Hasta antes de que Felipe Calderón comenzara su estrategia de seguridad en contra del narcotráfico, México tenía bien definidos los territorios de los cárteles de la droga.
En 2006, cuando Calderón llegó al poder, en el país había cuatro grandes organizaciones criminales: la de Sinaloa, Juárez, el Golfo y la Familia Michoacana.
Sus bastiones eran evidentes. Tenían al país seccionado en claras zonas en las que solo ellos mandaban.
Pero con la llamada guerra que la administración calderonista emprendió contra el tráfico de drogas y las luchas entre grupos por el control de rutas y mercados, surgieron las divisiones y el nacimiento de organizaciones nuevas.
Un informe difundido hace unas semanas por la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) revela que el nuevo mapa del narcotráfico en el país no está tan definido como antes.
Y es que además de los principales grupos del narco que operan en México –Los Zetas; el Cártel de Sinaloa; el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG); el Cártel de los Beltrán Leyva; el Cártel del Golfo; el Cártel de Juárez; La Familia Michoacana y Los Caballeros Templarios– existen células disidentes de esos mismos cárteles que disputan territorios históricamente ocupados por los grandes capos.
El documento de la DEA destaca que el CJNG es el grupo que ha mostrado mayor crecimiento y empoderamiento en los últimos años, ya que aprovechó las alianzas o debilidades de sus rivales.
Por su parte, los grupos que han perdido gran presencia y fuerza de acuerdo al documento de la agencia norteamericana son la Familia Michoacana y los Caballeros Templarios, quienes en el último año han degradado su operatividad, capacidades y cohesión organizacional.
El reacomodo tras la fuga
Para cuando el sexenio de Felipe Calderón terminó, los cárteles habían cambiado drástica y violentamente sus lugares de operación.
Con la muerte de Heriberto Lazcano, “El Lazca” o “El Verdugo”, abatido en octubre del 2012 durante un enfrentamiento con infantes de Marina, expertos auguraron un crecimiento para la Federación de Sinaloa, encabezada en ese tiempo por Joaquín “El Chapo” Guzmán.
“El gran ganador es ‘El Chapo’ cuyo primer objetivo será tomar Nuevo Laredo con la ayuda del Cártel del Golfo”, explicó el especialista George Grayson en una entrevista para BBC Mundo.
Los analistas presagiaron un repunte en la violencia, derivado de la disputa por los mercados y rutas de tráfico. Y no se equivocaron.
Luego, este año tras la fuga –por segunda ocasión– de “El Chapo” de un penal de máxima seguridad, el mapa del narcotráfico en México comenzó a mutar nuevamente.
Analistas consultados por BBC Mundo coincidieron en que el inicio de un reacomodo de los cárteles de la droga que operan el país es previsible, además de que no descartaron que Guzmán pueda encabezar una lucha interna para recuperar el poder dentro del Cartel de Sinaloa, el cual fundó con otros capos en la década de los 90.
Algunos incluso previeron un enfrentamiento con organizaciones que fueron aliadas, como el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
Sin embargo, los pronósticos en esta ocasión son más optimistas, pues la mayoría de los expertos conviene en que es poco probable que el clima de violencia que se vivió en la década pasada se repita, por la sencilla razón de que algunos de quienes fueron los principales enemigos de “El Chapo” están muertos o fuera de operación.
Por ejemplo los cárteles de Tijuana y Juárez, que actualmente están reducidos a un pequeño territorio en las ciudades que les dieron nombre.
En situación similar se encuentran los Zetas, los del Golfo, los Caballeros Templarios y la organización de los hermanos Beltrán Leyva.
Es por eso que prácticamente solo el CJNG puede provocar una nueva guerra, pues además, esta organización ya se había quedado con parte del territorio que controlaba la organización de Sinaloa, sobre todo en estados del occidente del país como Jalisco, Nayarit y Colima. Y su poder se consolidó justamente cuando Guzmán fue encarcelado la segunda vez.
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