Hospitales psiquiátricos, casas embrujadas, hoteles abandonados, haciendas antiguas y carreteras a mitad de la noche, han fungido como escenario para filmar series y películas mexicanas en el género del terror o misterio.
“Archivo 253”, que dirigió el cineasta Abe Rosenberg, se filmó en 2012 al estilo “found footage” en la clínica psiquiátrica San Rafael, que para entonces ya no operaba y al poco tiempo fue demolida.
Se decía que en este lugar penaban las almas de los pacientes que fallecieron luego de ser maltratados física y psicológicamente por los médicos que los atendían, pues les aplicaban terapias de electroshock para calmarlos.
De acuerdo con el director, el rodaje fue padecido por todo el “crew” de producción debido a que la mayor parte del tiempo eran testigos de sombras en los pasillos, muebles que se caen, objetos que se arrastran, puertas que se azotan y ruidos extraños.
La serie de televisión “Yago” se filmó en el hotel “Posada del Sol”, ubicado en la calle Niños Héroes 139, en la colonia Doctores de esta ciudad. Nunca operó como tal debido a que su construcción fue clausurada a mediados del siglo XX por falta de permisos y además tenía problemas de infraestructura.
El edificio consta de siete niveles principales y dos secundarios. De acuerdo con el staff de producción y actores como Gabriela de la Garza, Iván Sánchez y Sophie Alexander diario padecían de alguna situación paranormal.
Incluso, guardan diversas imágenes en las que se aprecian supuestos entes que los observan. Esta fue la misma locación para filmar la secuela de “Km 31”. Los actores dijeron que una niña se aparecía en el cuarto 103.
Para tenerla “tranquila” y que no alterara el rodaje o pusiera de nervios al elenco, la producción colocó un altar de dulces y juguetes en su honor. En alguna entrevista, el actor Carlos Aragón llegó a confesar que le daba miedo ir solo al baño porque podría aparecérsele la pequeña.
Los fenómenos sobrenaturales también se manifestaron cuando se rodó la primera parte de “Km 31” en la autopista México-Toluca que atraviesa el paraje del Desierto de los Leones, donde, dicen, se aparecen un niño y un monje que perteneció al exconvento del Desierto de los Leones.
Basado en estas leyendas, el director Rigoberto Castañeda filmó el largometraje y declaró que durante las grabaciones todos escuchaban el llanto de un niño muy cerca de donde, supuestamente, había muerto.