Las ‘verifitransas’
Verificar un auto en la Ciudad de México se ha vuelto un vía crucis. En plena época de Cuaresma hice frente al mío detectando, de paso, reveladoras irregularidades.
Pecar de precavido tiene consecuencias nefastas para el bolsillo ciudadano. El 3 de marzo antes de acudir a un verificentro opté por checar el sistema en línea de la Secretaría de Finanzas capitalina.
Predeterminado del sitio
Verificar un auto en la Ciudad de México se ha vuelto un vía crucis. En plena época de Cuaresma hice frente al mío detectando, de paso, reveladoras irregularidades.
Pecar de precavido tiene consecuencias nefastas para el bolsillo ciudadano. El 3 de marzo antes de acudir a un verificentro opté por checar el sistema en línea de la Secretaría de Finanzas capitalina.
Al ingresar mis placas en la página de la Tesorería el sistema indicó que tenía una multa por una verificación extemporánea por mil 346 pesos (cantidad redondeada). Ingresé por segunda vez mi placa y el resultado fue el mismo.
Ese lunes de prisas y distracción supuse se me había pasado verificar mi coche a tiempo. Con pesar afronté mi supuesto descuido: hice un pago electrónico, generé un pdf, lo imprimí y acudí a un verificentro de la colonia Del Valle.
Luego de 45 minutos en la fila de autos, una empleada requirió mis papeles. Al verlos soltó: “Esta multa no la debe”.
Extrañada, miré la hoja del pago y le dije que la Tesorería así lo había indicado. La mujer con cachucha y lentes insistió: “Aún tiene todo el mes para verificar”.
Revisé mi copia impresa y entonces detecté un sutil cambio. El número de mi placa aparecía como 276 y no como 267. ¡El pequeño gran detalle!
Se lo hice notar a la empleada, quien en tono irónico comentó: “Ja, los errores de la Tesorería”. Al ver mi rostro desencajado, agregó: “Solicite una rectificación para que le devuelvan su dinero… a ver qué logra”.
A manera de consuelo me sugirió retornar con la carta factura de mi automóvil para conservar la calcomanía doble cero. “¿Ya la tiene?”, preguntó. “Estoy a punto de recogerla”, contesté.
Días después y una hora 15 minutos de fila en cuatro ruedas volví a encontrarme con la empleada del verificentro.
Checó mis documentos y al rato retornó diciendo que “por fiscalización” no podía verificar. Aunque no tenía ningún adeudo, me dijo debía ir a la Tesorería de Izazaga.
“Bájese y apunte lo que debe llevar en original y copia”, indicó. Tarjeta de circulación vigente, tenencias pagadas, factura del auto, identificación oficial.
“Avance”, me apresuró extendiéndome una fotocopia donde se leía: “Sin adeudos… Vehículo reportado por fiscalización y no puede verificar”.
Mi odisea burocrática y el encuentro con más “verifitransas” iniciaba.
Si no pagas, no verificas
En segundos la Secretaría de Finanzas provee información parcial y a conveniencia. Cobra multas que no se deben bajo criterios de opacidad y sin sustento.
Tratar de realizar trámites con la misma celeridad y eficacia para los ciudadanos es imposible. La autoridad local te manda a enfrentar cara a cara al monstruo de la burocracia que, bien sabemos, es feroz y despiadado.
Para llegar a la Tesorería de Izazaga destiné más de 12 horas distribuidas en cinco mañanas, donde hacer fila y llevar fotocopias son la condición sine qua non.
En la oficina del Centro Histórico me enteré por fin que el “candado” que me habían puesto para verificar tenía detrás el pago a destiempo de una tenencia.
“Pero si pagué el refrendo de 2013 y la tenencia previa sin problema, ¿por qué ello no se notificó y cobró en el momento?”, pregunté al empleado de barba de candado.
“Es que no hizo el pago a tiempo en… antes… aquí lo marca y entonces debe pagar 963 pesos para que pueda verificar”, me contestó nervioso.
Acá no hay opción, “si no paga, no puede verificar”, me dijo el empleado haciendo señas a otra persona que esperaba turno.
Poco antes escuché a una señora de cabello corto y cano suplicando al borde del llanto a la empleada del escritorio contiguo: “Multa tras multa, ¿pero es que ustedes no entienden que no tenemos dinero?”. Cuando la busqué había desaparecido como una alma en pena.
