La ruta de ‘El Chapo’

En la paradoja del imaginario colectivo, ante la captura del Joaquín “El Chapo” Guzmán, salta inevitablemente el recuerdo de su fuga el 19 de enero del 2001. 

La cárcel federal de máxima seguridad de Puente Grande, en Jalisco, no fue suficiente para contenerlo. 

Desde su ingreso a ese centro federal, “El Chapo” ganó amistades y aprecios, los mismos que hicieron que las puertas de esa cárcel federal se abrieran misteriosamente. No se puede disociar su captura de su fuga.

J. Jesús Lemus J. Jesús Lemus Publicado el
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Al fugarse ‘El Chapo’ se fue también la relativa tranquilidad para los presos de la cárcel de Puente Grande, Jalisco

En la paradoja del imaginario colectivo, ante la captura del Joaquín “El Chapo” Guzmán, salta inevitablemente el recuerdo de su fuga el 19 de enero del 2001. 

La cárcel federal de máxima seguridad de Puente Grande, en Jalisco, no fue suficiente para contenerlo. 

Desde su ingreso a ese centro federal, “El Chapo” ganó amistades y aprecios, los mismos que hicieron que las puertas de esa cárcel federal se abrieran misteriosamente. No se puede disociar su captura de su fuga.

Qué cárcel mexicana podrá ahora contener a Joaquín Guzmán Loera, salta en el imaginario. “El Chapo” es señalado como el más importante de todos los jefes de cartel dedicados al trasiego de drogas, no solo de México, sino de todo el mundo. 

Sin duda, el poder económico y logístico de “El Chapo” es mucho más grande hoy que en el 2001, cuando se cansó de vivir en prisión y accionó para salir por la puerta principal.

El líder del cartel de Sinaloa fue recluido en la cárcel federal del Altiplano, en Almoloya, Estado de México, también de máxima seguridad como la de Puente Grande, en Jalisco. 

Las dos cárceles son idénticas, fueron construidas milímetro a milímetro, barrote a barrote, a similitud. A 13 años y 34 días de su fuga, “El Chapo” debe estar oliendo de nueva cuenta los pestilentes pasillos del área de ingresos de la cárcel del Altiplano.

El ingreso a una cárcel federal es más un rito vejatorio que el desarrollo de un protocolo de seguridad: desde la entrada al área de “la aduana” comienza la humillación para el interno. 

No hay derecho humano que se respete, ni grito de compasión que ablande la crueldad de los custodios, siempre encapuchados y golpeando en grupo. Es la disciplina para el ablandamiento del carácter del repo que llega como huésped.

Los próximos 15 a 22 días, de acuerdo al manual de procedimientos de las cárceles federales en México, “El Chapo” Guzmán deberá pasarlos en aislamiento total. 

Se le destinará a una celda de 2 metros de ancho por 3 metros de largo, en donde deberá estar en silencio todo el día. No tendrá visita ni derecho a comunicación alguna. Le pueden restringir la asistencia de su defensa, siempre bajo el argumento de estar en una zona superior de máxima seguridad.

Si existe intervención –pero sobre todo voluntad- de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, puede que al “Chapo” Guzmán le otorguen uniforme, calzado y una cobija, mientras se mantiene en el área de Observación y Clasificación. 

Si el centro federal lo decide, puede permanecer completamente desnudo el periodo de clasificación al que se será humillantemente sometido los próximos días.

En el área de Observación y Clasificación de las cárceles federales se tiene derecho a comer tres veces al día, pero en la práctica los alimentos aparecen a voluntad de la guardia. 

Es parte de la “terapia de reeducación” a la que se somete a todos los internos. Un guardia “amable” se limitará a arrojarle los frijoles, el pedazo de carne de puerco y dos tortillas, al piso. 

Un guardia “duro” lo dejará sin comer y sin beber por el tiempo que a él le plazca o hasta que el servicio médico determine que es necesaria la alimentación para evitar un choque hipovolémico. El interno no tiene derecho a nada en esa parte del penal.

