[kaltura-widget uiconfid=”39952882″ entryid=”0_x7deg0jd” responsive=”true” hoveringControls=”false” width=”100%” height=”75%” /] Con el cambio de régimen político la disidencia del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) en todo el país se está movilizando en busca de una reorganización y transformación profunda al interior del gremio.
El objetivo principal no es otro más que la salida de Carlos Romero Deschamps de la Secretaría General, pero también la deposición de los secretarios en los sindicatos locales que se han enquistado en el poder pasando por alto las más elementales prácticas democráticas y, en muchos de los casos, aplastando cualquier intento de oposición.
Después de décadas bajo el control de los mismos grupos, diferentes facciones disidentes y liderazgos petroleros en toda la república buscan una nueva dirigencia nacional, mientras que de forma paralela en muchas de las secciones regionales crecen los movimientos para acabar con los cacicazgos que se han perpetuado con el respaldo de Romero Deschamps.
En la historia reciente no se había presentado una ‘rebelión’ como la que se vive hoy al interior del sindicato petrolero.Si bien aún persiste el temor de gran parte de los agremiados ante las posibles represalias, cada vez se hace más evidente la necesidad de un cambio. Prácticamente en todas las secciones existe al menos una planilla opositora a los actuales dirigentes.
“Es ahora o nunca”, reconoce María de Lourdes Díaz Cruz, líder del Movimiento Nacional de Transformación Petrolera y aspirante a la Secretaría General del Sindicato.
“El 1 de julio para nosotros marca este parteaguas dentro de nuestro movimiento petrolero para que podamos ejercer la democracia en nuestro sindicato y recuperarlo”.
En algunos casos como en el de las secciones 10 en Minanitlán, Veracruz, o la 39 en Huauchinango, Puebla —dos de las más numerosas—, los dirigentes sindicales se han perpetuado en el poder durante décadas, cancelando en la práctica la democracia y la participación interna, favoreciendo a sus afines y reprimiendo a quienes se oponen a sus prácticas.
A más tardar en diciembre debería publicarse la convocatoria para la renovación de las dirigencias de las secciones sindicales, y quienes se oponen a los ‘caciques’, apelan al cambio de régimen político y a la ‘cuarta transformación’ para que por fin termine la hegemonía que se ha impuesto en detrimento de los trabajadores y de Pemex.
Los que buscan la dirigencia sindical en las distintas secciones denuncian el regreso de las peores prácticas represivas por parte de quienes actualmente ostentan el control. Bloqueos en los centros de trabajo, intimidación, amenazas y hostigamiento laboral son sólo algunas de las represalias que sufren quienes hoy alzan la voz después de años de silencio.
En los estatutos del sindicato petrolero se establece que la votación en los procesos internos deberá ser a mano alzada o mediante voto por escrutinio, donde el trabajador está obligado a dar sus datos en su voto. Al no haber secrecía, los agremiados continúan expuestos a una revancha si no apoyan a la planilla oficialista.
“Desafortunadamente eso es lo que ha hecho que el trabajador hasta hace poco se haya mantenido cautivo y resignado a su realidad. Terminan levantando la mano en la siguiente elección, no por militancia, no por lealtad, no por su iniciativa, sino porque te pega en el bolsillo, te pega en tus necesidades y pues prefieres mejor seguir la corriente”, declara Alfredo Bones, disidente de la Sección 39 en Huachinango, Puebla.
A propuesta de la senadora de Morena Claudia Esther Balderas, el pasado martes 25 de septiembre, el pleno del Senado de la República aprobó un punto de acuerdo por el que se exige a la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) que solicite al STPRM un ajuste en sus estatutos sindicales para garantizar los principios de libertad y secrecía a fin de que las elecciones de sus dirigentes se lleven a cabo conforme a la ley y no se vulneren sus derechos humanos.
