‘No nos vamos’
Cada día que pasa la tensión es mayor. Los ánimos se crispan. La cólera estalla al menor pretexto. El conflicto magisterial se sigue complicando.
Este jueves ello quedó de manifiesto en las inmediaciones de la Secretaría de Gobernación.
Tras el encuentro de los integrantes de la Comisión Nacional Única de Negociación de la CNTE con el secretario Miguel Osorio Chong algunos profesores se inconformaron cuando periodistas, camarógrafos y fotógrafos se aglutinaron en torno a los líderes magisteriales que asistieron a la mesa de diálogo.
Predeterminado del sitio
Cada día que pasa la tensión es mayor. Los ánimos se crispan. La cólera estalla al menor pretexto. El conflicto magisterial se sigue complicando.
Este jueves ello quedó de manifiesto en las inmediaciones de la Secretaría de Gobernación.
Tras el encuentro de los integrantes de la Comisión Nacional Única de Negociación de la CNTE con el secretario Miguel Osorio Chong algunos profesores se inconformaron cuando periodistas, camarógrafos y fotógrafos se aglutinaron en torno a los líderes magisteriales que asistieron a la mesa de diálogo.
Cerca de la una y treinta de la tarde comenzaron a pedir que no se hicieran declaraciones hasta que ciertos medios se fueran del lugar.
“La información es pa’ las bases, no para medios corruptos”, gritó un maestro enardecido.
Rubén Núñez, Juan Jesús Ortega y otros dirigentes de la Coordinadora intentaban llegar a la camioneta Ranger para poder hablar por el micrófono conectado a las bocinas colocadas sobre el vehículo.
En ese momento se escuchó otro grito al que se sumaron casi todos los ahí presentes:
“Fuera Televisa, fuera Televisa, fuera Televisa”, se clamó.
“Compañero, si está Televisa no hables, solo dice lo que lo conviene”, gritó un docente. Dirigentes y periodistas quedaron atrapados en un remolino de empujones mientras otros gritos aislados sobresalían de entre la muchedumbre:
“Que se larguen, de todos modos ellos han desvirtuado la imagen del maestro”, “Ellos no tiene derecho de estar aquí, pura mentira son”. “Fuera Milenio” “Los de Tercer grado”, “Ningún medio está con nosotros, nunca ha estado”. “A qué vienen si ya saben de lo que van a escribir, cabrones”, se oían por aquí y allá los gritos enfurecidos.
Cuando algunos dirigentes lograron trepar al cajón de la camioneta blanca, por un megáfono Francisco Villalobos, secretario de organización de la sección 22, hizo una petición de tranquilizar los ánimos.
“Camaradas, les solicitamos de manera fraternal que pudiéramos guardar la calma”, dijo por un altavoz.
“Ya tranquilos”, se escucharon otras voces más serenas apoyando a Villalobos.
“Siempre y cuando se vaya Televisa, nos calmamos”, reviró un maestro canoso de gorra roja que estaba molesto.
“Evitemos una confrontación”, insistió el dirigente oaxaqueño.
Los gritos se prolongaron durante casi diez minutos. Fue entonces que Núñez tomó el micrófono que durante esos minutos se había quedado sin sonido. Hizo un llamado a los medios de comunicación para que reproduzcan la información puntualmente.
El silencio se reestableció de golpe. El secretario general de la sección 22 de Oaxaca comenzó a informar que “con la contundencia que este movimiento ha dado” habían logrado sentar a la mesa al secretario de Gobernación. Luego agregó:
“La ruta de esta jornada continúa… Hemos declarado fortalecer nuestro movimiento. Hemos declarado hacer el llamado fraterno y combativo a nuestros compañeros de base para que se concentren de manera masiva, aquí en el Distrito Federal”. Los aplausos resonaron.
Se hizo un llamado a los contingentes y organizaciones sociales para que el próximo sábado, en el Segundo Encuentro Nacional y Magisterial, definan la ruta de su movimiento. Es decir, ello tendría lugar un día antes de que inicien los festejos patrios del 15 y 16 de septiembre.
“¿Y qué va a pasar con el grito?” se escuchó decir. A lo que un docente respondió: “Se dará el Grito Popular”
Núñez siguió hablando. Reiteró que el diálogo con la autoridad está abierto. Y que a la espera de la decisión de su asamblea plenaria y estatal el mensaje hasta el momento es uno: la CNTE no se va del DF.
“No nos vamos hasta ver derogada esta mal llamada reforma educativa”, sentenció ante el júbilo de los presentes.
Sube la tensión
Ayer decenas de maestros aguardaron durante más de tres horas a sus dirigentes en diversas calles que circundan la secretaría de Gobernación.
