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Aunque calificada de “disparatada y loca”, la polémica propuesta del magnate Donald Trump de cortar el flujo de remesas, tasándolas para pagar de allí el muro que pretende levantar entre México y Estados Unidos, no deja de preocupar a los líderes de las organizaciones migrantes.
La propuesta del aspirante republicano a la presidencia en Estados Unidos contempla un cobro a México de entre 5 a 10 mil millones de dólares para construir un muro de más de mil 600 kilómetros de longitud sobre la frontera entre los dos países y sería pagado con los impuestos que generen las remesas.
De acuerdo a información del Banco de México, los ingresos de dinero por remesas a nuestro país –hasta marzo del 2016– alcanzaban los 2 mil 200 millones de dólares, concentrándose la mayor cantidad de envíos a localidades de Guanajuato, Michoacán, Zacatecas y Puebla.
El titular de la Secretaría del Migrante en Michoacán, José Luis Gutiérrez Pérez, indicó que la medida de frenar las remesas económicas generadas por los migrantes tendría un efecto devastador y empujaría la pobreza a la alza.
Pero José Luis Lara, de la Unión de Migrantes de Puebla en Illinois, no se preocupa por eso, pues estima “inviable el triunfo de Trump en las elecciones de Estados Unidos”. En México, adelantó Lara, ya se está organizando para impedir que Trump no gane.
“Porque no solo somos migrantes indocumentados. La fuerza de los migrantes es importante en este país, y muchos de nuestros connacionales también votan acá, y eso lo vamos a hacer notar en las votaciones próximas”, aseguró.
De acuerdo al Consejo Nacional de Población (Conapo), en Estados Unidos radican al menos 35 millones de mexicanos, de los que casi 15 millones de ellos son indocumentados. El número de votantes mexicanos que podría participar activamente en las próximas elecciones se calcula en más de 20 millones de personas.
Pero no solo los hispanos de origen mexicano se unirían a la campaña para votar en contra de Trump.
“Acá nos estamos movilizando todos: vamos a cerrarle el paso a ese loco”, comenta Julio Martínez, de la Asociación Hispana de Migrantes de Carolina de Norte, quien aseguró que en el estado de Illinois, como en Nueva York, California, Texas, Arizona, Nevada, Oregón, Georgia, Wisconsin, Carolina del Norte y Florida, todos los hispanos se están sumando a la iniciativa de solicitar el voto en contra de Trump.
Según datos del Pew Hispanic Center, en los Estados Unidos de Norte América, hay alrededor de 50.7 millones de hispanos, de los cuales 64.88 por ciento son de origen mexicano. El resto son trabajadores centroamericanos y del caribe, que de alguna manera también se verían afectados con la retención de las remesas.
Sostén de la casa
El año pasado ingresaron a México más de 24 mil 899 millones de dólares producto del trabajo de más de 35 millones de mexicanos en Estados Unidos. La expectativa del Banco de México es que en este año se pueda llegar a una cifra cercana a los 30 mil millones de dólares, pues la emigración de mexicanos hacia Estados Unidos sigue a la alza.
En términos macroeconómicos, se estima que el 2016 se cierre con ingresos por remesas superiores a los que pueda generar la venta de petróleo y por derrama turística
Ya pasó en el 2015, cuando las remesas de los migrantes fueron por mucho mayores a los recursos captados por venta de crudo, los que se ubicaron en los 18 mil 779 millones de dólares.
Los dólares de los migrantes también superaron en gran medida los más de 15 mil 682 millones de dólares que dejó el turismo internacional.
Por esa razón, Marco Antonio Aviña, del Club de Migrantes Michoacanos en California, aseguró que el Gobierno federal debe plantear una política oficial fuerte frente a las pretensiones de Donald Trump, pues sus intenciones no solo dañarían la economía de los migrantes y sus familias, sino que afectará a la economía nacional.
En Michoacán, Zacatecas, Puebla, Oaxaca y Chiapas, agregó, hay comunidades completas que subsisten gracias a los dólares que mandan los trabajadores en Estados Unidos.
“La pobreza es tan extrema en algunas comunidades que si no fuera por la ayuda de las remesas nuestras familias en México no tendrían ninguna posibilidad de subsistir”, dijo.
El programa de obras sociales denominado 3 por 1, donde los migrantes aportan recursos para obras de infraestructura, ha dado vida a cientos de comunidades que estarían en el olvido ante la falta de recursos de los gobiernos locales, destacó Aviña.
En Michoacán, desde el 2011, el programa de obras con participación de los migrantes ha hecho posible al menos 650 acciones que van desde pavimentación de calles, suministro de agua potable, construcción de plazas públicas y mejoramientos de caminos.
Lo mismo ocurre en Zacatecas, donde en los últimos tres años se han realizado al menos 420 obras con participación de los migrantes.
Datos del Gobierno estatal de Chiapas indican que en esa entidad también se ha podido avanzar en materia de infraestructura urbana gracias a la participación de los migrantes. En solo 2 años de gobierno se han realizado 371 obras públicas. También eso pasa en Oaxaca, donde el Gobierno estatal y los migrantes pudieron poner en operación 632 obras de beneficio común con la aportación directa de los trabajadores en Estados Unidos.
Rezan para que Trump no sea presidente
“Donald Trump es un loco”, dice el padre Gustavo Rodríguez, responsable de la pastoral de migración en la diócesis de Puebla.
