Gloria García dejó su vida en la Ciudad de México y se mudó a Tabasco para impartir clases de licenciatura en el plantel Comalcalco de la Universidad para el Bienestar Benito Juárez (UBBJ), pero menos de un año después le retuvieron su último pago, no le renovaron su contrato y tampoco le dijeron por qué.
En el 2020 ella pasó todos los filtros para incorporarse como docente en la UBBJ y le dijeron que solicitaban a alguien con su perfil en Comalcalco, así fue como llegó ahí el 17 de septiembre de 2020 y empezó a impartir materias de metodología de la investigación para la carrera de Derecho.
“Yo bajando del autobús literalmente empecé a trabajar”, relata la doctora en Sociología por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM (FCPyS); y con una estancia posdoctoral en la Maestría en Estudios Regionales en el Instituto Mora.
Gloria también ha dado clases en la Universidad de Sonora, en la FCPyS y en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM).
Además, ha trabajado en el Consejo Nacional de Evaluación, en el Colegio de México, en la Secretaría del Trabajo de la Ciudad de México y es experta en metodologías de investigación, por lo que se pregunta qué clase de perfil es el que buscan para las UBBJ.
Ayuda humanitaria, pide profesora de universidad
La docente tenía poco tiempo de haber llegado cuando las peores inundaciones en los últimos 10 años azotaron a Tabasco y dejaron alrededor de 300 mil personas damnificadas, así que formó brigadas con sus estudiantes para ayudar a los afectados.
Antes había colaborado en las que se hicieron tras los sismos del 2017 en Juchitán, Oaxaca; y también en las que atendieron a los afectados del huracán Manuel, en Guerrero, en el 2013.
“Llegando a Tabasco lo primero fue incorporarme a la ayuda humanitaria utilizando los contactos que ya tenía en la Ciudad de México para apoyo humanitario, por eso es que resulta tan ingrato que me despidan argumentando que no tengo el perfil”, lamenta.
Además de realizar censos y enviar despensas a la población afectada, colaboró en la brigada de vacunación para adultos mayores por parte de la universidad junto con los estudiantes, pero dice que ni aún así les dieron seguridad social.
“Esto demuestra que no es que yo sea una oportunista o esté aquí por dinero”, explica.
Tuvo que adaptarse a vivir en un estado donde se alcanza una temperatura de 47 grados y es común que las personas tengan infartos en la calle por el calor; así como a pagar facturas de 2 mil pesos por el consumo de luz y ver que en promedio se paga entre 4 mil y 6 mil pesos debido a que el aire acondicionado es una necesidad, no un lujo.
Como profesora de las UBBJ no tenía prestaciones, seguro social, aguinaldo, jubilación ni fondo de vivienda, pero ella quería estar en un proyecto que atendiera a la población que requiriera educación superior y hacer una mejora social.
“He sobrevivido estos meses sin salarios gracias a la solidaridad de mis amigos de la CDMX, todo el trabajo que he realizado de forma humanitaria nunca ha sido con un interés personal, pero creo que me ha retribuido en redes de solidaridad y en este momento me han sostenido, relata.
Además, a finales del año pasado, su papá falleció y, su mamá, quien padece artritis reumatoide y no puede caminar bien, se fue a vivir con ella y con su hijo.