En Abraham González se vio pasar lista a los miembros del sector magisterial ahí aglutinado; en General Prim, se hablaba de la definición sobre las próximas acciones; en Atenas unos maestros negociaban con valet parkings de una funeraria no bloquear el estacionamiento; en Morelos varios maestros esperaban recargados en la pared.
El grupo más numeroso de docentes se ubicó en avenida Bucareli. En la esquina con Ayuntamiento se colocó una reja de metal tras la cual se apostaron entre ocho y diez líneas de uniformados.
Desde muy temprano el edificio gubernamental fue resguardado por policías y camiones federales para impedir el paso a los manifestantes. Todo el perímetro del bunker gubernamental y parajes del Paseo de la Reforma fueron cerrado por varias horas.
En Bucareli se escuchaban algunas porras intermitentes (“Jarochos, jarochos, jarochos / Presentes, presentes, presentes”). Y se veía a varios grupos de maestros conversando, leyendo el diario, checando sus teléfonos.
Algunos se protegían del sol –bajo una barda, una sombrilla o una manta amarrada entre postes y semáforos. Traían a cuestas la mega movilización del día previo. La que la tarde del jueves arrojó tres enfrentamientos entre granaderos y manifestantes: a un costado del Auditorio Nacional, en un paraje del Circuito Interior y a la altura de la Torre Mayor.
El cansancio tras 26 días de plantón y movilizaciones recurrentes parecería evidente. Pero lo que se hace más palpable es el enojo. Se explicita en los discursos que algunos improvisan cuando realizan un bloqueo.
“Estuvimos (en Oaxaca) seis meses sin que nos pagaran, porque pudimos retomar la cosmovisión originaria que tenemos”, dice un maestro.
Hubo 26 compañeros muertos, precisa, así que “si nos van a reprimr tienen que pensarlo tres veces”.
En otra declaración se indica que no se quiere ni aceptará la misma política aplicada al SME, que arrojó 44 mil despidos.
También hay muchas mentadas de madre. A Enrique Peña Nieto, el presidente “espurio”. A los “pinches partidos” como el PRI y el PAN.
Al paso de los días y las semanas los discursos van subiendo de tono. Al igual que la frustración.
‘Al menos no nos quedamos callados’
En el plantón del Zócalo se puede ver con mayor claridad los estragos del desgaste del movimiento magisterial.
En esos momentos en que acontecen marchas y bloqueos, algunos maestros y sobre todo maestras, se quedan cuidado de las carpas y pertenencias de quienes pernoctan ahí desde el pasado 19 de agosto.
Una maestra de San Miguel Peras, Zaachila, Oaxaca, “botea” frente a su campamento. Pide unas monedas a las pocas personas que cruzan por entre las carpas montadas camino a la Catedral o a la Avenida 20 de noviembre.
Es raro que accedan a platicar, normalmente torean las preguntas con evasivas. Pero ella accede a dar su visión off the record de lo que vive. De por qué sigue luchando.
Cómo es que pretende evaluar parejo a un maestro Oaxaca y a uno del Distrito Federal, inquiere.
Allá, en su estado, hay muchas poblaciones donde no se cuenta con las condiciones materiales para intentar enseñar. Las prioridades de los niños y los maestros las desconocen todos aquellos que denigran la causa magisterial.
Como que hay que agarrar “guajoloteros” y caminar un promedio de hasta 12 horas en algunos casos para arribar a ciertas comunidades ubicadas en la región de la sierra colindante con Guerrero.
A ella le toma dos hora llegar de su hogar a su comunidad laboral. Y a su esposo, también maestro, cuatro.
En la sierra luego los maestros hasta hacen “cooperacha” de sus aguinaldos para en fiestas decembrinas tener una piñata para los alumnos.
Esos alumnos que no son constantes ni asisten siempre a clase porque sus padres los mandan a cuidar la milpa a sembrar o a cuidar de los más pequeños del hogar cuando ellos no están.
Los nuevos contratos, el contro de las plazas de la CNTE ahora estarán en manos de no sabe qué grupos; las evaluaciones que se les harán no podrán conocerse los resultados.
“La gente no entiende que esta reforma no es educativa sino una afección a nuestros derechos laboreles”, me dice.
Cómo es que les van a quitar sus jublilaciones, sus aguinaldos y bonos. Ella gana 3 mil 500 a la quincena y no ha recibido paga alguna desde hace casi un mes que se vino al DF a luchar.
Pero sigue aquí, con el dolor de haber dejado a sus tres hijos de 10, ocho y tres años con sus padres y suegros.
Con los ojos anegados en agua pero sin perder el tono sereno de su voz la joven maestra suelta:
“Ellos tienen la sartén por la mango y… igual nos quedamos en la lucha, pero al menos no nos quedamos callados”.