También se pide que la dependencia realice las gestiones necesarias para que dicha central obrera no emita la convocatoria para la elección de dirigentes nacionales y seccionales en tanto no se eliminen de los estatutos los mecanismos de elección a mano alzada y por escrutinio, sino que se establezca el voto libre y secreto.
Este exhorto -que los petroleros disidentes esperan que impulse la nueva administración federal a través de la STPS- y la entrada en funciones del nuevo Ejecutivo Federal el próximo 1 de diciembre son las dos principales esperanzas que tiene la disidencia del sindicato petrolero para que se consume el cambio al interior de su organización.
Aún cuando se cambien los estatutos, los disidentes no piensan bajar la guardia, pues persiste el temor a un posible fraude por parte de los grupos que hoy controlan el sindicato, por lo que han pedido que sea la STPS quien organice las elecciones. Tampoco descartan pedir la intervención de la Organización Internacional del Trabajo, ya que saben que el monstruo se niega a morir.
El Intocable
Uno de los ejes de la agenda política del presidente electo Andrés Manuel López Obrador es el rescate y el impulso de la industria energética nacional, en donde Petróleos Mexicanos deberá jugar un papel preponderante.
“Si Romero Deschamps se queda en el sindicato petrolero el gobierno entrante no va a poder recuperar la industria petrolera. Ellos tienen muchos intereses económicos creados dentro de la industria, tienen acciones, pero además como sindicato, representan en el Consejo de Administración a los trabajadores”, advierte María de Lourdes Díaz Cruz.
En juego no está sólo el control de las cuotas sindicales de más de 250 mil agremiados, sino también la injerencia que tiene el líder sindical en muchas de las decisiones que se toman en la empresa productiva como las contrataciones y licitaciones.
Los señalamientos de corrupción, de enriquecimiento ilícito y de represión que pesan sobre Romero Deschamps no son nuevos, sin embargo, a diferencia de otros líderes sindicales, los gobernantes en turno no sólo lo han tolerado e ignorado las acusaciones, sino que incluso lo han encumbrado.
Nombrado Secretario General del Sindicato en 1993 -en los tiempos de Carlos Salinas de Gortari Romero Deschamps cumplió 25 años ininterrumpidos como líder sindical. Se mantuvo durante los gobiernos de Ernesto Zedillo; ni siquiera en el 2000 con la salida del PRI, el presidente Vicente Fox se atrevió a tocarlo; sobrevivió también a Felipe Calderón; y con la llegada de Enrique Peña Nieto su posición se hizo más firme, incluso fue senador plurinominal por el PRI de 2012 a 2018 beneficiándose del fuero.
Después de la elección le ha tendido una mano a López Obrador ofreciendo ‘respeto institucional irrestricto’ por parte del sindicato, aunque su permanencia hoy es menos segura que nunca.
Siguiendo el ejemplo de Romero Deschamps, en muchas de las 36 secciones que conforman el sindicato petrolero, persisten líderes que se han enquistado en el poder, sobre los que también pesan señalamientos de enriquecimiento ilícito, corrupción y de quienes se cuentan historias negras de represión. Auténticos caciques.
Por mencionar uno de los casos, Carlos Soto Islas se mantiene como líder de la sección 39 desde hace más de dos décadas. Debido a que los estatutos no permiten la reelección por más de dos periodos consecutivos a la Secretaría General, ha nombrado a sus cercanos como Secretarios Generales en los periodos en que ‘descansa’, mientras él se desempeña en otro cargo dentro de la estructura.
Sin embargo, los agremiados de esa sección nunca han dudado sobre la persona que ostenta el verdadero poder, quienes quieren un favor o buscan un trabajo saben con quién dirigirse. Actualmente Soto Islas es formalmente Secretario de Vigilancia, pero se espera que vuelva a competir por la Secretaría General.
