Los cuatro ejes de la violencia

Estos ejes explican el flagelo de la violencia en los espacios fronterizos. Uno se refiere a los feminicidios, otro involucra la criminalización de los jóvenes, el tercero toca el tema de la migración y el último, al crimen organizado.

Así lo considera José Manuel Valenzuela Arce, director del Departamento de Estudios Culturales del Colegio de la Frontera Norte.

Estos ejes explican el flagelo de la violencia en los espacios fronterizos. Uno se refiere a los feminicidios, otro involucra la criminalización de los jóvenes, el tercero toca el tema de la migración y el último, al crimen organizado.

Así lo considera José Manuel Valenzuela Arce, director del Departamento de Estudios Culturales del Colegio de la Frontera Norte.

Valenzuela Arce participó en el coloquio “Topografías de la violencia en México”, organizado por este colegio y la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, en donde expuso los hallazgos de un fenómeno que ha estudiado desde hace tiempo.

Los feminicidios

El feminicidio alude a prácticas inscritas en un orden patriarcal. 

Sin embargo, en el centro se ubica un proceso largo de precarización en la vida de las mujeres que arranca con la prohibicionista Ley Seca de 1919 a 1933. 

El establecimiento de la industria maquiladora, junto con el programa de industralización fronteriza de 1965, determinó otro nuevo marco de precarización laboral en ciudades que han crecido bajo dinámicas muy fuertes de atracción migratoria. 

Esto supuso a la vez un nuevo fenómeno de precarización urbana: espacios sin servicios adecuados

Fue en este escenario que emergió el asesinato de mujeres que en un primer momento se le llamó “Las Muertas de Juárez”, y luego adoptó el término de feminicidio.

Migrantes

De acuerdo con Valenzuela Arce con el inicio de la Operación Guardián, en 1994, se disparó un incremento de la vulnerabilidad de las y los migrantes en la frontera norte.

Hubo una redefinición del control de la frontera por parte del vecino del norte. La hicieron un asunto de seguridad nacional y con la Guardia Nacional se fortalecen los controles fronterizos no para evitar la migración sino para controlarla.

Es en este punto donde se comenzó a percibir a México como un país frontera que realizaría el trabajo sucio para Estados Unidos, como un elemento contenedor de la migración centroamericana que se dirige hacia ese país.

Han quedado a la vista escenarios de vulnerabilidad de los migrantes que muchas de las veces terminaron muertos.

Los jóvenes victimarios

El profesor Valenzuela Arce recuerda que diez de cada nueve personas asesinadas con armas de fuego son jóvenes, de acuerdo con datos de la OEA. 

Y explica que este sector ha ido creciendo también a la sombra de ciertas lógicas de precarización, donde se han vuelto “víctimas extorsionables y el abuso policial es claro”.

Las dinámicas del control barrial han pasado por la figura del “Pachuco”, de los años 30, a la del “Cholo” y a la reapropiación más reciente, en los años 80, del fenómeno conocido como los “Mara Salvatrucha”, indica el  director del Departamento de Estudios Culturales del Colegio de la Frontera Norte.

El narco

“Este se solapa sobre las otras tres e impone nuevos rasgos a las lógicas de la violencia y con ello se empezó a ver un ‘crussing’ de la muerte”, asegura el profesor.

Este “crussing” tiene que ver con la falsedad que planteó la guerra impulsada por Felipe Calderón. 

“Como sabemos, la droga sigue llegando sin problemas a todos los lugares, y como sabemos esto (propició) una suerte de sitio a los espacios de libertad de la sociedad civil: más cateos domiciliarios, más cateos militares y policiales, más retenes en las vías públicas”.

Al mismo tiempo generó el crecimiento de las condiciones de indefensión y vulnerabilidad de la población con el suplicio público que usaron para obligar a “respetarlos”.

‘Urge una nueva posición’

Valenzuela Arca plantea la necesidad de analizar y redefinir distinos elementos. 

El primero se refiere a observar que el consumo de estupefacientes no era un problema en México.

La última encuesta de adicciones en plena guerra contra el narco, dice, planteaba que había un 5.7 por ciento de mexicanos que alguna vez habían probado una droga. Se trataba de no adictos y no usuarios; mientras que Estados Unidos reporta 25 millones de usuarios y adictos. ¿Por qué allá no se están matando?

Es por ello que se debe cuestionar la lógica sobre la que se ha ido construyendo la supuesta guerra contra el crímen organizado, según la evaluacion del especialista.

Lo anterior pasa por discutir quiénes son los actores de ese proceso, más allá de las “figuras intermedias identificables: los capos que aparecen en las noticias”.

Preguntas estratégicas

“¿Qué significa reconocer, con datos del New York Times y del Washington Post, que la DEA traslada el dinero del narcotráfico? ¿Qué significa que la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas y Explosivos en 2006-2007 entregara armas directo a los narcotraficantes a través de un recepetor abierto y, de 2000 a 2011, lo hiciera a través del operativo Rápido y Furioso?”.

En 1914, con la Ley Harris, se prohibió en Estados Unidos el uso de los derivados del opio y de la cocaína. “Curiosamente en México no pasa eso”, acota el experto.

A partir de entonces que en los espacios de frontera crece un sector de comerciantes vinculados con el trasiego de estos productos que no están trabajando en aras de la disminución, si no todo lo contrario.

“El poder del narcotráfico no son las R15. El gran poder del narco han sido las redes de complicidad, corrupción e impunidad que se han tejido en este país”, remata.

 

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