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La última… y nos vamos

“Ya hoy hablo libre; ya digo cualquier tontería, ya no importa. Ya. Total, yo ya me voy’’.

Estas palabras las dijo el entonces presidente Vicente Fox el 31 de octubre de 2006, a pocas semanas de terminar su mandato.

La expresión se hizo famosa por su hiperrealismo. El mandatario hablaba off the record antes de iniciar una entrevista. No sabía que lo estaban grabando y sus palabras parecieron revelar mucho de lo que sentía en ese momento.

“Ya hoy hablo libre; ya digo cualquier tontería, ya no importa. Ya. Total, yo ya me voy’’.

Estas palabras las dijo el entonces presidente Vicente Fox el 31 de octubre de 2006, a pocas semanas de terminar su mandato.

La expresión se hizo famosa por su hiperrealismo. El mandatario hablaba off the record antes de iniciar una entrevista. No sabía que lo estaban grabando y sus palabras parecieron revelar mucho de lo que sentía en ese momento.

“Libre”, “tontería”, “no importa”, eran expresiones que describían a un presidente fastidiado y cansado en el ocaso de su administración.

Y es que algo sucede con los presidentes panistas en sus últimos días de gobierno.

Su ánimo se transforma. Se les ve campechanos por un lado pero también “hartos”, “bombos”, agotados por seis años que parecieron los 70 del PRI. 

Es entonces cuando sus acciones se asemejan más a un show de la gira del adiós de Juan Gabriel –Dios guarde la hora–, que a un cierre de actividades de un líder republicano. 

Se aprecia en ellos un cambio de estilo que además parece coincidir con un cambio drástico en sus números de popularidad. 

Según el periódico Excélsior, Felipe Calderón será el mandatario con el más bajo nivel de aprobación (49 por ciento) en su final, en los últimos cuatro sexenios. Esto es, más bajo que Carlos Salinas, Ernesto Zedillo y Vicente Fox. 

Además según este mismo sondeo publicado el 12 de noviembre el 22 por ciento de los encuestados dice que lo que más recordará de esta administración es que hubo “muchas muertes y un aumento de la violencia y la inseguridad”.

Sin embargo los datos de Gabinete de Comunicación Estratégica dados a conocer el 28 de noviembre dan a conocer una información contrastante.

Y es que según esta casa encuestadora el presidente concluye su administración con un 7.2 de nivel de aceptación. Al mismo tiempo señala que una tercera parte de la población quedó con un “mal sabor de boca” de este equipo de gobierno.

Independientemente de las mediciones, definitivamente algo sucede en el cierre de sexenio albiazul.

¿Qué pasa en este último tramo?

“Acostumbrado a mandar”

A últimas fechas los mexicanos han visto a un Calderón distinto, afectado por la inminencia de un cierre de ciclo,  inevitable. 

El 28 de octubre el mandatario sorprendió a todos cuando se agenció un sonado triunfo… en una carrera de Go Karts.

Después de inaugurar el programa Mi México Parador Turístico en el Estado de México, Felipe Calderón decidió echar una carrerita junto a sus hijos y otros funcionarios.

Al finalizar las vueltas, uno de sus contrincantes, el gobernador Eruviel Ávila fue cortés y protocolario. Dijo que al presidente “no se le rebasa ni en Go Kart”. 

Poco tiempo después el presidente siguió sobre ruedas, pero ahora montado en bicicleta.

Ya era bien sabido que el titular del Ejecutivo sigue diariamente una rutina de ejercicio. De hecho durante su administración sufrió dos caídas de bicicleta que fueron del dominio público. La primera fue en agosto de 2008 y le ocasionó una fractura de hombro. 

La segunda –en diciembre de 2011– la sufrió en un recorrido durante algunos días de descanso que la familia presidencial tomó en la isla de Cozumel. En esa ocasión resultó ileso.

Sin embargo a Calderón nunca se le había visto literalmente en “bikes” como apareció recientemente –el 25 de noviembre– en Campeche, al participar en la carrera Gran Fondo Reto Maya 175K.

La imagen poco común de un presidente equipado cual ciclista profesional, de pies a cabeza, fue publicada en diarios de todo el país. Y no dejó de sorprender.

Pero el tono relajado de su fin de sexenio lo había marcado desde días antes, el 21 de noviembre.

En su última gira por el estado que lo vio nacer, durante su discurso el mandatario echó mano de sus dotes de cantante y entonó “El Perro Negro” de José Alfredo Jiménez.

El presidente rompió el protocolo y en pleno templete retó a la banda de música a que tocaran la tradicional pieza. 

“A qué no se la saben”, les dijo.

…y se la supieron. 

Entonces Felipe Calderón –un poco desafinado, hay que decirlo– se animó a cantar algunas estrofas: 

“Al otro lado del puente / de La Piedad, Michoacán /vivía Gilberto el valiente / nacido en Apatzingán / siempre con un perro negro / que era su noble guardián”, se oyó en la voz presidencial.

“Quería vivir con la Lupe / la novia de don Julián / hombre de mucho dinero / y acostumbrado a mandar”.

Pero las exequias sexenales no terminaron ahí. Y el presidente siguió sorprendiendo en sus últimos días al frente de la nación.

Un día después –el 22 de noviembre– Felipe Calderón apareció junto a su secretario de Gobernación Alejandro Poiré para anunciar una reforma constitucional que cambiaría al país… pero de nombre.