“Lo que yo he presenciado es que la gente está cansada, los trabajadores desean un cambio. Nuestro sindicato ha sido lastimado por dirigentes que piensan únicamente en su beneficio, que han pensado únicamente en su permanencia en el poder a costa de pasar por encima de quien sea, violentando derechos, beneficiando a unos, perjudicando a otros, y obviamente engordando su bolsillo”, señala Alfredo Bones, quien participará como oposición al grupo de Soto Islas en la búsqueda de la Secretaría General de la Sección 39.
En la sección 3 de Altamira, Tamaulipas, quien ostenta el poder sindical desde hace más de dos décadas es Juan Silva Villanueva, quien para ‘librar’ los estatutos también recurre a las prácticas de colocar a sus cercanos en la Secretaría General, pero controlando todas las decisiones bajo el cobijo de Romero Deschamps.
“Su grupo nunca ha tenido contendientes en más de 25 años. Lo único que hacen es que se rolan la cartera. Él tuvo a la gente controlada con el temor de verlo como un Dios que quita y que da”, asevera Martín Padrón, disidente de la Sección 3.
Pablo Pavón Vinales se mantuvo también por más de dos décadas como el ‘cacique’ de la Sección 10 con sede en Minatitlán, Veracruz, hasta el año 2015 cuando fue electo Jorge Wade González como nuevo Secretario General de la sección.
Aunque Wade formaba parte del grupo que controlaba Pavón, poco a poco se fue distanciando de él, sin embargo le quedaron las enseñanzas en materia de represión.
Hoy es visto según testimonios como un ‘cacique de horca y cuchillo’, todo con el beneplácito de Romero Deschamps. Este ‘cambio’ no se ha traducido en una mejoría para los trabajadores, sino todo lo contrario.
“Minatitlán no ha sido la excepción de todas las ciudades donde el caciquismo petrolero ha hecho lo que ha querido. Nunca hemos tenido espacio para expresarnos, los pocos que han alzado la voz han sido reprimidos o han sido cooptados mediante formas perversas”, declara Arnoldo Morales, opositor en la Sección 10.
Por lo que se comenta en voz baja entre distintos trabajadores petroleros en el país, los cacicazgos como los ejemplificados se replican en prácticamente todas las secciones sindicales, todo bajo la complacencia y conocimiento de Romero Deschamps.
Terrorismo sindical
La noche del pasado 20 de septiembre, Humberto de Leija de la sección 13 de Cerro Azul, Veracruz, se dirigía en auto a cenar acompañado de su esposa y de sus tres hijos, el más pequeño de apenas unos meses de edad, cuando según su testimonio, un grupo armado intentó ‘levantarlo’.
Los agresores al darse cuenta de que iba con sus hijos le dijeron: ‘te salvaste por hoy’ y le ordenaron que los siguiera, a lo que el trabajador petrolero se negó.
Humberto, quien busca terminar con el cacicazgo de Milton González en su sección, logró llegar a su hogar con los atacantes siguiéndolo, se atrincheró y llamó a sus compañeros para que lo auxiliaran.
Según los testimonios de los disidentes de esa sección, esta acción es atribuida al grupo de González, quien buscaba un doble efecto, en primer lugar la intimidación, y en segundo evitar que llegara a su centro de trabajo (ingresaba en unas horas) y poder acusarlo de abandono de su puesto.
Mientras la disidencia en el sindicato petrolero ha venido creciendo en los últimos meses, a la par han aumentado también los actos represivos de los principales dirigente sindicales en un desesperado intento de mantener sus cotos de poder ante el cada vez más abierto desafío de quienes acusan haber vivido oprimidos durante largos años.
Algo que tienen en común los llamados ‘caciques’ de la mayoría de las 36 secciones que controlan la vida sindical son sus prácticas de represión como la intimidación y la venganza, lo que muchos petroleros no dudan en señalar como ‘terrorismo sindical’, una acción que habría sufrido Humberto de Leija en carne propia.
Para quienes intentan desde la disidencia hacer llegar su propuesta a los trabajadores petroleros la respuesta ha sido la misma, primero los bloquean en todos los centros de trabajo evitando su acercamiento con los trabajadores. En otros casos envían grupos de choque a sus actos políticos.
