La revolución ausente
En un país postrado por la violencia y la desigualdad, urge una revolución científico-tecnológica que aproveche la creatividad de los jóvenes y los aleje de la violencia.
Esta es la visión de Esther Orozco, acerca del papel que debe jugar la ciencia en México, más allá de reproducir modelos como el del actual Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.
Miguel Ángel PinedaEn un país postrado por la violencia y la desigualdad, urge una revolución científico-tecnológica que aproveche la creatividad de los jóvenes y los aleje de la violencia.
Esta es la visión de Esther Orozco, acerca del papel que debe jugar la ciencia en México, más allá de reproducir modelos como el del actual Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.
Orozco, doctora en Ciencias e investigadora emérita del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav), propone la creación de nuevas instituciones que abran oportunidades para los jóvenes.
Y es que aunque reconoce que los candidatos ya han hablado del tema de la educación y la ciencia, afirma que la creación de más universidades, como ellos proponen, no es suficiente.
“Sabemos que el dinero y la mera creación de universidades sin infraestructura y políticas que garanticen una sólida formación de sus egresados corren el riesgo de caer en una educación no formativa”.
Además advierte que, de ser así, los egresados corren el riesgo de caer en el vacío.
“México necesita rescatar la esperanza de ese 53 por ciento de jóvenes entre 15 y 19 años que no asisten a la escuela y los 7.5 millones de ninis según el INEGI”, detalló.
Analizando propuestas
En este sentido, la fundadora del Instituto de Ciencia y Tecnología del DF hizo un recuento de lo que dicen los candidatos al respecto.
“López Obrador propone invertirle 30 mil millones de pesos cada año, Vázquez Mota promete 150 universidades, Peña Nieto dice que aplicará un nuevo modelo con la participación de los maestros y Quadri ofrece trabajar por la excelencia educativa”.
Las promesas indican que buscan una mejoría en la educación. Pero ella cuestiona.
“¿Qué tipos de ciudadanos se quiere formar? ¿Cómo garantizar la universalidad de la calidad educativa, una educación con objetivos precisos que refuercen el compromiso social de los jóvenes y sean independientes? ¿Cómo evaluar los programas educativos sin culpar a los estudiantes?”.
Pasos a seguir
En base a experiencias propias como la creación del Programa Molecular de Medicina On Line, invita a garantizar “una educación universal de calidad para aprovechar la creatividad de los jóvenes, lejos de la violencia y el ocio forzado que evita que la educación se convierta en un acto de simulación”.
Lo anterior porque identifica espacios que son poco aprovechados o que están totalmente descuidados, reconociendo que en México poco se produce y poco se patenta.
Entonces Orozco propone “lograr que empresas y gobierno se apoyen en la ciencia y la tecnología y sumando a la academia y a la sociedad para que se construya un polígono de éxito, en el que las necesidades puedan ser resueltas con la mejor tecnología”.
Pide a los candidatos que no olviden que “el desarrollo científico y tecnológico es llave para nuevas oportunidades en un país postrado por la violencia, la desigualdad y la falta de crecimiento económico”.
Y le recuerda a los aspirantes a la Presidencia que es clave fomentar actividades como la formación de científicos en desarrollo agrícola, la suficiencia alimentaria y la aplicación de la medicina regenerativa.
Califica como positivas las propuestas como la de AMLO de crear una Secretaría de Ciencia e Innovación, aunque advierte del peligro de crear otro Conacyt.
“Es buena idea, pero es importante diseñar y socializar los planes, estrategias y programas que conviertan a la ciencia, la tecnología y la innovación (CTI) en herramientas transversales a todas las actividades de gobierno y sean aprovechadas como detonadores de la economía”.
Orozco concluye alentando a quien sea que gane la presidencia a “convocar con apremio a académicos y científicos para planificar y realizar una verdadera revolución educativa y científico-tecnológica”.
“Urgen proyectos lejos de las políticas sindicales y partidistas que han dañando a la educación”, puntualizó.