Tuve la suerte de encontrar, un modo para hacer frente a la multa inesperada. Con el fin de semana en puerta, si ese 27 de marzo no pagaba llegaba el día límite para poder verificar mi auto, me arriesgaba a tener que pagar otros mil 346 pesos a los que ya me habían cobrado sin deberlos.
“Así están recuperando las bajas monetarias que supuso el refrendo”, me comenta luego un hombre en la fila del banco a quien ya le han dejado caer dos multas similares.
Hora y media de fila después y media hora más para sacar dos copias del pago, al fin obtengo el acuse de pago de la infame multa.
“Ahorita no puedo ingresar la línea de captura, pero hacia las 3 de la tarde usted podrá verificar su auto, se lo aseguro”, me explicó el empleado sonriendo satisfecho. La lluvia de cuestionamientos había menguado y en las arcas de la Tesorería de Izazaga había caído una multa más.
De ahí me fui a la Secretaría de Medio Ambiente. En Tlaxcoaque no. 8. entregué mi carta denuncia por la multa que me cobraron sin sustento y que lleva por sello la absoluta irregularidad: un número de placa distinto.
La Oficialía de Partes, me informaron, me entregará un oficio “en diez o 15 días”. Cuando ello ocurra dará inicio mi siguiente vía crucis de temporada.
El ‘chicle y pega’ del GDF
El colofón de las “verifitransas” fue perfecto. Tras saludar por cuarta vez a la empleada del Verificentro ese viernes por la tarde y comentarle mis últimas novedades, topé a un hombre joven que también hacía frente a unas irregularidades.
Un día antes Iván Contreras había liquidado el “famoso refrendo 2014” para su auto Jetta 2010. Imprimó el formato universal del pago, por un monto de 434 pesos.
Para verificar la operación recién realizada reingresó a la página de Finanzas: el pago aparecía como no hecho. Acudió a un módulo universal de la Tesorería y grande fue su sorpresa cuando ahí le dijeron que el sistema siempre va a generar formatos de pago y si uno paga es bajo nuestra propia responsabilidad.
“El del módulo de la Tesorería me dice que no haga caso que ese comprobante es un ‘chicle y pega’ del GDF”, cuenta.
El problema mayor vino luego en el verificentro. Le dijeron que tenía una multa por verificación extemporánea, aunque tenía hasta el 31 de marzo para hacerlo.
La multa aparecía en el sistema de Finanzas, confirmó Iván. Hizo un PDF del adeudo que horas antes no aparecía. Fue de nuevo al módulo de Finanzas ubicado en Parque Delta donde le explicaron que “los formatos para pagar siempre se van a generar, pero que uno debe de llevar en la mente si esa multa procede o no procede, que al gobierno mientras más dinero le entre es mejor”.
Iván no tenía más tiempo ese día para seguir con el embrollo, acudió a su mecánico, quien le dijo que él verificaba su auto sin problema. Así fue, en el Verificentro de Zaragoza obtuvo la calcomanía de no contaminación.
¿Cómo le hizo “el maestro”? Se enteró luego del “modus operandi”: en la calle “unos chavos” solicitan 700 pesos cuando se hace la fila en el auto. Ellos mismos hacen el pago en la caja del verificentro. Después hay que darle propina a los que se suben a tu auto para hacer la prueba de la verificación “y también a la chava que te pega el holograma en tu ventanilla”.
Es más, se puede obtener sin llevar siquiera el vehículo.
Me cuenta esto al caer la tarde del 28 de marzo mientras verifican al fin mi auto. Acompaña a su hermana. Vienen del Verificentro de Tlalpan, donde a ella le dijeron que su último comprobante de verificación es falso.
Tuvieron que llamar a la agencia Honda Universidad de donde salió el auto con la calcomanía. Ahí le pidieron ir al “verificentro de origen”, donde yo los topo. El auto pasa la verificación sin broncas.
En algunos módulos universales de pago del DF informan que “si verdaderamente quieres saber si tu auto tiene multas” debes de ir a unos módulos especializados en la Álvaro Obregón, en la colonia Roma.
“Ahí te harán esperar de 5 a 8 horas, o tú decides si pagas las multas de verificación extemporánea que te aparecen en la página de Finanzas del DF. A fin de cuentas tú debes de llevar en tu mente si proceden o no. En fin… ¡viva México!”, remata Iván.