El regreso
Tras semanas de incesantes rumores sobre la llegada de Luis Videgaray a la Secretaría de Relaciones Exteriores, ayer se concretó su regreso a la vida pública del país.
En medio de una crisis por el aumento en el precio de la gasolina, del que fue artífice –al proponer y cabildear desde la Secretaría de Hacienda las reformas hacendaria y energética-, y por el ambiente que se vive tras la acción de Donald Trump para evitar inversiones de Estados Unidos en México, Videgaray vuelve para ser la mano derecha del presidente Enrique Peña Nieto ahora en el ámbito internacional.
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Tras semanas de incesantes rumores sobre la llegada de Luis Videgaray a la Secretaría de Relaciones Exteriores, ayer se concretó su regreso a la vida pública del país.
En medio de una crisis por el aumento en el precio de la gasolina, del que fue artífice –al proponer y cabildear desde la Secretaría de Hacienda las reformas hacendaria y energética-, y por el ambiente que se vive tras la acción de Donald Trump para evitar inversiones de Estados Unidos en México, Videgaray vuelve para ser la mano derecha del presidente Enrique Peña Nieto ahora en el ámbito internacional.
El hombre todopoderoso de la administración peñista regresó tras ser repudiado públicamente por haber armado la visita de Donald Trump a México.
Días después de que el entonces candidato republicano visitara México y fuera recibido en la Residencia Oficial de Los Pinos por el presidente Peña Nieto, éste tuvo que aceptar la renuncia de Videgaray ante el rechazo popular y las críticas a su decisión de reunirse con Trump.
Ese 7 de septiembre del 2016, el presidente despedía a Videgaray con palmadas en la espalda; se iba el más cercano de sus colaboradores.
Sin embargo, Luis Videgaray no dejó de operar. Funcionando como asesor del primer mandatario, sin un título oficial, continuó tomando parte de las decisiones de gobierno.
Es el único vínculo abierto de México con el equipo de Donald Trump quien, personalmente, ha expresado su simpatía por Videgaray.
Ahora vuelve por la puerta grande, justo a unos meses de comenzar el mandato de Donald Trump y de que arranque el proceso electoral del 2018.
La mano derecha
El hoy canciller ha sido una pieza clave para las administraciones de Enrique Peña Nieto, tanto en la gubernatura del Estado de México como en la Presidencia de la República.
En octubre del 2012, Reporte Indigo publicó que Videgaray, a quien conocen como “El Doctor”, era desde entonces una especie de alter ego de Peña Nieto, que se convertiría en un factor de decisión en el gobierno peñista.
Su carrera en el servicio público comenzó desde muy joven. A los 24 años ya era asesor del secretario de Hacienda, Pedro Aspe Armella; en los 90 fue también asesor en Banobras y en la Secretaría de Energía.
Se incorporó después al sector privado, siendo subdirector de banca de inversión en Protego, empresa de Pedro Aspe.
En 2005, al asumir el cargo como gobernador del Estado de México, Peña Nieto nombró a Luis Videgaray como su secretario de Finanzas. En su periodo como administrador de la entidad logró que crecieran los ingresos estatales al aumentar la base de contribuyentes y mejorar la capacidad de cobro de los impuestos mexiquenses.
En 2009, ya perfilando su candidatura a la presidencia de la República, Peña Nieto envió a Videgaray como diputado federal plurinominal.
Desde la Cámara de Diputados, el priista vio crecer su poder. Como presidente de la Comisión de Presupuesto, era el encargado de revisar y modificar los últimos proyectos de presupuesto del entonces mandatario, Felipe Calderón.
Videgaray tenía la última palabra sobre a quién y para qué se le daba dinero público.
En sus dos primeros años como diputado federal (2009 y 2010), gobernadores de todas las entidades acudían al Palacio Legislativo de San Lázaro con sus peticiones de recursos públicos.
Algunos de ellos organizaban verdaderas fiestas en el patio principal del recinto legislativo, con comilonas de alimentos y bebidas transportados desde las entidades, para tener la gracia del poderoso presidente de la Comisión de Presupuesto.
En 2011, sin embargo, todo cambió. En la búsqueda de tener una imagen de mayor austeridad y prudencia en el manejo de los recursos del erario, Videgaray emitió un reglamento que prohibía a los gobernadores hacer fiestas y acudir a la Cámara de Diputados llamando la atención.
Las negociaciones se harían en privado y solo se llegaría al pleno cuando se tuviera un acuerdo sobre el Presupuesto de Egresos.
Antes de terminar su periodo como diputado, Videgaray fue enviado a coordinar la campaña de Eruviel Ávila, a quien se le otorgó la candidatura al gobierno del Estado de México sin ser el candidato de Peña Nieto. Videgaray controló todos sus movimientos y ganó sin problemas la contienda.
De ahí, se convirtió en coordinador de la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto; una vez ganadas las elecciones, fue nombrado coordinador del equipo de transición. Después, titular de la Secretaría de Hacienda, desde donde impulsó y cabildeó todas las reformas estructurales aprobadas en los primeros tres años del gobierno peñista.
