El año 2020 junto con la pandemia dejó muchas enseñanzas, considera la tanatóloga Elizabeth Bazán, psicóloga clínica egresada de la Facultad de Psicología de la UNAM y especialista en trabajo con pacientes con cáncer.
“Si bien hubo bastantes complicaciones y fue un año duro en muchos aspectos: económico, emocional, de salud y político, es un año maestro, te permite mirar hacia dentro. Cuando se inició todo esto de la pandemia y nos mencionaban la primera cuarentena que teníamos que seguir, sugerí retomar esta parte cultural sobre qué significa o qué implica una cuarentena”, explica la especialista.
El término es muy común para las mujeres después del parto. En este periodo aprendían mucho de la relación con sus hijos y su crianza. Era un espacio para tomar un nuevo rol en la vida.
“Una cuarentena, para las mamás que acababan de dar a luz, es el tiempo en el que ellas desarrollar esos apegos con el bebé, aprender a alimentarlo, experimentar esta fase que luego venía y ser una mamá, ya no sólo ser una mujer de la casa, y entonces cuando terminaba la cuarentena salía una mujer con nuevas habilidades, había desarrollado otras estrategias, tenía otras armas que le iban a permitir desempeñar su papel”, explica.
La experta considera que una cuarentena tiene que ser un espacio para la introspección, y así como hay gente que repara desperfectos de la casa, también es tiempo ideal para echar una mirada al interior de uno mismo y aprender a conocer a las demás personas, aunque sean nuestros propios familiares.
Las personas que viven solas también tienen que aprender a autoconocerse y así evitar caer en problemas como ansiedad y depresión.
“Nos enfrentamos a cosas bien fuertes como estar encerrados todo el tiempo. Los que vivían solos ahora tienen que aguantarse a sí mismos, cuando a lo mejor antes muchas veces preferías llenarte de actividades como el gimnasio, el trabajo y otros pasatiempos para no estar contigo. Ahora tienes que voltear y preguntarte ¿quién soy?”, afirma la tanatóloga.
Para sobrevivir en este periodo de emergencia sanitaria, lo mejor es tener un buen ánimo, ocuparse y distraerse con actividades, en el entendido de que es un periodo de contingencia, pero también una oportunidad para mostrar el amor propio, ya que “si yo no me amo, por más indicaciones que me den de que debo cuidarme, no lo voy a hacer”.
Purépechas, comunidad en riesgo tras la pandemia
A partir de la llegada de los españoles cambió la cosmovisión de los pueblos originarios como el de la cultura purépecha, que mantiene hasta el día de hoy uno de los ritos a la muerte más conocidos en el mundo, el tradicional día de Muertos de la zona lacustre de Michoacán.
Actualmente se mantiene una mezcla de las creencias entre el pueblo purépecha y el español, pues antes de la llegada de los europeos no se tenía la concepción del alma.
“Entre los purépechas no existía la idea del alma, como en el caso de los españoles, que la trajeron. Incluso en aquellas muertes que ocurrían en los campos de batalla ellos pensaban que iban con el Sol. Era otra manera de vivir, realmente lo que los purépechas concebían era regresar con la madre naturaleza, es decir, la Madre Tierra que les había dado la vida”, explica Amaruc Lucas Hernández, coordinador del Centro Nicolaita de Estudios de los Pueblos Originarios de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH).
Lucas Hernández recuerda que el pueblo purépecha tenía dos concepciones de la muerte, una honrosa para los caídos en batalla y otra vergonzosa para los ladrones y gente que cometía faltas.
“La gente o los guerreros que morían en el campo de batalla (contra pueblos como náhuatl, otomí o mazahua) tenían una muerte honrosa porque aquel guerrero que fallecía en el campo de batalla se convertía en alimento de los dioses”, explica el académico.
Además, las mujeres que perdían la vida en el parto se creía iban con el dios Sol, ya que eran consideradas guerreras porque lucharon entre la vida y la muerte.
Hoy en día, la pandemia afecta fuertemente a la comunidad purépecha, ya que sus tradiciones impiden las reuniones y muestras de respeto como el saludo de mano.
“Hemos estado en las fiestas patronales en algunas comunidades y la gente anda como si nada, no trae cubrebocas, anda bailando, tomando vino del mismo vaso y no hay una clara conciencia de que el virus está entre nosotros y nos podemos contagiar”, señala Amaruc Lucas Hernández.
La cosmovisión del pueblo purépecha, resultado de esta mezcla con el pensamiento llegado de España, no cambiará con la pandemia, ya que este año se prohibió la entrada a los turistas que acuden los 2 de noviembre a la conmemoración, pero la actividad en los panteones se pudo practicar entre los oriundos de la zona.