A Jon Lee Anderson no le agrada que le llamen “reportero de guerras”.
“Si solo me llaman ‘reportero de guerra’ es obvio que no se han detenido para profundizar en lo que he hecho yo (…)”, comentó mientras daba un sorbo a un café negro y sin azúcar.
El periodista habló con Reporte Índigo y destacó que en México asesinan y desaparecen a reporteros con tanta impunidad, como si se tratara de un país en conflicto bélico.
“Se puede decir que México padece algunos de los síntomas en términos de inseguridad e impunidad, situaciones que padecen países en guerra.
“Solamente países en guerra, en general, padecen índices de violencia e impunidad, de tal grado en que lo padece México. Es muy preocupante. Es raro ver un país sin guerra que tenga tantas muertes, tanta violencia y tanta impunidad. Si no se resuelve, puede llegar a mayores”, precisó.
Y Lee Anderson no está equivocado
El coordinador global del Programa de Protección de Artículo 19, Ricardo González, destacó el pasado 29 de agosto que en el mundo solo hay cinco países en los que se registra el delito de desaparición de periodistas. México es uno de ellos, además de Rusia, Bielorrusia, Ucrania y Gambia.
Según González, las agresiones a comunicadores y defensores de los derechos humanos se han disparado durante la primera mitad del sexenio del presidente Enrique Peña Nieto.
Tan solo en los últimos tres años se han registrado el asesinato de 16 periodistas en el país.
De acuerdo con la organización, desde el año 2000 a la fecha se han registrado el asesinato de 88 periodistas en 20 entidades de la república. El estado de Veracruz es en donde se han registrado el mayor número de incidencias, con un total de 18.
Un país con problemas
Jon Lee Anderson estuvo en Monterrey el pasado 29 de octubre para presentar su más reciente obra, Crónicas de un país que ya no existe: Libia, de Gadafi al colapso.
Al cuestionarle por qué un mexicano debe de interesarse en un libro que habla sobre otro país, el reportero de primera línea comentó que porque México también tiene problemas.
“Si no son fuertes (el tejido social y las leyes), como hemos visto en el caso de Libia, se pierde. Y yo no digo que se puede comparar México con Libia, pero me consta a mí que muchos mexicanos están preocupados por el tejido social y legal.
“No se sienten del todo acompañados en sus esperanzas y sus nociones en lo que ha de ser el orden de cosas por sus gobernantes. Y cuando se da esa situación, pueden crear inquietudes sociales que pueden llegar muy lejos, como vimos en el caso de Gadafi en Libia”, dijo.
En su libro Lee Anderson narra su paso en crónicas de lo que vivió en uno de los países en los que se registró la Primavera Árabe, cuando en el año 2010 se hubo una serie de alzamientos populares en los países de la zona árabe.
“La guerra para mí es lo más aborrecible que produce el ser humano. Es la continuación de la política por otros medios. No tiene humanidad.
“No hay nada peor, porque una vez que comienzas el desangramiento es difícil parcharlo y pararlo. Porque si perdemos a alguien querido nuestro, buscamos la venganza”, aseveró el periodista.
¿Por qué matan a tantos en México?
Para el periodista estadounidense Jon Lee Anderson, en México el asesinato de comunicadores sucede por intereses económicos-políticos, y son cometidos incluso por personas “de cuello blanco”.
“Si no tuvieran importancia los periodistas, ¿por qué los matan? ¿Por qué matan a tantos en México?
“Es porque realmente hay muchos, tantos maleantes ‘invisibles’, como criminales de cuello blanco que tienen de qué perder con la información que pueden divulgar los periodistas.
“Aquí hay una lucha de poderes descarnada. Y sobre todo por cuestiones económicas que a su vez tienen tintes políticos. Por eso los periodistas son tan maltratados. O los quieren utilizar, o sobornar o los quieren matar, si es que no obedecen. Y esto es un tremendo problema para México”, detalló.
Lee Anderson aseguró que estos síntomas de inseguridad y represión que los comunicadores viven en México, también es el escenario de todos los días para la comunidad.
Y de no solucionarse, advirtió, podría desencadenar una segunda revolución, tal y como sucedió en Libia.
“El hecho de que un país tuvo una revolución hace 100 años no quiere decir que no pueda tener otra, de acuerdo a la degeneración o no del gobierno y del Estado como tal”, enfatizó el periodista.
Sus supersticiones y su dios
En Crónicas de un país que ya no existe: Libia, de Gadafi al colapso, el lector puede encontrar la historia de una mujer de Etiopía que terminó en Libia como doméstica de la familia Gadafi.
“Anibal (hijo de Muamar el Gadafi) y su esposa libanesa, la habían torturado durante meses. La habían tratado como esclava y habían hecho cosas sádicas con ella. Le tiraban agua hirviendo encima, ella atada de manos. Y no le habían dado atención médica”, comentó.
Lee Anderson se encontró con la doméstica en un hospital, después de que uno de los empleados de Gadafi la había llevado a escondidas.
“Un guardaespaldas de la misma familia la había sacado al hospital. La habían dejado sin comer. Yo la encontré en el hospital con un olor a carne podrida, destruida de su piel. Me dolió mucho”, dijo el reportero, se quedó callado por unos 20 segundos, y después suspiró.
Solo cree en sí mismo
Lee Anderson asegura que no cree en Dios. Una de sus hijas le regaló unas piedras de playa, mismas que siempre ha llevado en un bolsillo en cada país en guerra que visita, por mera superstición.
Dice que solo cree en sí mismo y en el poder de la familia. Decidió ser reportero de guerras para forjarse como hombre al ser testigo directo de este tipo de hechos.
“En las guerras están los combatientes y están los propagandistas de los bandos (…) Y una de las armas más importante en las guerras es la desinformación. Y si no hay periodistas que no tienen ‘hacha’ que afilar, cómo y con qué nos quedamos”, dijo.
La desinformación tiene que ser combatida por los periodistas, enfatizó y aseguró que en México y en el mundo el periodismo hoy es más que nunca el cuarto poder.