Un artículo, publicado este 27 de junio en The Economist, advierte que elegir a un “salvador” como dirigente de una nación es un riesgo que muchas veces se paga con creces, sobre todo en Latinoamérica.
En clara alusión a Andrés Manuel López Obrador, la publicación, que da por sentado que el tabasqueño será el próximo presidente de México, advierte que en los países en donde ganaron las promesas de un cambio radical, por encima de las propuestas, las cosas empeoraron.
En circunstancias “normales” Obrador no hubiera ganado la elección, pero en la actualidad México sufre del crimen desenfrenado, de 85 asesinatos diarios y un crecimiento económico “mediocre” lo que genera un estado de percepción entre la gente de que las políticas de los partidos que han gobernado (centristas) han fallado y que las cosas “no pueden empeorar”, especifica la publicación londinense.
Para la publicación, en América Latina la población se vuelca a los “salvadores” en tiempos de emergencia y ejemplos sobran como Perú en 1990 cuando los votantes eligieron a Alberto Fujimori en tiempos de inflación, insurgencia terrorista y crisis económica.
Otro ejemplo es Venezuela, en donde el colapso del precio del petróleo en los años ochentas terminó con una época de bienestar provocando quiebras bancarias y corrupción ante lo que los venezolanos recurrieron a un militar, que anteriormente ya había intentado dar un golpe de estado, como su salvador.
Según el artículo, cuando los votantes eligen candidatos en tiempos de emergencia, cuyas políticas son contrarias a las que se venían estableciendo, las consecuencias a largo plazo son desastrosas, como en Venezuela y Perú donde hay una marcada polarización política o de crisis como la que vive el país sudamericano actualmente.
“Esta polarización duradera es la que pueden enfrentar México y Brasil. Es el alto precio que pagan los países cuando el establishment político falla en sus funciones más básicas de proteger las vidas de los ciudadanos o prevenir el robo de dinero público”, especifica el artículo de la publicación que remata aseverando que “el problema con los salvadores es que, tarde o temprano, los países tienen que intentar salvarse de ellos”.