Son jóvenes que oscilan entre 17 y 25 años, sin empleo ni estudios, la mayoría principiantes en el mundo del narcomenudeo a quienes se les paga por realizar levantones, distribuir droga, cobrar cuentas y decapitar a los rivales.
Es la cuadrilla de sicarios al servicio del cártel Nueva Generación del Chapo Guzmán y ellos mismos se llaman: “Los muchachos de la guerra”.
La Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) ha documentado sus operaciones en múltiples homicidios relacionados con venganzas y cobro de cuentas por deudas de droga.
Protagonistas de lo que ellos mismos llaman la guerra por la Plaza del Distrito Federal, se han empeñado a demostrar su existencia a las autoridades que niegan su presencia en la capital del país y el estado de México.
“Nosotros nos dedicamos a robar, asaltar y extorsionar, la plaza de la mano con ojos, plaza que pertenece a la Nueva Generación del Chapo Guzmán, esto va con dedicatoria a aquellos que niegan la presencia en la zona Metropolitana y que sepan que la plaza no está olvidada. Atte. La Nueva Generación del Chapo Guzmán y La Mano con Ojos”, reza uno de los múltiples letreros escritos en cartulina y depositados, generalmente, junto al cuerpo de una víctima.
Algunos líderes de los llamados “Muchachos de la guerra” que han sido capturados por las autoridades del DF refieren en sus declaraciones ministeriales que operan bajo un esquema de jerarquías en el que destaca una “mesa directiva” conformada por los jefes de región, quienes a su vez tienen a su jefe de sicarios.
En dicha estructura delictiva dedicada al tráfico de drogas se maneja una nómina en la que destacan el rubro destinado al pago de las “Placas”, palabra con la que identifican a policías preventivos y de investigación del Distrito Federal.
En temporada de elecciones el rubro de la seguridad es una propuesta indispensable en la campaña de los candidatos locales y federales.
En el caso del Distrito Federal, el tema es medular dado que Miguel Ángel Mancera Espinosa, hasta ahora el más sólido aspirante a Jefe de Gobierno por parte del PRD, fue catapultado desde la Procuraduría de Justicia capitalina, donde fue el titular, a la candidatura de las izquierdas que hoy protagoniza.
A Mancera Espinosa le toco lidiar muy de cerca con estos temas y justo durante su administración se detonó la alarma de las decapitaciones y mutilaciones de personas relacionadas con el narco.
Sin embargo, el entonces procurador capitalino adoptó una postura de rechazo al asegurar que en el Distrito Federal no operan los grupos de la delincuencia organizada ni los grandes cárteles de la droga, pese a las sanguinarias evidencias.
Mancera es conocedor de una problemática muy específica que surgió en la ciudad de México a raíz de la llamada guerra contra el narcotráfico de Felipe Calderón, que propició una desbandada de personajes, integrantes de los grupos organizados, que huyendo de otros estados se refugiaron en ciertas zonas de la capital en busca del anonimato.
Conoce a “Los muchachos de la guerra”, protagonistas de las múltiples decapitaciones ocurridas en los últimos dos años en la zona Metropolitana.
En las zonas rurales de las delegaciones Tlálpan, Magdalena Contreras, Milpa Alta, Coyoacán y también en Tepito, estos grupos cobraron fuerza y rápidamente iniciaron redes de distribución, lo que a su vez propició venganzas y ajustes de cuentas entre rivales.
Poco a poco la participación de integrantes de los grupos delictivos “La Familia Michoacana”, “Los Beltrán Leyva”, “Zetas”, “Pelones”, “Mano con ojos” y “Nueva Generación”, fue evidente a través de mensajes plasmados en cartulinas elaboradas y abandonadas a propósito junto a las víctimas para dejar constancia de su presencia en el territorio capitalino.
Perseguidos, huérfanos de los grandes capos caídos en desgracia, imitadores o no, estos personajes son los autores de los misteriosos crímenes ocurridos en la ciudad.