La iniciativa pedía que dejara de llamarse “Estados Unidos Mexicanos” para ser “México” a secas.

La idea, por decirlo de alguna manera, no fue “bien recibida” por buena parte de la clase política.

“Son ocurrencias”, dijo Vicente Fox.

“El concepto es completo, además, para qué cambiar, ya todos sabemos cómo nos llamamos”.

A Cuauhtémoc Cárdenas tampoco le pareció.

“A veces hay ocurrencias con sentido y otras sin sentido, yo no le veo el objeto en este momento a esa ocurrencia”, señaló.

Manlio Fabio Beltrones se sumó al rechazo.

“Hay iniciativas más importantes que cambiarle el nombre al país”, dijo el líder priista.

Pero las iniciativas presidenciales de última hora no quedaron ahí.

El 27 de noviembre Felipe Calderón envió al Congreso una reforma que busca aplicar la segunda vuelta electoral para la elección de Presidente de la República.

Y aún hubo más. A 48 horas de dejar Los Pinos, el mandatario envió una iniciativa más, pero ahora para permitir la privatización de la propiedad ejidal.

De la risa a la pena

En el tema de los cierres folklóricos, Vicente Fox es el rey.

Allá por el año 2000 el guanajuatense sorprendió a los mexicanos con su carácter informal que rompió con el molde institucional y monótono del “coooompañeros de partido” priista. 

A la escena política saltó un vaquero sui generis que amenazaba con acabar con las alimañas, tepocatas y víboras prietas. Era chistoso, pues.

Sin embargo la forma en cómo terminó el sexenio foxista no fue tan de risa que digamos.

Porque lejos de hacer carcajear a los mexicanos, Vicente Fox culminó con una calificación reprobatoria y una mueca de disgusto en sus gobernados. 

Y aunque la popularidad del presidente no tuvo un cierre tan drástico, un estudio de Parametría reveló que a tres meses de las elecciones de 2006, registró una caída para quedar en el 51 por ciento. 

Esto contrastó con su inicio de sexenio cuando rondaba el 70 por ciento de aprobación, según esta misma casa encuestadora. 

Es por eso que el “yo ya digo cualquier cosa”, se convirtió en un espejo real de su situación; se convirtió en un presidente impopular y desganado.

En sus últimas semanas a Fox parece haberle llegado el esperado viernes. Ese día en que los mortales decimos “por fin se acabó la semana”.

Y es que hay que admitirlo, la segunda parte del sexenio foxista no fue un paseo por las nubes. Más bien fue –poniéndolo en palabras foxianas– una carrera en terracería.

Fue en ese tiempo en que se fraguó el desencanto, la conciencia de que el cambio que nunca llegó. Cuando los mexicanos se dieron cuenta que el “hoy, hoy, hoy” se convirtió en “nunca, nunca, nunca”.

Sin embargo para Fox no ha existido un cierre como tal. 

Apenas la nación se recuperaba de un sexenio surreal, cuando cayó en la cuenta de que el ranchero de San Cristóbal no abandonaría los reflectores.

Y las críticas post mortem de su sexenio no parecieron hacerle mella a este político quien siguió tan campante intentando influir en la vida política del país.

Si no, habría que preguntarle a Josefina Vázquez Mota a quien según Fox no se le alinearon los astros para salir victoriosa.

¿Qué le depararán los mismos astros a Felipe Calderón?

¿Se conformará con un cierre impopular y en medio de críticas o renunciará a cerrar el ciclo presidencial?

Muchos apuestan a que está “acostumbrado a mandar” como el dueño de aquel “Perro Negro” de José Alfredo.

Entre cortes de listón y primeras piedras

En un poco más de una semana, el presidente Calderón ha hecho más de una docenta de eventos que involucran inauguraciones de obras. 

— 20 de noviembre 
Inauguró la Plaza al Servicio de la Patria.

— 21 de noviembre
En Tzintzuntzan oficializa la reapertura del Museo Exconvento de Santa Ana.

— 21 de noviembre
En Michoacán inaugura el Libramiento Norte La Piedad

— 22 de noviembre 
En Veracruz, asistió a la reapertura de la Fortaleza “San Juan de Ulúa”.

— 23 de noviembre
En Campeche dio inicio a las obras del Boulevard Juan Camilo Mouriño

— 23 de noviembre
Inauguración del Hospital de Alta Especialidad en Veracruz

— 24 de noviembre
Inauguración de la primera etapa de la Ciudad Universitaria en Chiapas.

— 24 de noviembre
Inauguración del Centro Médico Chiapas Doctor Jesús Gilberto Gómez Maza

— 25 de noviembre
Inaugura la Planta Criogénica en Poza Rica. 

— 25 de noviembre 
Inauguración del tramo carretero Ávila Camacho-Tihuatlán de la Autopista México-Tuxpan.

— 26 de noviembre 
De gira por el estado de Coahuila, el Presidente Calderón inaugura en Saltillo el Hospital General de Saltillo del Issste

— 27 de noviembre
Inauguración del Tramo Carretero Santa Lucía-Mazatlán 

— 28 de noviembre
Inauguración de la Planta de Bombeo “El Caracol”

— 28 de noviembre
Inauguración de la Zona Arqueológica Zultépec-Tecoaque

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