Los cárteles ‘discretos’

Hasta antes de que fueran señalados por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, al menos cuatro cárteles de las drogas no aparecían en el mapa de persecuciones del gobierno mexicano. 

Son los cárteles discretos, los que desde el anonimato, durante años, pudieron trasegar y lavar dinero sin llamar la atención de las autoridades locales.

J. Jesús Lemus J. Jesús Lemus Publicado el
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Hasta antes de que fueran señalados por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, al menos cuatro cárteles de las drogas no aparecían en el mapa de persecuciones del gobierno mexicano. 

Son los cárteles discretos, los que desde el anonimato, durante años, pudieron trasegar y lavar dinero sin llamar la atención de las autoridades locales.

El reciente señalamiento de La Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, que advierte sobre la operatividad de un nuevo cártel en México, el de Los Laredo, puso en evidencia las deficiencias del sistema de inteligencia mexicano que combate al narcotráfico.

Hasta antes de esa exposición pública sobre la existencia de este cártel, en ninguna instancia del gobierno mexicano se había hablado de esa organización criminal, ni siquiera esa agrupación era reconocida como célula delincuencial en los estados de Guerrero y Michoacán, en donde mantiene sus centros de operaciones.

El Departamento del Tesoro de Estados Unidos también ya se había adelantado al gobierno mexicano denunciando la operatividad de los grupos Los Calabazos, en los estados de Guerrero, Morelos y Sonora; Los Meza Flores, en los estados de Sonora y Sinaloa; y Los Cuines, en Michoacán y Jalisco.

Los cuatro cárteles señalados desde el gobierno de Estados Unidos cobran importancia en el mapa criminal mexicano, no por la forma en que por años pudieron mantenerse lejos de la persecución oficial, sino por los montos de droga que han podido trasegar hacia Estados Unidos y la red establecida para el blanqueado de dinero.

El cártel de Los Cuines, por ejemplo, pese a que hasta el año pasado no existían para el gobierno mexicano, fue reconocido por la DEA como “el cartel más rico del mundo”, esto luego de los trabajos de investigación del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, que ubicaron propiedades, cuentas bancarias y “negocios” asociados a los de Joaquín “El Chapo” Guzmán.

Para el gobierno mexicano tampoco existía en su mapeo criminal Abigael González Valencia, jefe de Los Cuinis; cuando se dio su detención, no pasó de ser clasificado como un narcotraficante local de Puerto Vallarta, Jalisco. Pero la DEA desmintió la posición al referirse a González Valencia como “el narco más rico del mundo”, por encima incluso del propio Guzmán.

Lo mismo sucedió tras la ubicación, por parte del gobierno de Estados Unidos, y detención por cuenta de Fuerzas Federales mexicanas, de Fausto Isidro Meza Flores; este narcotraficante era considerado por el gobierno de México dentro de la escala de subordinados del cártel de los hermanos Beltrán Leyva.

Pero los datos aportados por el Departamento el Tesoro de Estados Unidos, evidenciaron que Meza Flores mantenía en operación su propio cártel de las drogas. Luego de haberse iniciado como parte del cártel de Sinaloa decidió independizarse y pudo hacer negocios con otros carteles, como el Tijuana y el de los Hermanos Beltrán Leyva, alcanzado su autonomía financiera. Desde el anonimato pudo mantener en operación los grupos Los Mazatlecos y La Oficina.

Hasta antes de que el gobierno norteamericano incluyera en su lista de grupos delictivos peligrosos al cártel de Los Güeros o Los Calabazos, esa organización criminal tampoco existía para el gobierno mexicano. 

A lo más se trataba de una célula al servicio del cártel de Sinaloa, pero sin reconocimiento oficial de una estructura bien organizada de lavado de dinero.

Fuera del radar
 
Otros narcotraficantes han sido clasificados como “los más buscados por la DEA”, mientras que en México ni siquiera se les ubica en las listas de “objetivos nacionales” de la Procuraduría General de la Republica.
 
>Alejandro Chavarría Gallegos
Gionavi 
>Ruanova Gayoso 
>Ismael 
Ríos Gallegos
 

No aparecen en el mapa

La designación como nuevo cártel de las drogas en México, del grupo de Los Laredo ha puesto de nueva cuenta en evidencia al sistema de inteligencia mexicano. 

De acuerdo al Departamento del Tesoro de Estados Unidos, la agrupación criminal de los hermanos Job, Ismael y Rubén Laredo Donjuan, tiene la capacidad de lavar el dinero que le reditúa el tráfico de heroína.

Hasta hace unos días, el cártel de Los Laredo no existía en el mapa del gobierno mexicano, pese a que –según lo dicho por el gobierno de Estados Unidos- desde el año 2008, el cártel de los Laredo ha estado relacionado en la fabricación, importación y distribución de heroína, pudiendo acceder a dinero limpio para refinanciar sus actividades.

¿Quiénes son Los Laredo?

Los mencionados como jefes de la estructura criminal de Los Laredo no cuentan con averiguaciones previas en las procuradurías de justicia ni de Michoacán o Guerrero.

Los hermanos Job, Ismael y Rubén Laredo Donjuan son reconocidos por algunos grupos de autodefensa en Michoacán, pero se les relaciona como exsocios del cártel de los Caballeros Templarios y con vínculos con algunos integrantes de los grupos de autodefensa, principalmente de los que comanda Luis Antonio Torres “El Americano”.

A Job se le menciona como el autor de la iniciativa para lograr la unificación en Michoacán de los cárteles del Golfo y La Familia. Fue el promotor de la reunión de jefes del narco celebrada en diciembre en Úspero, municipio de Parácuaro, donde fue asesinado Carlos Rosales Mendoza, “El Carlitos”, fundador del crimen organizado en la entidad.

Los Laredo también son responsables de las negociaciones con el cártel de los Zetas, iniciadas para que se unieran al nuevo cartel que se pretendía integrar desde los primeros días de este año, pero las negociaciones no se concretaron a causa de la muerte de “El Carlitos”, que era su emisario.

Los hermanos Laredo San Juan se iniciaron en el negocio del narcotráfico hacia el año 2005, dentro de la estructura criminal de Gregorio Sauceda, quien se quedó a cargo del grupo de Los Zetas y del Golfo cuando Carlos Rosales Mendoza fue detenido y enviado a la prisión federal de Puente Grande, en Jalisco, justo cuando intentaba hacer el asalto a la cárcel federal de Almoloya para liberar a su compadre Osiél Cárdenas Guillén.

En algún momento de su actividad criminal, los Laredo Sanjuan fueron también socios de Nacho Coronel, Los Cuinis y de Nemesio González Oseguera, de los que se distanciaron tras la muerte de Carlos Rosales, estableciendo una guerra a muerte entre su grupo y los que luego serían los fundadores del Cártel Jalisco Nueva Generación.

Actualmente Los Laredo Sanjuán financian a algunos grupos de autodefensa, a los que se identifica con una “X” en las portezuelas. Esos mismos grupos de autodefensas –dijo una fuente del movimiento- son los que reciben también instrucciones de algunos jefes del cartel de los Caballeros Templarios, entre ellos los conocidos como “El Gallito” Luta y Roy “Troyano”.

 
 

 

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