Un dolor en el pecho fue la primera señal que María de Lourdes tuvo para saber que una de sus tres hijas no estaba bien, fue su cuerpo el que le avisó la peor noticia de su vida: se convirtió en una de las madres de las miles de personas desaparecidas que hay en el país.
Desde la noche del 15 de enero de 2018 en Chimalhuacán, Estado de México, Lourdes y su esposo iniciaron el mismo camino que familiares de desaparecidos recorren para encontrar una pista: fueron al trabajo de su hija, siguieron la ruta que siempre hacía a casa, preguntaron a amigos y conocidos si la habían visto pero todo era inútil. A Norma Dianey García parece que se la tragó la tierra.
“Fuimos a poner la denuncia al Ministerio Público pero nos dijeron que regresáramos después porque no estaba el responsable de redactarla. Cuando por fin volvimos lo primero que nos dijeron era que no nos preocupáramos, que se había ido con el novio y que de seguro volvía”, relata Lourdes a Reporte Índigo.
De acuerdo con el Registro Nacional de Personas Desaparecidas o no Localizadas de la Comisión Nacional de Búsqueda, hay registro de 61 mil 637 desapariciones de 1960 al 31 de diciembre de 2019. El Estado de México ocupa el primer lugar con 3 mil 216 casos, seguido de Tamaulipas con 2 mil 245 y en tercer lugar Puebla con mil 445.
Al ver la falta de resultados por parte de las autoridades, los padres de Norma regresaron al Ministerio Público pues a los dos días de la desaparición de la segunda de sus hijas, habían recibido mensajes del celular de Dianey en los que pedían dinero para que volvieran a verla; sin embargo, no se pudo comprobar que la joven estuviera con los presuntos secuestradores.
Junto a un altar con flores blancas, estatuillas de San Judas, veladoras y fotos de “Normita”, como su mamá llama con cariño, Lourdes explica que tras presionar a las autoridades, logró que por fin investigaran y resultó que dos sujetos, padre e hijo, habían confesado el secuestro, violación, asesinato y mutilación de Dianey.
“Según confesó el hijo habían tirado las bolsas con el cuerpo de mi hija cerca de las Pirámides de Teotihuacán pero se hizo búsqueda y no había nada. Encarcelaron a los tipos pero el hijo murió en prisión después de algunos meses y el padre tuvo su libertad, yo ahora estoy sin ninguna pista que me lleve a recuperar a mi niña”, menciona.
Sin embargo, las autoridades no solo han sido omisas en la búsqueda de la joven sino también en brindar protección y apoyo psicológico a la familia pues en febrero de 2018 fueron víctimas de una agresión.
“Estábamos durmiendo, eran como las tres de la mañana y había pasado un mes de que buscábamos a mi hija cuando nos vinieron a balacear y rompieron vidrios. Jalé a mi nieto y mi hija menor, los llevé al baño y los acosté. Después denuncié, llevé pruebas, pero a la fecha no me han dado protección.
“Los del MP me dijeron que me calmara, que de seguro fue una riña. Lo único que ofrecieron fue una patrulla que pasaba solo a veces sobre la avenida, tocaba el claxon y se iba; esa era su protección”, dice decepcionada.
Lourdes afirma que el amor de madre no conoce límites. Por esa razón, desde que su hija no está con ella, la vida se le va en pegar fotocopias con la fotografía de Norma Dianey en cada parada de autobús y en poner atención a la mirada de jóvenes que podrían ser víctimas de trata mediante la prostitución y no para de exigir a la autoridad que haga su trabajo.
“Sin cuerpo yo voy a seguir insistiendo que la busquen con vida. Tengo el presentimiento que es víctima de trata y que el novio que tenía está involucrado. Yo he investigado y ese tipo tenía relación con los dos hombres que estuvieron presos pero las autoridades se niegan a investigarlo”, lamenta.
Un chico celoso y controlador son algunos aspectos con los que Lourdes recuerda a Alexis, quien llevaba tres meses siendo novio de Dianey antes de su desaparición.
“Yo le pregunté si sabía algo de ella, le dije a sus padres que me entendieran, que yo solo quería ver de nuevo a mi hija, les supliqué que si sabían si su hijo le hizo algo pero jamás me han dicho nada. Este chico se alejó de la familia, nunca preguntó cómo iban las investigaciones, simplemente no le importó”, relata Lourdes.
Lourdes dispuesta a buscar con esperanza
Con imágenes de su hija entre las manos y sentada en el comedor, Lourdes describe lo perseverante y responsable que es su hija. “Mi niña ya tiene 26 años y desde los 15 empezó a trabajar porque quería ayudar en la casa, yo siempre le aplaudí que fuera responsable y se esforzara por tener sus propios ingresos”, comenta.
Inundada de los recuerdos sobre los días con su hija, las tardes en las que la chica le invitaba un helado o simplemente se acostaba a su lado para acariciarla, Lourdes promete que este año que apenas inicia hará hasta lo imposible por tener las respuestas que le han sido negadas por más de dos años.
Aferrada a la esperanza de poder reencontrarse con su hija, Lourdes afirma que para ella la justicia es encontrarla, tenerla en sus brazos y poderle decir “lo logré mi niña, estás conmigo”, y aunque no sabe cuánto tiempo le lleve lograrlo, está convencida que no dejará de luchar hasta encontrarla.