Otra de las tácticas predilectas de estos grupos es la presión a través del bolsillo del trabajador, la retención de las claves de cuentas de ahorro, el retiro de prestaciones, la cancelación de vacaciones, o en casos más extremos, la jubilación anticipada o el despido injustificado.
El acoso laboral a los opositores y a sus familiares, el cerco informativo y, también hay que decirlo, la ‘compra’ de voluntades, forman parte del mecanismo de control de los líderes sindicales. No es nada nuevo, pero ahora que la disidencia está más activa que nunca, las represalias se han intensificado.
“Tiene ya bastante tiempo, más de dos décadas que no se ha visto este fenómeno (la disidencia) y no se ha visto derivado de que quienes en su momento llegaron a ocupar los cargos sindicales han utilizado la estrategia de mano alzada dentro de las elecciones para poder mantenerse en el poder.
A quienes en su momento no levanten la mano por ellos, a través de represalias, a través de venganzas los van marginando, les van bloqueando sus derechos y pues terminan levantando la mano en la siguiente elección, no por militancia, no por lealtad, no por su iniciativa, sino porque te pega en el bolsillo, te pega en tus necesidades y pues prefieres mejor seguir la corriente. Desafortunadamente eso es lo que ha hecho que el trabajador hasta hace poco se haya mantenido cautivo, resignado a su realidad”, señala Alfredo Bones.
Para María de Lourdes Díaz Cruz, el incremento en la represión por parte de los dirigentes sindicales se debe a que por primera vez en décadas ven cercana la posibilidad de perder el poder y con ello el control sobre los recursos del sindicato.
“Sí planteamos que existe el terrorismo sindical. Ellos no quieren ceder, no van a ceder fácilmente, nosotros sabemos a qué nos estamos enfrentando. La delincuencia organizada está dentro de nuestro sindicato”, sentencia.
Enfrentar a un monstruo
José Rubén Rosaldo Cordero, líder y fundador de la organización ‘Petroleros Reforma Ideológica’, opositora al liderazgo de Carlos Romero Deschamps, es quizá uno de los aspirantes más fuertes a la Secretaría General del STPRM en caso de consumarse la salida del actual dirigente.
El veracruzano, quien rechaza a Romero Deschamps prácticamente desde su ascenso al poder, asegura que cuenta con el apoyo de más de 130 mil trabajadores petroleros, y aunque confía en su triunfo, sabe que el reto no será fácil.
“Nosotros que queremos el cambio estamos enfrentándonos a un monstruo”, advierte.
Al igual que otros grupos disidentes, está convencido de que el tiempo de Romero Deschamps al frente del sindicato petrolero ya terminó, y que la llegada a la presidencia de Andrés Manuel López Obrador será definitiva para que finalmente se gesten los urgentes cambios en el manejo del gremio.
“Desde hace mucho no se había visto esto; es histórico. La gente ya se alborotó, la gente despertó, la gente quiere el cambio. Nada de corrupción en todo nuestro sindicato, va a haber democracia.
Yo creo que nuestro presidente electo sí nos va a cumplir a los petroleros”, asegura.
Se presenta a sí mismo como el verdadero impulsor del cambio en el sindicato y descalifica a otros aspirantes como Arturo Flores Contreras, Jorge Hernández y Omar Toledo, señalándolos como gente afín a Romero Deschamps y cuya única función es enturbiar el proceso y debilitar a la ‘verdadera oposición’.
Además de las represiones y los ataques que ha sufrido en su persona, Rosaldo denuncia las prácticas de intimidación de los grupos de poder en las secciones contra quienes decidan no alinearse.
“Llevamos luchando desde 1992 hasta ahorita por quitar a esa mafia que existe. Queremos acabar con todo eso. Tenemos el proyecto de darle mejores condiciones a toda la base trabajadora. El pueblo mexicano y las 36 secciones ya están cansadas de esta situación”, apunta.