La realidad comenzó a cambiar en 2014, cuando el precio del petróleo comenzó a caer, se subieron los impuestos y el dólar perdió poco a poco su valor.
El clímax de la crisis llegó en septiembre del 2016. Videgaray tuvo que salir del Gobierno federal por haber traído a Donald Trump a México a pesar de sus ataques hacia el país.
Un día después de la renuncia de Videgaray al gabinete, el 7 de septiembre del 2016, Donald Trump lo elogió y se refirió a él como un “maravilloso hombre”.
“México ha perdido a un ministro de finanzas brillante y un maravilloso hombre que sé es muy respetado por el presidente Peña Nieto”.
Trump ganó las elecciones y Videgaray recuperó su peso en la administración peñista y, al tiempo, su lugar como secretario de Estado.
El huracán Trump
Videgaray dejó su lugar en el Gobierno federal forzado por las reacciones que despertó la invitación de Donald Trump a México.
Hoy regresa porque es el único que tiene una relación con cercanos al nuevo mandatario estadounidense.
Su participación en la organización de la visita no fue pública; desde su posición en el Gobierno federal como secretario de Hacienda, Videgaray explotó el contacto que tiene con Jared Kushner, yerno de Donald Trump –casado con la hija de éste, Ivanka Trump-.
Videgaray y Kushner se hicieron cercanos al planear la visita de Trump a México; fueron presentados por un personaje que ambos tienen en común en Wall Street.
A partir de entonces, no cesó el diálogo. Aunque Videgaray ya no tenía un puesto oficial en el Gobierno federal, continuó en su acercamiento con Kushner y otros personajes del círculo de Trump.
Cuando Trump ganó las elecciones presidenciales, el 8 de noviembre pasado, el único vínculo de México con el presidente electo era Videgaray. Ni la canciller, Claudia Ruiz Massieu, ni el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, tenían contacto con el equipo del presidente electo.
Videgaray mantuvo la relación con el equipo del presidente electo; incluso, en noviembre pasado, volvió a reunirse con el yerno de Trump, en la búsqueda de respuestas sobre cómo sería la relación de Estados Unidos con México a partir del 20 de enero.
El presidente Peña Nieto nunca le retiró a Videgaray su confianza para continuar acercándose a la nueva administración de Trump. Y más, sabiendo que el exsecretario de Hacienda cuenta con la simpatía declarada del presidente electo de Estados Unidos.
Así, el primer mandatario decidió sumar nuevamente a Videgaray a su equipo ahora como canciller.
De administrador a canciller
Sin experiencia en el trabajo diplomático, ahora Luis Videgaray Caso será el encargado de conducir la política exterior del país en uno de los momentos más complejos de la historia de México.
La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos significa una amenaza no solo por sus advertencias –algunas ya cumplidas, incluso antes de tomar posesión- para evitar las inversiones estadounidenses en México, sino para deportar a millones de mexicanos que viven ilegalmente en el país del norte, la construcción de un muro o la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Aun así, el presidente Peña Nieto decidió jugársela con un nuevo canciller que no sabe nada de relaciones exteriores. El propio Videgaray ha reconocido sus limitaciones en la materia.
“Yo no conozco la Secretaría de Relaciones Exteriores más que como se le puede conocer desde fuera. No soy un diplomático; nunca he tenido más allá de los encargos propios de la Secretaría de Hacienda en su actividad internacional a representación de nuestro país.
“Ustedes han dedicado su vida entera a ello. Se los digo de corazón y se los digo con humildad: vengo a aprender de ustedes, vengo a hacer equipo con ustedes, en un momento en que México nos necesita a todos más que nunca. El reto es enorme, las amenazas ahí están, pero las oportunidades y nuestras fortalezas también son enormes”, dijo Videgaray a diplomáticos de la Secretaría de Relaciones Exteriores luego de tomar protesta de su cargo.
Luis Videgaray tendrá a su cargo la responsabilidad de conducir la relación de México con todos los países del orbe y organismos internacionales. Además, estará encargado de velar por el bienestar de los mexicanos que se encuentran fuera del país.
Indudablemente, su reto más grande será consolidar una buena relación con el nuevo gobierno de Estados Unidos, que ha amenazado directamente a México.
De la calidad de la relación que Videgaray logre con la Administración Trump, dependerá no solo que México sea visto sin hostilidad por Estados Unidos y suavice las medidas que tomará contra el país, sino la estabilidad del peso, la llegada de nuevas inversiones y hasta evitar una crisis interna por la llegada de millones de mexicanos que sean deportados del país del norte.
Al anunciar el nombramiento, el presidente Enrique Peña Nieto dejó claro que la prioridad de Videgaray será construir una sólida relación con el vecino del norte.
“Deberá ser una relación que nos permita fortalecer los vínculos bilaterales en materia de seguridad, migración, comercio e inversión.
“Estos objetivos deberán de alcanzarse en todo momento, promoviendo los intereses de México, y sin menoscabo de nuestra soberanía y de la dignidad de los mexicanos”, asentó el mandatario.
Ahora, solo quedará ver si, como hace unos meses, la historia dará la razón al presidente Peña Nieto y al canciller Luis Videgaray, y se logra construir una buena relación con Estados Unidos en la era Trump.
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