Gobernadores, nuevo poder azul
La pugna interna que vive el Partido Acción Nacional (PAN) es mucho más que la definición de la candidatura presidencial.
Se trata de una lucha por el control del partido y por el dinero público que fluye a través de él.
Imelda García
La pugna interna que vive el Partido Acción Nacional (PAN) es mucho más que la definición de la candidatura presidencial.
Se trata de una lucha por el control del partido y por el dinero público que fluye a través de él.
Y aunque es en la cancha política nacional donde se han jugado las contiendas más llamativas, la verdadera disputa se juega ahora en los estados.
Por más férreo que sea el apoyo de un panista a otro, el reparto del dinero puede quebrar esas lealtades e inclinar la balanza hacia uno de los bandos en disputa.
En un trabajo de amarres a través del dinero del presupuesto federal, el grupo de Ricardo Anaya ha visitado los estados que gobierna –o gobernará- para asegurar el apoyo de los mandatarios a cambio de recibir recursos más generosos para 2017.
Ricardo Anaya sabe que serán los gobernadores quienes el año que entra influirán en quién será el abanderado del albiazul a la Presidencia de la República.
Los mandatarios estatales serán protagonistas de bajo perfil en la definición de su candidato a la sucesión del 2018.
Y no solo lo harán con un buen ejercicio de gobierno o metiendo a la cárcel a políticos corruptos de anteriores administraciones, sino movilizando la estructura de su partido para apoyar a quien sea receptor de su lealtad.
En el 2018 quedará como candidato quien ofrezca más a los gobernadores.
Y no solo a los mandatarios del albiazul. Algunos panistas están convencidos de que Anaya ya busca alianzas con los gobernadores del PRI.
El rompimiento dentro del blanquiazul ya ocurrió. No solo es una carta firmada por el grupo opositor a Anaya; es también el no sometimiento en el Congreso, donde ya se comienza a ver lo cruento de la batalla.
Los cercanos a Rafael Moreno Valle y a Margarita Zavala están en un enfrentamiento directo con el grupo de Anaya, quien tiene a la estructura partidaria en su poder.
La evidente ruptura que vive el panismo invariablemente trae a la memoria el caso de Roberto Madrazo, quien siendo presidente del partido en el 2006 decidió mover las fichas del tricolor para convertirse en candidato presidencial.
La ruptura interna trajo como consecuencia la formación de un frente, el TUCOM –Todos Unidos Contra Madrazo-.
Ahora, los panistas ya hablan del TUCAN –Todos Unidos Contra Anaya- en un intento por evitar que use su posición de poder para imponerse como candidato presidencial.
Y no tratan solamente de frenar a Anaya, sino de evitar que crezca con más triunfos en las elecciones estatales del 2017.
Lo cierto es que de estar en una posición con posibilidades reales de ganar la elección del 2018, una mala resolución del conflicto interno en el PAN puede costarles el ascenso de otras fuerzas políticas.
El apoyo de los 11 gobernadores del PAN se encuentra dividido hoy día. Sin embargo, esas lealtades pueden inclinarse a su favor si Ricardo Anaya sigue sosteniendo todas las fichas durante un año más, tiempo necesario para consolidar las redes que lo podrían llevar a conseguir la candidatura presidencial.
Pactos y rupturas
Lejos quedó aquella tarde de junio del 2015, cuando el gobernador poblano Rafael Moreno Valle ofreció una comida a Ricardo Anaya para darle su apoyo, días después de que éste anunció su intención de buscar la presidencia nacional del PAN.
En Casa Puebla, Moreno Valle reunió a algunos panistas destacados y de los triunfadores del 7 de junio del 2015, entre quienes estaban Carlos Mendoza Davis, entonces ganador de la elección en Baja California Sur; y Francisco Domínguez, en Querétaro.
Estaban en esa reunión senadores como Roberto Gil, Javier Lozano, Luis Fernando Salazar y Jorge Luis Lavalle. Acudió también Antonio Gali, entonces alcalde de Puebla y hoy gobernador electo de esa entidad.
El bloque que se conformaba en Casa Puebla tenía como fin consolidar un acuerdo: Moreno Valle apoyaría a Ricardo Anaya para convertirse en dirigente nacional del PAN, y Anaya impulsaría a Moreno hacia el 2018.
