“La Tierra Bufó; Parecía que se iba a tragar todo”

"Después, cuando pasó el terremoto, todo estaba destruido. Sólo nos quedamos con las ganas de llorar”, ese el rostro de la tragedia en Juchitán, Oaxaca

 

Rostros desolados. Miradas perdidas. Gente que clama ayuda para salvar algo de todo lo perdido. Esa es la cara de la tragedia del sismo en Juchitán. Una tragedia que ha rebasado a la autoridad civil, la que se trata de mitigar atendiendo las necesidades básicas de los más de 70 mil damnificados que estima la dirección de protección civil de Oaxaca ha dejado el siniestro sólo en esta cabecera municipal.

Todos, principalmente las mujeres, reclaman la intervención del gobierno en cualquiera de sus tres órdenes para que les ayuden a la reconstrucción de las viviendas, y en el peor de los casos para que les otorguen un espacio digno en donde poder vivir, ante la destrucción total de sus casas. Este es un drama que no acaba de asomarse completamente.

“La tierra bufó. Fue un ruido que parecía que se iba a tragar todo. Después, cuando pasó el terremoto, todo estaba destruido. Sólo nos quedamos con las ganas de llorar”. Así describió Teresa Jiménez los momentos de lo que ella llama “la sacudida”, la que la todavía la hace temblar de miedo, sólo al recordar los tres minutos y 30 segundos que sucedieron a las 11:52 de la noche del pasado jueves.

Al profesor José Isabel Marín Cabrera lo mueven otros sentimientos; siente tristeza y rabia al saber que el sismo lo dejó sin vivienda. La casa que heredó de sus padres y estos de sus abuelos, en donde hasta el jueves habitó con su esposa y tres hijas, se vino abajo en menos de dos minutos. Agradece a Dios no tener que lamentar ninguna muerte, pero ahora se pregunta ¿Cómo va hacer para enfrentar el saldo del siniestro?

La casa de José Isabel Marín es sólo una de las cientos de viviendas colapsadas. Ninguna autoridad, incluyendo Protección Civil, lo ha atendido para saber la forma en que se le puede ayudar. Él no pide mucho: sólo quiere que le ayuden a demoler los pedazos de pared que quedaron en pie y que son un peligro para ellos que se han quedado a vivir entorno a las ruinas.

Griselda Gallegos Sánchez lleva tres horas formada en una fila en la que le dijeron que era para que el gobierno federal –atendiendo el compromiso del presidente Enrique Peña Nieto, que ayer estuvo en esta localidad- ayudaría a la reconstrucción de las viviendas colapsadas. Ella tiene la esperanza de que le ayuden a construir “aunque sea solo un cuartito”.

La casa de Griselda Gallegos se colapsó de tal forma que es imposible entrar a ella. “Nos quedamos en la calle. No tenemos a donde ir a vivir. Todas nuestras cosas quedaron dentro y ahora no tenemos ni siquiera ropa para vestir, ni un baño en donde asearnos”, dice con el enojo reflejado en el rostro, como si el desastre fuera culpa de alguien en particular.

Por eso reclama “una respuesta del gobierno”. Tiene tres hijos, es madre soltera y la subsistencia económica depende de su padre, el que hace seis meses se encuentra afectado por una parálisis. “No tenemos forma de salir adelante, si no es con la ayuda del gobierno, no sé qué vamos a hacer”, se cuestiona a sí misma, mientras reconoce que en su familia no es el único caso en donde la casa quedó en escombros. También su tía, dos primas y un tío, están en las mismas condiciones.

Frente a esta emergencia, el gobierno federal, a través de la Secretaría de Desarrollo Social ha establecido una mesa de registro de viviendas colapsadas, a las que se asegura que se les habrá de dotar de ayuda específica para la reconstrucción de viviendas, ayuda que podría comenzar a fluir, cuando muy rápido, en una semana, reconoció un funcionario de la dependencia.

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