La leyenda

Joaquín Guzmán Loera, en el tiempo que estuvo en prisión en la cárcel federal de Puente Grande, fue un preso muy querido (Los Malditos, Ed. Grijalbo 2013). 

Las historias que se cuentan de él, van invariablemente cargadas con gestos de gratitud y aprecio. Siempre hay un alivio entre los presos cuando se dice que un día “El Chapo” se cansó de estar en prisión y decidió salirse por la puerta principal. 

El gobierno federal argumenta que salió escondido en un carrito de la lavandería, pero adentro de Puente Grande existe el convencimiento de que “El Chapo” salió vestido de policía, con la complicidad del gobierno federal.

La fuga de “El Chapo” Guzmán de la cárcel federal de Puente Grande se presentó a solo 50 días de haber iniciado el gobierno del panista Vicente Fox Quezada. 

Dentro de la cárcel federal, entre la población de internos, se cuenta como una historia fantástica –que se va narrando a los presos nuevos- la generosidad y el humanismo de quien fuera el líder del cartel de Sinaloa. 

Para nadie es desconocido, dentro de la prisión, que “El Chapo” nunca dejó a ninguno de los presos sin ayudarle económicamente.

Adentro de la cárcel que lo albergó –desde el 22 de noviembre de 1995 al 19 de enero del 2001- todos saben que a los pocos días de haber llegado a esa prisión tomó el control de la operatividad del complejo penitenciario. 

Nada se hacía dentro de la prisión sin que Joaquín Guzmán Loera lo determinara. Él definía el menú del día. Ordenaba a los guardias un trato “decoroso” para todos los presos. 

Designaba los roles de las guardias para toda la cárcel. Decidía permisos y descanso para todo el personal que laboraba en ese tiempo dentro de ese penal.

Los días de pago –cuentan alguno de los internos desde adentro de la cárcel– recibía a todos los guardias de seguridad, uno a uno los atendía en el comedor del módulo tres. 

Allí les iba diciendo de cuánto sería el monto por sus servicios en esa semana y en dónde pasaría a recoger el pago. El jefe del Cártel de Sinaloa no hacía alarde de manejo de dinero dentro de la cárcel, siempre los pagos fueron discretos y extramuros. 

Lo mismo hacía con los internos a los que ayudaba: les pedía que mandaran a algún familiar a recoger el dinero en alguna dirección que él les indicaba.

Para evitar llamar la atención, en los días en que la cárcel federal de Puente Grande estuvo bajo el control de Joaquín Guzmán Loera, él mismo pedía a los internos, siempre de manera amable y cariñosa, que evitaran hacer alteraciones al orden, y les restringía el acceso a bebidas alcohólicas. 

Solo cuando hacía fiesta en el patio del módulo tres era cuando permitía el consumo de alcohol moderado entre la población general de interno. En ese tiempo no había tortura ni abusos dentro de las instalaciones del penal. “El Chapo” recomendaba a los guardias un trato amable para toda la población de internos.

Al fugarse “El Chapo” también se fue  la relativa tranquilidad para los presos al interior de la cárcel de Puente Grande. 

La disciplina se volvió más férrea, y en un acto de la autoridad por redimir la corrupción que reinó entre todo el personal de la cárcel, se extremaron las medidas de seguridad, hasta borrar cualquier indicio de respeto a los derechos humanos más elementales, como el de comer, hablar o pensar, para todo los presos.

Muy grande fue la afrenta que “El Chapo” le hizo a la autoridad penitenciaria de México con su fuga. 

A la fecha, mencionar el nombre de Joaquín Guzmán Loera es motivo de castigo. 

Esa falta se sanciona con asilamiento total, suspensión de visita familiar, cancelación de envío de cartas y suspensión de llamada telefónica (a la que se tiene derecho una vez cada ocho días). 

