La Mejor Entrada al Mundo de Saramago
"Claraboya” es un libro especial en la literatura de José Saramago. Es al mismo tiempo, uno de sus primeros libros escritos y la última de sus novelas publicadas.
El próximo año se cumplirán 60 años desde que el manuscrito original de “Claraboia” -su título en portugués- fue entregado por primera vez a una editorial en Lisboa. En ese entonces, Saramago tenía 31 años y su nombre aún no se escribía con mayúsculas. Tenía apenas publicado un libro -“Tierra de Pecado”- y el autor se quedó esperando años por una respuesta sobre la suerte de su novela.
Esteban Castro
“Claraboya” es un libro especial en la literatura de José Saramago. Es al mismo tiempo, uno de sus primeros libros escritos y la última de sus novelas publicadas.
El próximo año se cumplirán 60 años desde que el manuscrito original de “Claraboia” -su título en portugués- fue entregado por primera vez a una editorial en Lisboa. En ese entonces, Saramago tenía 31 años y su nombre aún no se escribía con mayúsculas. Tenía apenas publicado un libro -“Tierra de Pecado”- y el autor se quedó esperando años por una respuesta sobre la suerte de su novela.
Esperó tanto tiempo que quedó casi en el olvido, como algo que nunca fue.
Finalmente en 1989, el autor recibió una llamada. Era de la editorial, que al estar mudando de edificio, se toparon con el viejo manuscrito y estaban deseosos de publicarlo. Para entonces, el autor ya tenía a su crédito haber escrito novelas como “La Balsa de Piedra” o “El año de la muerte de Ricardo Reis”. Saramago fue de inmediato a la editorial y con un certero “no, gracias”, recuperó el texto y lo colocó sin mucha ceremonia sobre su escritorio, negándose a su publicación mientras viviera.
Todo pese a la insistencia de quienes leyeron el manuscrito inédito a finales de los ochenta.
El texto acabó siendo llamado en la casa del autor: “El libro perdido y hallado en el tiempo”. Un texto habitado por personajes solitarios y casi anónimos, con vidas que parecen no moverse más allá de las paredes que habitan.
Pero en realidad, “Claraboya” es mucho más que eso. Ahora que finalmente se publicó, el libro se muestra como lo que es: un último regalo para los lectores asiduos al autor y la mejor puerta de entrada a su universo para los que nunca han leído a Saramago.
“Claraboya” es una puerta
Después del autor, nadie conoce mejor la historia detrás del libro que Pilar del Río.
Ella, además de ser la viuda del autor y presidenta de la fundación que lleva su nombre, fue la traductora del libro al español. Ha vivido asomándose intermitentemente a esta “Claraboya” por más de 20 años.
“Es curioso pero ha sido una traducción muy alegre, muy placentera, aunque también con mucha nostalgia porque no estaba Saramago. Sin embargo, estaba oyendo su voz y además me lo imaginaba, lo oía. Iba traduciendo una frase y otra y es como si lo estuviese oyendo y en el fondo eso es muy estimulante”.
Del Río asevera con seguridad que, si nunca se ha leído a Saramago, “Claraboya” es la mejor primera elección
“Creo que es la mejor puerta de entrada. Creo que muchas personas que ven la prosa complicada de Saramago, las páginas muy compactas y se asustan y dicen pues ya, en otro momento y prefieren otra cosa más ligera. Si entran por aquí, por este libro luego van a desear seguir queriendo investigar”.
Esta curiosidad despertada por los personajes que habitan “Claraboya” los llevará irremediablemente a buscar nuevos mundos habitados por las creaciones del escritor luso: “Cuando descubran el Esplendor de “Memorial del Convento”, el esplendor de “El Evangelio Según Jesucristo”, difícilmente podrán luego dejar de ver el resto de Saramago”.
Y es que la lectura de Saramago nos hace, en resumidas cuentas, bien.
“Saramago es un gran autor del siglo XX que toca aquellas cosas que a todos nosotros nos importan. Es un autor que nos hace inteligentes a todos los lectores”.
Para quienes ya han tenido encuentros con el autor, la experiencia de esta novela casi intimista será aún más reveladora. Los personajes en este libro de inmediato remiten a otros en novelas posteriores de Saramago. Y más allá de eso, aquí está el origen de las ideas clave en su literatura.
“He descubierto que realmente está la voz de Saramago en este libro. Los planteamientos de Saramago, lo que va a cruzar el resto de su obra y he descubierto que Saramago había seguido una línea vertical permanentemente”.
Le preguntó a Del Río si aquí están las semillas de todo lo que después floreció en la literatura de Saramago y su respuesta es contundente: “No le quepa la menor duda, es que están las semillas de lo que luego…están los personajes de José Saramago. Ricardo Reis, los de del cerco de Lisboa, los voy viendo, los voy viendo”.
Leer hoy “Claraboya”- casi 60 años después de su nacimiento original- es ver a Saramago el escritor nacer.
Los lectores de Claraboya “han asistido al inicio de un escritor sorprendente que estaba escribiendo así en los cincuenta que cruzó la mitad del siglo XX y parte del XXI siempre sin perder de vista la honestidad que ese libro resuma, la pasión porque podemos ser todos muy grandes sin perder de vista que somos pequeños diablos”.
Guía para leer a Saramago
Pilar del Río, viuda y presidenta de la Fundación Saramago, nos presenta 2 caminos que hay que seguir por la literatura de Saramago si “Claraboya” ha gustado.
Para una persona que le preocupen mucho los problemas que estamos viviendo:
— Ensayo sobre la ceguera. 1995. Una ceguera blanca se expande por una ciudad y permite al escritor hacer un diagnóstico de la Sociedad Occidental Contemporánea.
— Ensayo sobre la lucidez. 2004. El voto en blanco es poderoso y da pie al desarrollo de esta novela en la que se cuestiona el poder de la democracia.
Para una persona que le guste la literatura pura:
— El viaje del elefante. 2008. Una novela histórica en la que se recrea la ruta de Lisboa a Viena con un paquidermo a cuestas. Un triunfo de la narrativa.
— Las intermitencias de la muerte. 2005. La muerte se detiene en un país sin nombre. Esta nueva realidad de inmortales trae nuevos retos tanto a las autoridades de salud pública como a las mismas instituciones religiosas.