El primer contacto cara a cara entre la administración Trump y el gobierno mexicano se presentó ayer en la capital mexicana.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, envió ayer a México a su máximo diplomático y al secretario de Seguridad Nacional para una misión conciliatoria que se complica a causa del muro que quiere erigir en la frontera entre ambas naciones.
Las relaciones entre ambos países se han desplomado desde que Trump asumió el cargo hace un mes, por su insistencia en que México pague el muro fronterizo y por otras exigencias en materia comercial y de inmigración.
Durante una breve visita, el secretario de Estado, Rex Tillerson, y el secretario de Seguridad Nacional, John Kelly, departirán con un gobierno mexicano ansioso por replantear la relación con su vecino más grande, más rico y más poderoso, consideró AP.
Tillerson llegó la tarde de ayer a la Ciudad de México, mientras México aún digiere el anuncio del gobierno de Trump sobre sus políticas de deportación en las que se vislumbra enviar a México a todo aquel que cruce ilegalmente la frontera, sean o no ciudadanos mexicanos. Kelly, cuyo departamento está a cargo de implementar las medidas migratorias, llegó por separado tras una visita a Guatemala.
Ambos planeaban reunirse con el presidente Enrique Peña Nieto, y altos funcionarios mexicanos, como el canciller Luis Videgaray y los titulares de la Defensa y Marina, Salvador Cienfuegos y Vidal Francisco Soberón, respectivamente. La reunión duró hasta alrededor de las 23:00 horas.
Sin embargo, la contraparte de Tillerson en México, Luis Videgaray, insistió en que “el gobierno de México y el pueblo de México no tienen por qué aceptar disposiciones que de manera unilateral un gobierno le quiera imponer a otro”.
“Eso no lo vamos a aceptar porque no tenemos por qué hacerlo y porque no es en el interés de México”, recalcó Videgaray. Dejó entrever que México podría impugnar las acciones de Trump ante las Naciones Unidas y otros organismos internacionales.
Pese a ello, altos funcionarios del gobierno de Trump buscaron restar importancia a los desacuerdos entre ambos países al describir una estrecha cooperación entre las dos naciones en materia de prosperidad económica, ejercicio de la ley, narcotráfico y comercio.
Apenas el martes, Estados Unidos modificó sus políticas de aplicación de leyes migratorias, con lo que millones de personas que viven ilegalmente en el país —incluyendo muchos mexicanos— podrían ser sujetos de deportación.
Mientras que el presidente Barack Obama se enfocó en deportar a los inmigrantes sentenciados por delitos graves, los nuevos memorandos firmados por Kelly dan prioridad de deportación a cualquier persona condenada o acusada de cualquier delito. Eso incluye cruzar ilegalmente la frontera.
Los memorandos también indican el envío a México de algunas personas que ingresan ilegalmente a Estados Unidos, incluso si son centroamericanos o de otras partes, y sólo estuvieron de tránsito en México.
La capacidad de los centros de detención se expandirá y comenzará la planeación del publicitado muro fronterizo de Trump. Trump apenas llevaba una semana en el poder cuando el presidente Peña Nieto canceló su visita programada a EU.
El mandatario estadounidense había insinuado que el encuentro sería un desacierto si México no estaba dispuesto a pagar por el muro. En tanto, ayer autoridades migratorias detuvieron a un segundo beneficiario del programa para jóvenes migrantes, a quien se ha negado acceso a un abogado, denunció la Coalicion por los Derechos Humanos de Inmigrantes de Los Ángeles (CHIRLA, por sus siglas en inglés).
Sin dar a conocer su nombre, la organización convocó a una rueda de prensa para hoy en sus instalaciones en Los Ángeles para dar detalles del arresto, ocurrido hace diez días sin que se conozcan las causas, y realizado por agentes de la Oficina de Inmigración y Ciudadanía (ICE).
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