El “sapo” que exhibe a los sicarios
Un ex policía municipal de Huixquilucan, Marco Antonio Hernández García, alias “El comandante”, a quien la PGJDF detuvo como supuesto líder de la Mano con Ojos y relevo de “El compayito”, es uno de los principales informantes que de las operaciones de “Los muchachos de la guerra”.
En su declaración ministerial integrada a la averiguación previa FCJ/CUJ-2/T3/029/12-01 el “El comandante” proporcionó detalles de sus actividades.
Por ejemplo, reconoce cómo fue que ordenó a los muchachos el levantón y posterior decapitación de una pareja que apareció muerta dentro de una camioneta quemada afuera de centro comercial Santa Fe, en Cuajimalpa, una de las zonas más exclusivas del DF.
Los mandó matar, dijo, porque Manuel Morales Ramírez, una de las víctimas, se dedicaba a vender droga y quería formar su propia organización en Tlalpan.
Por ello, ordenó al jefe de sicarios ¨El Negro¨que buscara a Manuel, lo investigara y en caso de que fueran ciertas sus intenciones de independizarse le diera “el trámite correspondiente”, en alusión a la orden de matarlo inmediatamente.
Los muchachos de la guerra cumplieron cabalmente la orden.
A las cinco de la madrugada del 11 de enero de este año, dos policías preventivos que realizaban su patrullaje en la avenida Vasco de Quiroga, afuera de centro comercial Santa Fé, encontraron un vehículo que había sido incendiado.
Era una camioneta Honda, color negro, en cuyo interior se observaron dos bultos.
A una distancia de cuatro metros de la unidad, los uniformados de la Secretaría de Seguridad Pública local encontraron dos cabezas humanas, de hombre y de mujer.
En la macabra escena también fue localizado un mensaje en una cartulina rosada: “Esto les va a pasar a la gente del “H”. Empezando por ti Mario Villegas, alias “El elegante”; Sergio Navarrete Moreno, alias “El chácharas”. Atte. El cártel de Sinaloa putos”.
Policías al servicio
No es la primera vez que se hace referencia a policías locales o federales al servicio de los grupos delictivos.
“El comandante” habló de que en la nómina de “La Mano con ojos” había una partida destinada al pago de las “placas” en referencia a los policías.
“De la nómina me decían que había ochenta mil pesos para los centrales y que esto me lo descontaban como parte del pago para las placas, me refirieron a la policía uniformada y de investigación del Distrito Federal…los tienen apalabrados desde que estaba al frente “El compayito”…eran los que les pasaban información y les daban avances de las averiguaciones en caso de que alguno estuviera relacionado”.
Justamente algunos de estos policías a su servicio, entre ellos federales, según relata “El comandante”, fueron quienes los acompañaron a ejecutar la masacre de una familia conocida como “Los Oaxacos”, en la zona del Ajusco, que marcó el antecedente de una batalla entre grupos del narcotráfico en la zona sur de la capital.
En ese supuesto intercambio de información que policías capitalinos presuntamente vendían a integrantes de la organización para mantenerlos al tanto de las acciones en su contra emprendidas por las autoridades, “El comandante” supo que un mando del área de inteligencia había montado un plan para capturarlo.
A partir de ese momento la llamada “mesa directiva” del grupo, conformada fundamentalmente por los cabecillas acordaron cuidarse mutuamente para evitar que una traición o filtración pudiera exponerlos y facilitar su captura.
Fue a finales del 2011 cuando los líderes se reunieron en la Plaza Panorama de Naucalpan, estado de México. Ahí pactaron que en caso de la policía consiguiera la captura de alguno de ellos, el siguiente subiría como jefe como parte de la estructura.
Al cabo de dos años de ajusticiamientos entre grupos rivales del Estado de México y la capital, algunos de estos muchachos de la guerra ya fueron capturados; muchos más están prófugos.
En plena contienda electoral estos episodios ocurren mientras los candidatos de uno u otro partido pelean un cargo en el Distrito Federal. En las calles, otro tipo de grupos se disputan también palmo a palmo su territorio, son los muchachos de la guerra, los sicarios que andan sueltos.