El crecimiento urbano también suma a la crisis del agua, pues en las entidades con un fuerte estrés hídrico, se localizan las 10 áreas metropolitanas más pobladas del país, sumando un total de 46 millones 602 mil 369 habitantes, casi el 37 por ciento de la población total de México, de acuerdo con el censo 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía.
En entrevista con Reporte Índigo, el doctor Arturo Chacón Torres, académico de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, señala el problema de la distribución de agua dado que el grueso de la población se encuentra en metrópolis de regiones a más de mil metros sobre el nivel del mar como el Valle de México o el Bajío-Occidente.
“Un aspecto importante en cuanto a desarrollo urbano a nivel mundial es que las metrópolis no funcionan. Se están aplicando otras estrategias que son, hasta el momento, la eficiencia en cuanto a lo que es el crecimiento urbano. La tendencia es a disminuir las grandes metrópolis o limitarlas, precisamente por las demandas de servicios básicos y recursos”.
Como ejemplo, señala a la Ciudad de México, una metrópoli sin bases en materia hídrica o atmosférica que, por el contrario, depende de los recursos de otras entidades.
“Como metrópoli es insostenible. Así están construyendo Guadalajara y Monterrey y vienen otras como Mexicali, por ejemplo, Mérida, que se está desarrollando, o Puebla. No se considera el problema de los suministros”.
Por su parte, el doctor Miguel Enrique Magaña, jefe del Departamento de Ciencias Ambientales de la Universidad de Guadalajara, toma el caso de esta zona metropolitana para señalar que, lejos de un desarrollo urbano sustentable, la tendencia en México va dirigida hacia un “crecimiento anárquico y especulativo” en el que influyen los proyectos inmobiliarios.
“Están sobrecargando habitacionalmente las zonas consolidadas de la ciudad, porque les sale más económico a los constructores el construir un edificio en una zona donde ya hay agua, drenaje, servicio de camiones, luz, teléfono. Todo eso sale más barato, entonces están sobrecargando las zonas consolidadas de la ciudad con edificios”.
Ante la falta de un instrumento de la administración pública que permita el uso permanente y equitativo del agua, advierte que “este desequilibrio del proceso urbano también está pesando sobre la distribución equitativa del agua. Creo que el gran conflicto lo podemos manejar en el sentido de que es derecho humano y aquí lo toman como derecho empresarial”.