Un día antes de esa comida, Margarita Zavala había anunciado su intención de ser la candidata presidencial del PAN; así que Anaya y Moreno Valle acordaron ir juntos a la sucesión federal.
“Pero en el camino algo pasó. Pasó lo que siempre pasa con Ricardo (Anaya), que en el fondo siempre supo que él quería ser candidato presidencial y movió sus piezas. Así le hizo con (Gustavo)
Madero, lo ‘trabajó’ para que lo impulsara, pero luego lo traicionó y lo hizo a un lado, así es él”, comentó un panista que prefirió no dar a conocer su identidad.
Ahora, la ruptura de ese pacto ya subió de tono. El creciente activismo de Anaya en los estados y la búsqueda de pactos con los gobernadores electos y en funciones, dinero del presupuesto federal en mano, exacerbaron los ánimos en los dos grupos antagónicos al dirigente nacional.
Aunque ya se habían dado algunos roces entre panistas por el uso de spots para promover la imagen de Anaya, la gota que derramó el vaso fue la gira que realizó el dirigente nacional al estado de Baja California el 13 de octubre pasado, entidad donde ya logró un pacto con el gobernador, Francisco “Kiko” Vega de Lamadrid.
Los mítines en Baja California fueron el colmo para Margarita Zavala y Rafael Moreno Valle y sus grupos. La rebelión entonces se desató.
El control del dinero y el poder que mantiene Ricardo Anaya desde la dirigencia nacional del PAN mantiene a los otros competidores y a sus grupos en un motín.
Además de los recursos públicos del partido –Acción Nacional recibe 377 millones de pesos de financiamiento público federal este año, según datos del propio albiazul- , la dirigencia nacional tiene acceso a la promoción del partido –principalmente en spots de radio y televisión-, a la realización de giras con viáticos pagados por el PAN y a toda la estructura partidista que trabaja para la dirigencia.
Tiene incidencia también en las candidaturas y lleva la representación del partido ante el Gobierno federal y los otros poderes.
El verdadero poder, sin embargo, viene en la negociación del destino de los dineros públicos. El año pasado la negociación presupuestal se realizó directamente con la presidencia del PAN.
Para la negociación del presupuesto 2017, Ricardo Anaya quiso repetir la fórmula y ser el único intermediario entre los gobiernos estatales y el federal.
Algunos mandatarios se inconformaron y comenzaron la negociación por su lado directamente con la Secretaría de Hacienda o con sus diputados federales.
La pelea por el dinero se traduce en el control de la estructura.
Rebelión en el Congreso
La muestra más clara del rompimiento ocurrió en la votación de la Ley de Ingresos, en San Lázaro, donde los diputados panistas cercanos a Moreno Valle votaron contra las disposiciones impulsadas por el coordinador Marko Cortés, incondicional de Anaya.
El roce terminó en la salida de Eukid Castañón, uno de los más cercanos al gobernador poblano, de la vicecoordinación de Asuntos Políticos de la bancada.
Castañón es un operador político que, en aras del pacto que existía con Moreno Valle por la candidatura presidencial, ayudó al líder a amarrar candidaturas y triunfos en las elecciones del 5 de junio pasado.
Fue operador, por ejemplo, para que Carlos Joaquín lograra el triunfo en Quintana Roo y tuvo acercamientos también con José Rosas Aispuro, hoy gobernador de Durango, y con Francisco García Cabeza de Vaca, hoy gobernador de Tamaulipas.
Su fama lo persigue. Desde 2014, el PRI ha acusado en distintas ocasiones que Eukid Castañón opera un centro de espionaje en Puebla para vigilar a sus adversarios.
La acusación volvió a hacerse en mayo de este año, cuando Blanca Alcalá, entonces candidata a la gubernatura de Puebla afirmó que alguien le había advertido que estaban vigiladas todas sus comunicaciones.
Castañón siempre ha negado las acusaciones, argumentando que se trata de un intento por desprestigiarlo.
Los cercanos a Anaya saben que la enemistad con Castañón les traerá más problemas que beneficios; aun así, decidieron sacarlo de la cúpula de la bancada del PAN en San Lázaro para despojarlo de su posición de poder en el grupo parlamentario.
