Los empresarios callaron…
Como en la canción de José Alfredo Jiménez. De pronto ni el Consejo Coordinador Empresarial (CEE) ni la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin) volvieron a decir algo. Silencio sepulcral en Día de Muertos.
Una semana ha pasado desde que en el Senado la alianza del PAN y partidos de izquierda doblaran al PRI en la reforma laboral obligando a que aceptaran parcialmente la transparencia sindical.
Tras esos siete días ya no asomaron la cabeza. Solo un desplegado le dedicaron.
Armando Estrop
Como en la canción de José Alfredo Jiménez. De pronto ni el Consejo Coordinador Empresarial (CEE) ni la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin) volvieron a decir algo. Silencio sepulcral en Día de Muertos.
Una semana ha pasado desde que en el Senado la alianza del PAN y partidos de izquierda doblaran al PRI en la reforma laboral obligando a que aceptaran parcialmente la transparencia sindical.
Tras esos siete días ya no asomaron la cabeza. Solo un desplegado le dedicaron.
Los empresarios se cansaron de rogar por la reforma laboral, se cansaron de decir que sin ella mueren.
En un par de desplegados unos días previos a su aprobación, los integrantes del CCE exigieron que la reforma laboral se aprobara en los términos en que los diputados la mandaron al Senado.
Fue el 18 de octubre cuando dieron a conocer su postura en la que a pesar de que “no es perfecta” urgía aprobarla.
Fue entonces que los empresarios dieron a conocer que en materia laboral se había ya perdido mucho tiempo, por lo que era urgente un cambio en el tema.
“Es una señal clara de que, por fin, México se mueve en el sentido correcto.
“Ya hemos desperdiciado muchos años, dejando pasar oportunidades que otras naciones sí han aprovechado.
“Aún cuando esta reforma implicaría costos y cargas adicionales para las empresas, nuestra prioridad es avanzar con una visión de País y concretar los cambios que nos benefician como sociedad”, decía el exhorto que retomaron todos los medios de comunicación.
Los capitanes de empresa advirtieron que querían, a pesar de que la discusión central durante semanas había sido aplicar transparencia a los sindicatos, que no hubiera cambios en el documento.
“Apoyamos decididamente el proyecto de reforma laboral, sin enmienda ni modificación alguna”, establecía la publicación.
La Concamin se unió a la exigencia.
“Concamin exhorta al Senado de la República a anteponer el bien, supervisar el progreso nacional y aprobar la reforma laboral en los términos del dictamen que fue remitido por la Cámara de Diputados, la cual incrementa la capacidad del crecimiento económico y laboral que demanda la nación”, firmó en los periódicos Francisco Futanet, el líder de esa organización.
A Funtanet, el senador panista Javier Lozano, principal promotor de que se cambiara la minuta, lo acusó de ser cercano a Enrique Peña Nieto.
Las solicitudes generaron la idea de que estaban inmersos en el tema. Pero al no ser como ellos lo pidieron, ya nada pasó.
No era perfecta… y la ignoraron
Ahora la reforma se encuentra en un limbo legislativo.
El Partido Acción Nacional insistió en que seguía teniendo calidad de preferente y con plazo perentorio.
Los priistas hasta ironizaron. Llegó el plazo fatal.
Los alcanzó noviembre y a más tardar el 15 de este mes los diputados recibirán el primer proyecto de presupuesto de egresos para el próximo sexenio.
En los siguientes días será el tema más discutido en la Cámara Baja.
El coordinador de los diputados del tricolor, Manlio Fabio Beltrones, ya dijo que es muy seguro que se termine publicando en el Diario Oficial, para que pueda entrar en vigor, cuando Enrique Peña Nieto sea presidente.
En los pasillos del Senado y de la Cámara de Diputados se asegura que fue una división entre Beltrones y el coordinador de los senadores, Emilio Gamboa, lo que generó que se modificara en la Cámara Alta y regresara a los diputados.
Un atorón legislativo que no preveía el artículo 72 constitucional y deja a la reforma laboral, que esperó 40 años para ser revisada, en la calidad de todas las demás iniciativas que hay en el Congreso.
Ya se involucró a Enrique Peña Nieto, al presidente Felipe Calderón…
Los patrones tomaron distancia
El cruce de acusaciones entre partidos generó un ambiente tenso ante el cual tampoco ha habido un posicionamiento de los empresarios.
No han dicho si estuvo bien o mal obligar a que los sindicatos tengan criterios de transparencia en su gasto y de democracia a la hora de elegir a sus líderes.
No han dicho si fue un error o si estuvo bien que con el derecho de los votos, la oposición al PRI lograra las modificaciones.
Cambios a los que el tricolor se resistió hasta el último momento.
Actores primordiales en la reforma laboral los organizaciones patronales han optado por tomar distancia.
Sus labios ya no se abrieron ni para decir: ya no la quiero.Habrá que esperar que la reforma laboral no corra con un destino amargo y negro, como la suerte de José Alfredo.