Navidad migrante
Miles de personas no podrán pasar las fiestas navideñas en sus países con sus seres queridos, como Keila, quien ha recorrido México para buscar un mejor futuro para ella, su esposo y su bebé en Estados Unidos
Jonathan Ávila[kaltura-widget uiconfid=”39952882″ entryid=”1_v3a3908v” responsive=”true” hoveringControls=”false” width=”100%” height=”75%” /]
Keila duerme tranquilamente, como si no hubiera atravesado todo un país para poder cumplir su sueño de huir de la barbarie en su país. Su semblante junto al de su pequeña de cuatro meses contradice su discurso, parece que no viene de la violencia.
Entre sueños se vislumbra con rompopo, tamales y frutas en miel. Son las delicias que se reparten entre algunas familias hondureñas durante las fechas navideñas y aunque todavía faltan algunos días para la celebración decembrina, Keila tiene ese anhelo por celebrar en un nuevo hogar.
Ha cruzado México junto a más de nueve mil ciudadanos centroamericanos que buscan ingresar a territorio norteamericano, acompañada de un escapulario que le regaló un amigo en su país y es lo que más valora. Dice que no sabe rezar, pero lo carga.
Aunque es de religión pentecostal, respeta mucho a los católicos, que adoran a un mismo dios y en su memoria se encarna el valor por figuras como la virgen, dice. En Tegucigalpa, Honduras, se venera a la Virgen de Suyapa.
En Jalisco, el Instituto Nacional de Migración reconoce que hay alrededor de cinco mil 173 migrantes, repartidos por el territorio. No todos se fueron hacia el norte para tratar de cruzar la frontera, aunque muchos llegaron a estados colindantes.
Keila espera llegar y cruzar hacia una nueva vida, lejos de los conflictos en su país, pero con la esperanza de poder regresar en algún momento.
Ante las oleadas de ciudadanos que han ingresado al país, como Keila, el nuevo gobierno federal se ha planteado el programa “Navidad en tu casa”. El nombre de la política que busca dar transporte a los migrantes y regresarlos a sus países suena en concordancia con las fechas decembrinas, pero desconoce las implicaciones del retorno.
La salida de Keila no ha sido por gusto, sino por falta de recursos y alimentos, al igual que la violencia, explica, pues la Mara 18 les dio 24 horas para salir del país por no pagarles dinero.
Las condiciones de un retorno pesan más que los ánimos por compartir la temporada navideña con su seres queridos. Keila sólo busca una vida mejor para ella y su pequeña familia. Reconoce que podría pedir asilo en México para trabajar y establecerse en este país, aunque también señala que se conformaría con trabajar al menos tres meses en los EE.UU. y poder juntar dinero que la lleve de regreso a Honduras.
“Nos iban a matar a mí y a mi hija, por eso decidimos migrar hacia los Estados Unidos. Ha sido un camino muy duro, muy difícil. No ha sido nada fácil, han pasado muchas cosas horribles que no quisiera que volvieran a repetirse”, recuerda Keila.
Sin embargo, ella expresa que tiene esperanza de poder trabajar en los Estados Unidos y señala que no hay política que pueda detener su viaje.