Apoyos en la Comisión de Presupuesto
El dirigente nacional panista también concentra más apoyos en la Comisión de Presupuesto de la Cámara Baja, donde al menos seis de los 10 legisladores albiazules son de su grupo.
En el Senado, los síntomas de la ruptura ya aparecieron. El pasado jueves, en la votación para ampliar el periodo de los magistrados electorales, afloró la insurrección de los panistas cercanos a Margarita Zavala y a Rafael Moreno Valle al votar en contra de un cambio que venía indicado por el
coordinador Fernando Herrera, negociado por Anaya con el PRI.
A ello se sumó el reclamo de Jorge Luis Preciado porque la coordinación de la bancada despidió al personal que trabajaba en su oficina, incluyendo a sus guardaespaldas. El motivo fue la obstinación de Preciado por empujar la propuesta de la portación legal de armas.
En los estados es donde Anaya lucha por construir alianzas con gobernadores que ya tienen comprometidos o declarados sus apoyos.
Alianzas, ¿con gobernadores del PRI?
Es una máxima de la política mexicana: quien tenga el poder en los estados, podrá ganar la elección presidencial. Los mandatarios estatales tienen el control de la estructura política en sus entidades. Y hacia allá se dirige la estrategia de los contendientes panistas.
No se trata solo de los 11 gobernadores del PAN –que tendrán un papel importante dentro del proceso panista en los próximos meses-. En su radar están también los gobernadores de otros partidos.
Según panistas consultados, uno de los escenarios que contemplan es que los gobernadores priistas consideren dar su apoyo a un panista a cambio de “mantenerse protegidos” durante el sexenio.
La hipótesis se refuerza al ver la actitud que ha tomado el partido con sus exgobernadores, como Javier Duarte, gobernador con licencia de Veracruz, a quien ya hasta expulsó de las filas del tricolor; cosa que no ha pasado con Guillermo Padrés, exgobernador de Sonora, a quien solo le han sido retirados sus derechos partidistas.
“Aquí entre los azules hay metidos varios rojos; ellos son los que van a definir”, dijo una fuente del CEN panista.
La estrategia no es descabellada y ya ha sido utilizada antes por el PAN.
En la elección del 2006, fueron algunos gobernadores priistas quienes apoyaron la campaña y dieron el triunfo a Felipe Calderón, quien ganó por un escaso margen de 0.56 por ciento de la votación –por apenas 243 mil 934 votos-.
Un cable de Wikileaks, publicado por el diario La Jornada, reveló que en mayo del 2006 el embajador de Estados Unidos en México, Antonio Garza, escribió sobre el apoyo que recibía Calderón de algunos gobernadores priistas.
Garza citaba a Manuel Espino, entonces presidente del PAN, quien le explicó que tenía acuerdos con Elba Esther Gordillo, pero también con “gobernadores rebeldes” del PRI.
Espino confió, además, que el PAN tiene tratos sólidos con los gobernadores del PRI rebeldes que se encuentran en secreto, pero activamente, ayudando a la campaña de Calderón, mientras que dicen dar su apoyo a Madrazo. Los gobernadores del PRI disfrutan de la autonomía y la autoridad que han disfrutado con Fox y saben que Madrazo puede frenarla en caso de ser elegido, explicó Espino.
“Mientras Espino no confirmó ningún detalle, es de común conocimiento de que el gobernador de Sonora, (Eduardo) Bours se ha reunido con el equipo de Calderón. Espino dejó ver que el exgobernador de Nuevo León, Natividad González Parás, podría ser otro diciéndonos que anteriormente ha apoyado a otros rivales del PRI. Montiel se encuentra trabajando ‘detrás de la escena’ para Calderón”, afirmó Garza en el cable 06MEXICO2409, fechado el 4 de mayo del 2006.
Algunos panistas piensan que hay quienes quieren repetir la historia, pero ahora antes de la elección presidencial, con miras a consolidar el apoyo para la candidatura.
Los panistas y sus ‘gallos’
En una revisión de cómo se encuentra el panorama hoy, todo indica que el gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, tiene la mayor cantidad de apoyo de sus colegas.
