¿México puede ganar?
La disputa arancelaria entre Estados Unidos y China trae ventajas para la economía mexicana, sin embargo, si su socio comercial pierde el duelo contra el dragón asiático, México también se vería afectado debido a la dependencia que tiene hacia su vecino del norte
Nayeli Meza Orozco[kaltura-widget uiconfid=”39952882″ entryid=”0_elhdqkcn” responsive=”true” hoveringControls=”false” width=”100%” height=”75%” /] México está en medio de un duelo de gigantes. La disputa comercial entre Estados Unidos y China es una bomba de tiempo que en cualquier momento puede estallar ocasionando daños irreversibles al comercio mundial.
Aun cuando la tormenta se acerca, la economía mexicana puede sacar provecho de esta guerra arancelaria aunque es posible que sufra las consecuencias en el corto plazo, sin embargo en el largo puede recuperarse.
José Luis de la Cruz, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), opina que esta pugna entre las dos economías más poderosas del mundo marca el inicio de una reingeniería en la estructura comercial internacional.
¿La razón? Las reglas que en este momento están rigiendo el comercio mundial no necesariamente son de libre comercio, pues la actual coyuntura ha superado incluso al máximo órgano regulador en la materia: la Organización Mundial del Comercio (OMC).
“México debe estar preparado porque si quiere sacar la mayor ventaja posible de esto va a tener que aumentar su capacidad productiva y competitiva”, advierte De la Cruz.
No obstante, esta situación también ubica a México en una posición compleja, sobre todo al tomar en cuenta la relación comercial que mantiene desde hace años con ambos socios y los próximos cambios en el entorno político interno.
De cara a un cambio de régimen político en el país, el director del IDIC considera que México debe mantener una estrecha relación con Estados Unidos, su principal socio comercial.
Pero no sólo eso, también sugiere que el país debe ser más propositivo en buscar una mayor integración para pasar sólo de un plano comercial a un vínculo que promueva el desarrollo de infraestructura, de capital humano, una banca de fomento común y plataformas energéticas, todo esto con el propósito de elevar la competitividad y productividad de la región de Norteamérica.
“Si no pasamos a esa agenda y sólo nos quedamos en la parte comercial, la presión que están ejerciendo seguirá existiendo y causando estos desequilibrios. Con ello, corremos el riesgo de quedar atrapados en esta disputa que comenzó como una necesidad del presidente Trump de cambiar el déficit comercial de Estados Unidos”, expone el especialista.
Las rencillas entre las dos superpotencias no son nuevas, pero desde la llegada del presidente Donald Trump a la Casa Blanca se intensificaron.
En abril del año pasado, Washington comenzó una investigación sobre las importaciones de acero chinas con el objetivo de demostrar que la nación asiática estaba dañando la propiedad intelectual estadounidense.
Desde entonces, la guerra comercial ha escalado al grado de que ambas partes han anunciado oleadas de aranceles que, a la fecha, ascienden a 360 mil millones de dólares en bienes.
Al poner todas las fichas sobre el tablero, analistas coinciden en que China tiene más que perder al momento de hablar de números, pues su economía depende de las exportaciones y casi el 20 por ciento de éstas tienen como destino final el mercado estadounidense, de acuerdo con la Oficina Nacional de Estadísticas del Gobierno de China.
Para muestra, el dragón asiático vendió aproximadamente 506 mil millones de dólares en bienes y servicios al Tío Sam durante 2017. Por el contrario, Washington le comercializó sólo 130 mil millones a los chinos.
Arlene Ramírez-Uresti, internacionalista del Tec de Monterrey, campus Toluca, explica que esta batalla no sólo es económica, también es política. Y al entrar en este terreno la fórmula se invierte, pues el mandatario republicano no tiene las armas suficientes, sin contar que durante estos meses se ha hecho público que legisladores de su propio partido han llamado al inquilino de la Casa Blanca para exhortarlo a que frene los embates.
“El presidente Trump es menos capaz de sostener este conflicto hasta 2019, especialmente por las elecciones de mitad de periodo que se realizarán en noviembre próximo. Algunos líderes republicanos temen que las acciones del mandatario les cuesten asientos”.
Evolución del conflicto
La disputa comercial entre ambas naciones cobró relevancia durante 2017
2017
Abril
EU comienza una investigación sobre las importaciones de acero provenientes de China
Septiembre a diciembre
EU busca un acercamiento con China, aunque las amenazas en contra de su socio no cesan
2018
Marzo
Donald Trump cumple la amenaza de gravar las importaciones de acero a 25 por ciento y las de aluminio a 10 por ciento
2 de abril
China contraataca al imponer aranceles a las importaciones estadounidenses por un valor de 3 mil mdd
3 de abril
Estados Unidos impone aranceles de 25 por ciento a 1,300 productos chinos
4 de abril
El gobierno de Xi Jinping anuncia un arancel adicional del 25 por ciento a 128 productos estadounidenses
15 de junio
EU impone aranceles a China por un valor de 50 mil millones de dólares
16 de junio
China reacciona con nuevos aranceles por el mismo valor
10 de julio
Después de que fracasan los esfuerzos para negociar una solución, EU impone gravámenes por 200 mil mdd
07 de agosto
La Casa Blanca informa que impondrá impuestos pendientes a bienes chinos por 14 mil mdd
17 de septiembre
Trump anuncia nuevos aranceles del 10 por ciento a importaciones chinas por 200 mil mdd y amenaza con poner adicionales si China responde
18 de septiembre
China contraataca con gravámenes por 60 mil millones de dólares y presenta queja ante OMC
Con la marea a favor
México puede generar oportunidades que le traigan ganancias con esta disputa en el mediano y largo plazo. El cierre de fronteras a los productos chinos le permitiría a las mercancías nacionales abrirse paso en el mercado estadounidense.