Ningún interno  puede mencionar el nombre de “El Chapo” en presencia de un oficial de seguridad. Está prohibido cantar cualquier corrido que mencione su nombre o su apodo. Por eso cuando los internos hablan de Joaquín Guzmán Loera, solo lo mencionan por el CH o la  H, pero no dejan de hablar y contar la leyenda del líder del cartel de Sinaloa en prisión.

La ruta de los próximos días 

En los próximos días, a diferencia de cuando ingresó a la cárcel de Puente Grande, Joaquín Guzmán Loera deberá permanecer  por los menos entre 15 y 22 días en total aislamiento. 

Será asignado a una celda en el Centro de Observación y Clasificación, de allí solamente podrá salir para ser sometido a una serie de revisiones médicas, clínicas y psicológicas para estudiar su comportamiento. 

YEn los próximos días, Joaquín Guzmán saldrá de su celda, bajo un comando de vigilancia de al menos cinco  oficiales de guardia, para ser trasladado a los cubículos de estudios psicológicos que se encuentran dentro de la misma área de observación. Sera interrogado sobre sus aficiones, gustos, filias, fobias, alergias médicas, propiedades, parentela, actividades deportivas y concepciones teológicas. Se someterá a revisión su pensamiento abstracto, pensamiento lógico y conocimientos.

Los estudios a los que se someterá al líder del cartel de Sinaloa  están encaminados a crear un perfil psicológico, criminal, académico, laboral, clínico y social, a fin de determinar y modelar un tratamiento de readaptación social, al que se le habrá de dar seguimiento durante el tiempo que se mantenga en esa prisión.

Una vez asignado en cualquiera de las áreas de procesados de la cárcel federal de máxima seguridad que hoy lo alberga, “El Chapo” Guzmán tendrá derecho a recibir la visita de familiares en primera línea (solamente esposa, hijos, padres o hermanos). 

Tendrá derecho a escribir una carta cada tres días –si observa buen comportamiento–. Podrá hacer una llamada telefónica de 10 minutos cada ocho días. Podrá tener en su celda dos libros de la biblioteca. 

Tendrá acceso una vez al mes, a una clase de dibujo de media, como terapia ocupacional. Y puede que le autoricen salir al patio –en completo aislamiento, por su calidad de líder de cártel– media hora cada ocho días, sin opción de dialogo con alguno de los custodios que lo vigilaran las 24 horas del día, en una celda tapada, sin ventilación, que tendrá permanentemente la luz de una bombilla encendida.

Tras la huella del Chapo…

En tres distintas administraciones el Chapo Guzmán ha sido noticia. Primero durante su primer captura en el sexenio de Carlos Salinas. Después su fuga con Vicente Fox y finalmente con su recaptura el sábado…

PRIMERA CAPTURA
Junio 9 de 1993
En la frontera entre Guatemala y Chiapas

> Carlos Salinas de Gortari
Presidente

> Jorge Carrillo Olea
A él le fue entregado el preso por parte de autoridades de Guatemala
Director del Centro de Planeación Para el Combate de las Drogas (Cendro)

> Jorge Carpizo
Procurador General de la República

> Patrocinio González Garrido
Secretario de Gobernación

FUGA DE PUENTE GRANDE
Enero 19, 2001
Cumplía una sentencia de 20 años

> Vicente Fox
Presidente

> Jorge Tello Peón
Subsecretario de Seguridad, quien horas antes había visitado el penal de Puente Grande

> Miguel Ángel Yunes Linares
Director general de Prevención y Readaptación Social 

> Genaro García Luna
Director de la PJF, luego AFI

> Alejandro Gertz Manero
Secretario de Seguridad Pública

RECAPTURA
Febrero 21, 2014
Mazatlán, Sinaloa

> Enrique Peña Nieto
Presidente

> Vidal Francisco Soberón Sanz
Secretario de Marina

> Salvador Cienfuegos
Secretario de la Defensa

> Jesús Murillo Karam
Procurador General

> Miguel Ángel Osorio Chong
Secretario de Gobernación

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