En el caso de Aguascalientes, Martín Orozco ha recibido apoyo del grupo de Margarita Zavala y los calderonistas. El gobernador electo de la entidad está identificado como parte de uno de los sectores más conservadores del PAN, por lo que podría refrendar su apoyo a la exprimera dama.
En Baja California, gobernado por Francisco “Kiko” Vega de Lamadrid, el pacto ya está hecho: apoyará a Ricardo Anaya.
En Baja California Sur se encuentra un aliado de Rafael Moreno Valle, el gobernador Carlos Mendoza Davis.
Desde Chihuahua, el apoyo de Javier Corral podría estar entre dos aspirantes: Margarita Zavala o con Rafael Moreno Valle. De Ricardo Anaya, con quien compitió por la presidencia del blanquiazul, ni hablar.
En Durango, José Rosas Aispuro se identifica con Rafael Moreno Valle; no solo los une la amistad, sino la forma en que se convirtieron en gobernadores por el PAN –ambos con antecedentes en el PRI-. Sin embargo, cuando fue su campaña este año, Moreno Valle no estuvo con él, lo que puede hablar de un distanciamiento.
En Guanajuato, el gobernador Miguel Márquez Márquez ha expresado su apoyo a la candidatura de Margarita Zavala, sobre todo por ser un activo importante dentro del PAN.
El gobernador electo de Puebla, Antonio Gali, indiscutiblemente apoyará a Moreno Valle en su aspiración.
En Querétaro, aunque el mandatario Francisco Domínguez es identificado como miembro del ala calderonista en el PAN, lo cierto es que uno de sus apoyos más fuertes en la campaña del 2015 fue Rafael Moreno Valle, aunque podría decantarse por Margarita Zavala.
En Quintana Roo, el gobernador Carlos Joaquín González recibió apoyo directo de Moreno Valle para construir su camino a la gubernatura; tanto fue así que Eukid Castañón, operador del poblano, estuvo en esa entidad trabajando para la candidatura de los aliancistas.
En Tamaulipas, el gobernador Francisco Cabeza de Vaca podría decantarse por Ricardo Anaya o por Rafael Moreno Valle, toda vez que el poblano lo apoyó en su campaña; incluso se llegó a señalar que en municipios de Tamaulipas se habían entregado despensas del DIF poblano.
En Veracruz, el mandatario electo Miguel Ángel Yunes apoyará a Ricardo Anaya; aunque hay voces que afirman que podría haber un acercamiento con Moreno Valle por la raíz que comparten como cercanos de la lideresa magisterial Elba Esther Gordillo.
Mandatarios azules, pieza clave
Acción Nacional gobernará en 11 estados y en cada uno de ellos se jugará una carta rumbo a la candidatura presidencial del albiazul.
Luis Carlos López, académico del Centro de Enseñanza Técnica y Superior (Cetys Universidad) campus Tijuana, historiador y experto en el estudio del Partido Acción Nacional, destaca que la definición de la candidatura presidencial pasará indiscutiblemente por el poder de los gobernadores, aunque tendrán mucho que ver también los militantes.
“En el PAN todavía pesa mucho el ‘abolengo’; es un partido donde se tiene gran aprecio por quienes han forjado su vida dentro de Acción Nacional, pero no hay que desdeñar la capacidad de hacer acuerdos y hacer alianzas de grupo”, consideró.
Para el catedrático, Margarita Zavala es la candidata que podrían apoyar los panistas “de la vieja guardia”, aquellos para quienes ser panista de toda la vida es algo que les da confianza; en ese caso, sin embargo, Zavala tiene un factor en contra: su esposo, el expresidente Felipe Calderón.
“Pero eso es algo que no ven los panistas; ellos solo se van con la idea de que una verdadera panista llegue a Los Pinos”, dijo.
Rafael Moreno Valle, sostuvo López, llegó al PAN después de tener antecedentes en el PRI, lo que lo convierte en un outsider dentro del blanquiazul.
Ricardo Anaya, apreció, representa la nueva generación de panistas, aunque con una gran capacidad de aplicar viejas fórmulas para lograr su objetivo, lo que hace que sea visto con desconfianza por muchos.
“Ganará quien ofrezca más a los gobernadores”, apuntó López.