http://youtu.be/VOrhkc-WUXk
Esta vez la marcha del 2 de octubre tuvo un toque especial: ya no estuvo el líder histórico del movimiento del 68, Raúl Álvarez Garín, ni los estudiantes politécnicos o los tradicionales granaderos…
Los más de 15 mil asistentes a la marcha dedicaron sus cánticos de protesta a recordar al líder estudiantil que falleció la semana pasada, a los estudiantes del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y a los estudiantes desaparecidos de la escuela Normal Rural de Ayotzinapan.
El dispositivo de seguridad incluyó vallas metálicas en los alrededores del Centro Histórico y un pequeño grupo de policías viales que se encargó de abrir paso al contingente que se concentró en la plancha del Zócalo capitalino.
Ahí estuvieron los de siempre, estudiantes de la UNAM, de la UAM, de la UACM, de la Autónoma de Chapingo, los extrabajadores del SME, de las agrupaciones, UPRES, del Frente Popular Francisco Villa Independiente y los anarquistas.
Los ‘desanima’ ausencia de granaderos
En medio de la llovizna que sacudió la capital del país inició la marcha a las 16:00 horas. En el transcurso de la tarde la marcha se fue nutriendo. Incluso, al principio, había más fotógrafos que manifestantes.
Pero los grupos estudiantiles aparecieron poco a poco. Emularon a sus compañeros politécnicos agrupándose en cordones de seguridad para impedir que alguien se infiltrara y encabezara desmanes.
La porra del “Huelum” sonó una y otra vez. Pancartas con el escudo del IPN y gritos de no están solos acompañaron toda la marcha. Algunos no desaprovecharon la oportunidad de cubrirse el rostro.
Buscaban a “los perros” (policías uniformados). “Deben de estar infiltrados”, gritaba un espigado joven de pelo en forma de picos. “Búsquenlos. Deben de estar por ahí entre nostros”.
Pero no fue así. No encontraron un solo granadero. Nadie resguardando los bancos, comercios importantes o alguna dependencia de gobierno. Y en automático, la efervescencia de la marcha bajó.
Se agruparon cada uno con su respectivo grupo. Los anarcos hicieron lo propio y trataron de concretar su objetivo: realizar desmanes.
En la avenida Ricardo Flores Magón y en 5 de Mayo lanzaron piedras en contra de sucursales bancarias.
En ambas, lograron romper algunos vidrios, lo mismo que en un restaurante del Centro Histórico, pero la muchedumbre se desmarcó y ante la ausencia de uniformados, optaron por retirarse.
Entre los sucesos que marcaron la marcha destaca la pinta de bardas, cortinas de establecimientos comerciales y algunas paredes. Fuera de ello no faltó el joven que cayera por correr entre los asistentes.
El ejemplo del IPN
La mayoría de los grupos no dejó de elogiar la forma en que el IPN ha defendido la educación y de mostrar apoyo a los estudiantes desaparecidos en la Normal Rural de Ayotzinapan.
Incluso, hubo banderas con los nombres de 43 desparecidos tras la balacera que se registró en la ciudad de Iguala, en Guerrero. Otros utilizaron la marcha para despedir a Álvarez Garín.
Debido a que la asistencia no fue la esperada, había espacio para la tambora, para las trompetas y el baile que los asistentes improvisaron mientras extendían las lonas con el nombre del histórico dirigente.
Al llegar al templete, Félix Hernández Gamundi, miembro del Comité 68, pidió un minuto de silencio y luego reconoció que esta marcha fue histórica, porque por primera vez se realizó sin vigilancia policiaca.
Mientras que los asistentes utilizaron la plancha del Zócalo para sentarse y tomar un refresco o cerveza, fumar un cigarrillo o simplemente platicar con sus compañeros de la marcha.
Y si en algo coincidieron fue en que los alumnos del IPN son un ejemplo y que Ayotzinapan es la bandera de las próximas luchas estudiantiles.