Los niños de nadie
Aún no cumple los cinco años, pero tiene bien claro por qué su padre no está con él. Por qué no lo verá nunca más.
“Soy de Honduras”, dice al presentarse. Y cuando le preguntan por qué vino a México, se toma su cabecita entre las manos y suelta:
“Porque los Maras matarona mi papá”.
Sus ojos se pierden por un momento y de inmediato agrega:
“Era un Mara que estaba pelón, pelón y... toda su cabeza y su cara estaba pintada”.
Mataron a mi papá, repite una y otra vez. Y con una voz tenue explica que su mamá ya le dijo que él no debe volverse Mara.
Predeterminado del sitio
Aún no cumple los cinco años, pero tiene bien claro por qué su padre no está con él. Por qué no lo verá nunca más.
“Soy de Honduras”, dice al presentarse. Y cuando le preguntan por qué vino a México, se toma su cabecita entre las manos y suelta:
“Porque los Maras matarona mi papá”.
Sus ojos se pierden por un momento y de inmediato agrega:
“Era un Mara que estaba pelón, pelón y… toda su cabeza y su cara estaba pintada”.
Mataron a mi papá, repite una y otra vez. Y con una voz tenue explica que su mamá ya le dijo que él no debe volverse Mara.
“Porque ser Mara es malo”.
El niño se encontraba en los brazos de su padre cuando llegaron a asesinarlo. Desde que eso ocurrió nadie le ha brindado asistencia sicológica. Lidia con el trauma de ver morir a su papá como puede.
Por seguridad no se revela su nombre. Él y el resto de su familia llegaron hace unos días a México.
Llegó con su madre y sus dos hermanos mayores, de 10 y 7 años. Ahora se encuentran haciendo su trámite de refugio en el país.
Están en una de las Casas del Sur, en uno de los refugios de migrantes que da albergue a cientos de desplazados de Centroamérica.
¿Cuál será la suerte de este niño hondureño y sus hermanos? No se sabe. Lo que se sabe es que ya forman parte de la estadísticas que refieren que de los 2 mil 197 pequeños que llegan al país, cerca de mil 908 han sido devueltos a sus lugares de origen.
Las autoridades mexicanas reconocen que el número de niños migrantes no acompañados se ha disparado casi en 200 por ciento en tan solo un mes. Que de abril a mayo pasaron de 113 a 305.
Ante el riesgo de que este pequeño hondureño y sus hermanos sean deportados, en breve podrían tomar la decisión de ir un poco más lejos. Huir hasta la frontera con Estados Unidos, porque a su país no quieren regresar. Tienen miedo.
De ser así, se sumarían a la lista de los 52 mil niños que la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza reconoce están albergados en instalaciones del Departamento de Defensa.
El pasado 4 de julio, inició la Conferencia Regional de Migración, en Nicaragua. Ahí México hizo propuestas para coadyuvar a inhibir el fenómeno de los niños migrantes.
El gobierno mexicano calcula que para fines de este año 16 mil infantes centroamericanos cruzarán el territorio nacional para intentar llegar a Estados Unidos. Esta cifra representa casi el doble de lo registrado en 2013.
En días pasados el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y el embajador de Estados Unidos en México, Anthony Wayne, acordaron tener una colaboración permanente en el tema.
Por su parte, la subsecretaría de Población, Migración y Asuntos Religiosos se está abocando a implementar acciones masivas desde una perspectiva regional y de corresponsabilidad.
Se busca extender “las buenas prácticas de repatriación” por medio del Modelo para la Protección de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes Migrantes y Repatriados no Acompañados.
Es decir, el objetivo es terminar con la idea de que los menores que logren cruzar hasta la frontera podrán ser regularizados.
Paralelamente, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) inició el 2 de julio una campaña multimedia para desalentar la migración infantil desde Centroamérica. Esta advierte sobre los peligros del viaje y enfatiza que no existe posibilidad de legalización.
Atender las causas y no los efectos
La hermana Leticia Gutiérrez Valderrama ve esta complicada problemática bajo otra óptica. Piensa que para tratar de encontrar una solución óptima es fundamental entender por qué los niños solos o con sus madres están huyendo de sus lugares de residencia.
A la directora de la organización SMR-Scalabrinianas: Misión para Migrantes y Refugiados le preocupa que los gobiernos estén atendiendo solo los efectos y no las causas de la migración. Que no haya un perspectiva de respeto a los derechos humanos y se sigan violentando muchas de estas vidas.
“Estados Unidos está tratando de resolver el problema diciendo que esta gente está aprovechando de su bondad porque se abrió el espacio para el refugio, pero no quiere asumir la situación de crisis humanitaria, política, de desarrollo, seguridad que tiene Centroamérica”, dice.
Y enfatiza que debe entenderse a plenitud que la gente está huyendo porque no quieren que la muerte les llegue a la puerta.
Por eso, hace un llamado para que no deporten a los niños, para que atiendan las causas de fondo que provoca toda esta expulsión masiva y que no inviertan solo en hacer refugios para esos miles de infantes.
“No solo esto necesitan, necesitan estar con sus padres, en un lugar donde puedan encontrar una situación digna donde puedan vivir y desarrollarse, que en sus países haya inversión para el desarrollo, para que puedan tener un trabajo bien remunerado pero parece estas causas ni siquiera las contemplan”.
Buscando la paz
Muchos migrantes no tenían como primer objetivo llegar a Estados Unidos, sino encontrar un lugar donde estar en paz. Como desafortunadamente México tampoco es un lugar que les garantice eso porque la violencia es igual de desproporcionada, es que optan por ir a la frontera norte.
Para la hermana Leticia el que EU haya enviado más agentes fronterizos supone solo quitarse el problema de encima.
“Porque tienen una papa caliente que les está quemando”.
Al tema migrante, demócratas y republicanos le están dando respuestas políticas sin percatarse que está en juego la vida de miles de personas. De niños.
Del 9 al 13 de junio, la hermana se entrevistó con diversos funcionarios del Departamento de Estado, la Border Patrol, y con representantes del Congreso norteamericano y de la sociedad.
A todos ellos les pidió que más que deportar deberían acoger a esos niños migrantes dada la crisis humanitaria que se vive en Centroamérica y de la que han dado cuenta diversos organismos internacionales.
En Centroamérica hay altos índices de mortandad de infantes. Son países pobres, siempre lo han sido, y si huyen es porque no comen tres veces al día, no tienen trabajo todos los días y encima la violencia los empuja a salir a como dé lugar.
Y ya han visto que les secuestran a sus niños, a sus jóvenes quienes saben, no tienen otra posibilidad, “o eres Mara o eres Mara o te tienes que ir”, relata.
Para ella acogerlos es una obligación moral. Se debe evitar caigan en las garras del crimen organizado. Que mueran.
Hoy ve con pena que la lógica que se imponga desde el país del norte sea solo la repatriación. Quitar de la frontera a miles de niños migrantes que siguen siendo testigos de la muerte de sus propios padres. Como el pequeño hondureño que hoy pide asilo en México.
“¿Cómo lo van a deportar si las Maras asesinaron a su padre y por eso huye?”.