaron pidiendo muchísimo y al cabo de unas horas ellos mismos se bajaron y aceptaron poco, les urgía cobrar. Hubo diversas pruebas de vida, durante las primeras llamadas permitieron que el ganadero tomara el teléfono para hablar con sus familiares.
La familia les hizo ver que Luis Autrique era diabético y que requería tomar diariamente sus medicinas para no recaer, por eso es que en una de esas llamadas les pasaron la lista de los fármacos que el ganadero acostumbraba.
Daniel, el caballerango, seguía sin declarar ministerialmente, a pesar de que la familia mantenía fuertes sospechas sobre él. Pasó más de un mes y los agentes federales seguían recomendando esperar.
En abril del 2013, autoridades de la PGJDF capturaron a siete integrantes de “Los Camacho”; en ese operativo “El Canario” logró huir a Aguascalientes.
Debido a las características que se difundieron en los medios, la familia del empresario Luis Autrique se puso en contacto con los agentes del Distrito Federal, a quienes le pidieron que la fotografía del empresario fuera mostrada a los detenidos para saber si lo reconocían como una de sus víctimas.
“No quisieron, que iba contra los derechos humanos”, recuerda Patricia Autrique.
A partir de la captura de esa célula de “Los Camacho”, en el Ajusco, se rescataron dos víctimas y se encontraron los cuerpos de dos más que fueron enterrados, uno de ellos correspondía a Luis Autrique, quien falleció al quinto día de cautiverio debido a complicaciones cardiacas.
La familia supo que en la PGJDF contaban con una denuncia anónima, que jamás fue investigada, de un poblador de Santo Tomás Ajusco que declaró que uno de “Los Camacho”, al que apodaban “El Canario”, había acudido a su negocio a vender una hebilla con las iniciales del empresario ganadero y que al salir del establecimiento, por accidente, se le cayó la credencial de Autrique.
“Imagínese si investigáramos todas las denuncias anónimas, son como una aguja en un pajar”, recibió de respuesta cuando reclamó a un agente por qué no se actuó.
Dos meses después y gracias a una fotografía que la familia Autrique consiguió con una persona de Santo Tomas Ajusco que se atrevió a colaborar, se capturó a José Omar Romero Esquivel, “El Canario”, en el estado de Aguascalientes.
Patricia sigue incansable en busca de una condena ejemplar a los plagiarios de su esposo. Se queda con la terrible experiencia de estar expuesta ella y su hijo desde que fue a denunciar y en la silla próxima estaba uno de los plagiarios, y afuera de esa oficina, otros integrantes de “Los Camacho”.
No hay privacidad en las oficinas de secuestro. Pasas al lado del que secuestró a tu familiar, te identifican, escuchan lo que estás diciendo de ellos, acusa Patricia.
A partir de esto fue que los trabajadores del rancho que denunciaron a Daniel, el caballerango, le pidieron no los llevara más al Ministerio Público por miedo a que sus familias sufrieran el acoso de “Los Camacho” en Santo Tomás Ajusco, allá donde pocas o casi ninguna patrulla se atreve a entrar.
Hace unos días inició un megaoperativo con la presencia de policías federales, incluso marinos y militares. La exhibición de fuerza fue aparatosa.
Si el dispositivo no es de relumbrón y apunta a fondo, podrían hacerse hallazgos si excavan en bosques y llanos del Ajusco, donde de acuerdo con testimonios del propio “Canario”, enterraron a algunas de sus víctimas.