“Si lleva a cabo su propuesta de frenar el reenvío de remesas a las familias de migrantes, no solo va hacer que se colapse la economía de México, sino también la de Estados Unidos”, agrega.
Jesús Alfredo Gallegos Lara, el “Padre Pistolas” de Michoacán, confía en que Trump no obtenga el voto mayoritario, pero le preocupa un posible recrudecimiento de la política antiinmigrante de Estados Unidos. Sobre todo porque en su región, la zona de Chucándiro, es una de que se sostienen con el envío de remesas de los que emigran hacia Estados Unidos.
En Zacatecas, el padre Antonio Ledezma –activista que ha dedicado los últimos 20 años de su vida sacerdotal al auxilio de los migrantes– comenta a Reporte Indigo que las oraciones de todos los zacatecanos están dirigidas para que Trump no llegue a la presidencia de Estados Unidos.
“Sería un desastre para nuestro estado”, asegura.
Y es que en Zacatecas, de acuerdo a datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), 6 de cada 10 familias de la zona rural se mantienen con el trabajo de los migrantes.
Solo el año pasado, esa entidad recibió 304 millones de dólares, de los 23 mil millones que contabilizó el Banco de México como ingreso a la balanza comercial del país; casi 60 por ciento se concentró en los municipios de Sombrerete, Fresnillo y en la propia capital del estado.
“Lo único que nos queda es pedirle a Dios para que este señor cambie su forma de pensar, y que entienda todas las vidas que afectaría con sus decisiones”, dice el padre Ramón López, de la pastoral de migración y movilidad social de la diócesis de Oaxaca.
La pobreza los empuja a salir
Las condiciones de violencia y de extrema pobreza que se han agudizado en los últimos años en estados como Guanajuato, Zacatecas, Michoacán, Oaxaca, Chiapas, Puebla y Guerrero, ha hecho que la expulsión de mano de obra hacia Estados Unidos parezca que no tiene fin, señala el sociólogo Andrés Barajas de la Universidad Autónoma Metropolitana.
Esa es la razón, asegura, por la que México ocupa el primer lugar en migrantes que se van a Estados Unidos.
Según cifras del Banco Mundial en los últimos cinco años en promedio anual han sido casi 900 mil los mexicanos que han tenido que emigrar de su zona de origen para buscar emplearse en Estados Unidos.
Esta cifra se dimensiona si se toma en cuenta que el número de centroamericanos que anualmente cruzan por México con la intención de llegar a Estados Unidos es de casi 700 mil.
Uno de los estados mexicanos que repunta en cuanto a la mano de obra expulsada de sus lugares de origen, es Michoacán, donde la violencia es el principal motor de ese fenómeno.
Según datos de la Secretaría del Migrante en el Estado el año pasado fueron casi 34 mil migrantes los que salieron solo de la región de Tierra Caliente.
De 2010 al 2015 se registró la salida de casi 15 millones de mexicanos con destino a cualquier empleo en Estados Unidos, superando a India, de donde han salido en los últimos 6 años, 12 millones de personas salieron del país en busca de oportunidades, o la de Rusia que ha generado más de 11 millones de emigrantes en los últimos años.
Los datos el INEGI, actualizados hasta el 2010, revelan que la principal entidad expulsora de mano de obra es Guanajuato, con una población 116 mil 235 desplazados. En segundo lugar se encuentra el estado de Michoacán con 83 mil 642 personas que decidieron salir en busca de mejores posibilidades económicas y sociales.
Los datos del Consejo Nacional de Población (Conapo) indican que de cada 10 personas que deciden emigrar, solamente 4 de ellas lograr el objetivo de colocarse en un empleo en Estados Unidos, el resto que regresa insiste en la posibilidad de continuar el retorno hasta en cinco ocasiones más.
El eterno regreso
El drama de los migrantes mexicanos y su expulsión de Estados Unidos no solo es un problema particular. Se trata de un conflicto social en el que los gobiernos estatales, a través de las oficinas de atención al migrante, destinan grandes cantidades de dinero. El presupuesto anual destinado a las oficinas de atención a los repatriados oscila entre los 30 y los 70 millones de pesos, por estado.
De acuerdo al Instituto Nacional de Inmigración (INM) de la Secretaría de Gobernación, el estado que más repatriados registra –con corte de abril del 2016– es Oaxaca con 3 mil 854 personas.
Sigue Guanajuato con 3 mil 762 repatriados y Guerrero, que a la fecha ha recibido a 3 mil 629 migrantes expulsados de Estados Unidos. Michoacán se ubica en la quinta posición de repatriados con 3 mil 600 personas retornadas.
De todos los migrantes mexicanos que han sido deportados en este año desde Estados Unidos a alguna estación migratoria en suelo mexicano, por lo menos 8 de cada 10 recibieron ayuda económica y humanitaria por parte de sus gobiernos estatales a fin de poder retornar a sus lugares de origen, de donde al menos 6 de cada 10 vuelven a realizar entre uno a cinco intentos por cruzar la frontera con Estados Unidos.
Ya en territorio local la mayoría de ellos no cuentan con ningún tipo de programa oficial que les permita arraigarse en sus comunidades. Ninguna entidad tiene programas de empleo para los migrantes repatriados.