Las calles se volvieron a pintar de blanco. La violencia y la inseguridad que viven los estudiantes de medicina los obligó a salir una vez más a marchar para exigir a las autoridades de los tres niveles de gobierno acciones reales que reviertan esta realidad a la que se enfrentan desde el sexenio pasado.
Los casos de jóvenes que buscan convertirse en doctores que han sido víctimas de secuestro, asesinato, amenazas o asaltos a mano armada, entre otras agresiones, se cuentan por decenas en todo el país.
Sin embargo, los hechos que desencadenaron esta nueva jornada de protestas fueron los homicidios de los colombianos José Antonio Parada, de 22 años; Ximena Quijano, de 25 años, y de los mexicanos Francisco Tirado, de 22, y de Josué Emanuel Vital, de 29 años; los primeros tres, médicos en proceso que vivían en el estado de Puebla, y el último de ellos el chofer que conducía el Uber cuando sucedió la tragedia.
“¿Por qué debo ir a estudiar con miedo, por qué debo de guardar mi bata cuando salgo de la facultad y, sobre todo, por qué si yo estudio para salvar vidas, nadie está cuidando de la mía?”, cuestiona Aurora, una de las estudiantes de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) que ha participado en las protestas que se llevaron a cabo en la entidad desde el miércoles de la semana pasada y las cuales llegaron a Palacio Nacional el día de ayer por la mañana en busca de ser escuchados personalmente por el presidente de la República.
Tras varias horas de protesta, a las cuales se sumaron estudiantes de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y de la Escuela Superior de Medicina del Instituto Politécnico Nacional (IPN), Leticia Ramírez, encargada de atención ciudadana de Presidencia, salió a dialogar con los jóvenes y les pidió formar una comisión para recibirlos y escuchar sus demandas.
“Es muy fácil, lo que queremos es seguridad, tanto al interior de los planteles como afuera de éstos. En la UNAM ya tienen una lista con sus principales demandas, pero aún se van a modificar algunas cosas. Los del Poli todavía estamos trabajando en los puntos.
“Básicamente lo que todos queremos es seguridad tanto al interior como afuera de los planteles, la posibilidad de rechazar los servicios sociales en zonas donde hay antecedentes de agresiones a médicos o donde la situación de inseguridad sea muy elevada, menos horas de guardia durante la residencia, material para poder trabajar durante las prácticas, así como un trato digno por parte de profesores y autoridades escolares, dice Leonardo, estudiante de medicina de quinto año del IPN.
Una vez que estén listos los pliegos petitorios con las demandas de los alumnos, representantes de la Secretaría de Salud, de la Secretaría de Educación Pública y de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana se reunirán con los representantes de cada colectivo el próximo 20 de marzo para dialogar y buscar llegar a un acuerdo.
Doble riesgo para estudiantes de medicina
Zamari Carrera y Erandi Mejía, ambas alumnas de primer año de medicina en la UNAM, consideran que la licenciatura que decidieron estudiar siempre ha sido muy machista, lo que sumado al contexto de violencia e inseguridad por el que atraviesa el país, provoca que sea aún más difícil poder dedicarse a esta profesión.
Por su parte, Yeldiz, alumna del IPN y estudiante de medicina de quinto año, pone como ejemplo el acoso que viven las mujeres que buscan convertirse en doctoras el tendedero de denuncias que realizaron la semana pasada.
“En la Escuela Superior de Medicina del Instituto Politécnico Nacional realizamos al igual que se ha hecho en muchas otras instituciones un tendedero con los casos de acoso por parte de profesores y alumnos hacia las estudiantes y lo único que recibimos fueron burlas, ninguna autoridad ha hecho nada ante las denuncias”.
Solidaridad a medias
Un común denominador entre los alumnos de medicina que salieron a las calles a exigir un alto a la violencia e inseguridad de la que son víctimas, es el sentimiento de indiferencia de la mayoría de los aspirantes a doctores en el país.
“Las primeras veces que salimos a marchar como comunidad fue en 2017, justo cuando el movimiento de “NiUnaBataMenos” se creó y éramos miles de personas en todo el país exigiendo que nuestros derechos se hagan valer, en esta ocasión, solo vinimos los estudiantes de la BUAP, del IPN y de la UNAM.
“Esta es una lucha que nos compete a todos porque a todos nos matan y violentan por igual, sin embargo no se ve el apoyo de los estudiantes de medicina de las otras universidades. De hecho, ni siquiera entre los mismos alumnos de la UNAM, de nuestra generación menos de una cuarta parte se unió a la protesta”, critican Zamari y Erandi.