También podría verse beneficiado al recibir una importante inversión por parte del gigante asiático enfocada en el desarrollo de infraestructura, un mayor flujo de comercio en sectores como el automotriz y el de electrónicos, así como en el tema de triangulación de los productos asiáticos con destino a Estados Unidos, coinciden analistas.
Pero para concretar esto es necesario que el gobierno mexicano sea consciente de que este conflicto no terminará pronto y por lo tanto debe planificar un programa muy bien estructurado con el que aumente su productividad en rubros vinculados con bienes intermedios que son con los que Estados Unidos está afectando en este momento a China.
La parte energética también será esencial, pues se necesita un insumo más barato, además de facilitar la parte logística y del fomento de la banca de desarrollo a estos sectores. En todo esto, la ventana de oportunidad se abrirá en cuanto se defina qué sucederá con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
“México necesita establecer una política bien definida para elevar la capacidad competitiva en sectores clave como el automotriz de donde puede sacar una mayor ventaja”, asegura José Luis de la Cruz, de IDIC.
Asimismo, México se verá obligado a buscar que su relación con Estados Unidos promueva una integración productiva de tal manera que el contexto regional aumente y con ello se sustituya lo que en este momento se está viendo afectado por el frente abierto con China.
Si al gobierno de Xi Jinping se le cierran las puertas para llegar al mercado de EU, el plan B será triangular sus mercancías por México, esto atraerá inversiones y provocará que empresas asiáticas se establezcan en la frontera norte del país con plantas de producción completas.
“A nuestro país le puede favorecer muchísimo que China no tenga un destino masivo de capital para su inversión extranjera”, reconoce Arlene Ramírez-Uresti.
Esto iría muy de la mano con el proyecto fiscal del presidente electo Andrés Manuel López Obrador, quien ha prometido detonar la frontera norte mediante la reducción del Impuesto al Valor Agregado (IVA) de 16 a 8 por ciento y del Impuesto sobre la Renta (ISR) a 20 por ciento, además de la creación de una zona estratégica en la región, así como la homologación del costo de los energéticos en las entidades que colindan con el país del norte.
La internacionalista comenta que si la complicada situación prevalece para cuando el político tabasqueño entre en funciones y si logra consolidar su política, México volverá a ser atractivo para China, sobre todo, después de que durante este sexenio la cancelación de proyectos clave ahuyentaron al gigante de Asia.
Con los aumentos arancelarios entre ambas naciones los sectores más beneficiados para México son el manufacturero, el automotriz, el de partes tecnológicas, el de los electrónicos y los de línea blanca debido a la proximidad que se mantiene con Estados Unidos.
Con el acuerdo preliminar del TLCAN anunciado a finales de agosto, de cierta forma, México ratificó su postura como una nación competitiva y dinámica.
Aun cuando el escenario puede ser favorecedor, Ramírez-Uresti comenta que deben mantenerse ciertas reservas, pues esto podría ser una realidad hasta 2020 o 2021.
En medio del conflicto
Anadie le conviene una guerra comercial. Existe una máxima que dice que si a Estados Unidos le va mal, también a México.
José Luis de la Cruz manifiesta que en este momento el mayor riesgo para la economía estadounidense proviene de la especulación financiera, más no del segmento productivo, ya que este último sigue creciendo. Esto quiere decir que, de momento, ninguno de sus sectores relevantes da síntomas de alguna desaceleración marcada.
Pero no se pueden ignorar algunas señales. En los últimos meses, las presiones inflacionarias se han acumulado de manera constante al ser empujadas por un fuerte mercado laboral y por un robusto crecimiento económico.
Por ello, la agencia de calificación de crédito mexicana HR Ratings espera dos aumentos más de 25 puntos base (pb) en la tasa de referencia de la Reserva Federal de Estados Unidos al cierre de 2018.
Mientras que en el mediano plazo las expectativas de inflación podrían verse afectadas por la disputa arancelaria con China, esto como consecuencia de los aumentos en los precios inducidos por mayores tarifas.
Un foco rojo es lo que ocurrirá el próximo año con el sector bursátil estadounidense. Desde la crisis de hace una década, elíndice Standard & Poor’s 500 ha crecido más de 300 por ciento, en tanto que el Nasdaq más de 500 por ciento, esto refleja que hay un aumento que excede por mucho el comportamiento normal de la economía.
“Si en este momento Estados Unidos entrara en algún tipo de crisis, ésta sería ocasionada por un problema financiero, no tanto por lo económico”, refiere el director del IDIC.
El país que gobierna Enrique Peña Nieto no está involucrado directamente en la guerra que libran su socio comercial y China, sin embargo, si esta batalla la termina perdiendo Estados Unidos, es muy probable que México también se vea fuertemente afectado
En el caso de México, uno de los principales desafíos a los que se enfrenta es que algunos de sus sectores industriales van muy de la mano con los estadounidenses y que ya está siendo afectado por la actitud proteccionista de su socio.
Con la imposición de un posible arancel del 25 por ciento al acero y 10 por ciento al aluminio por parte de Estados Unidos a México y otros países, el sector automotriz azteca sería uno de los más afectados.
Frente a esta situación, los analistas consideran que el gobierno mexicano debe promover en la renegociación del TLCAN, la cual se mantiene abierta hasta que Canadá acepte lo acordado por sus dos socios, una mayor integración con la región de América del Norte.