PAN y PRD, el fracaso del Frente

Las dos principales fuerzas políticas que conformaron la coalición ‘Por México al Frente’ obtuvieron el 1 de julio los peores resultados de su historia, realidad que los obliga a replantear su pragmática alianza. La guerra por las cenizas hacia el interior de estos partidos ya comenzó
Gibrán Zafra Gibrán Zafra Publicado el
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[kaltura-widget uiconfid=”38728022″ entryid=”0_hhhghc67″ responsive=”true” hoveringControls=”false” width=”100%” height=”75%” /] El PAN y el PRD fueron otras de las víctimas de la arrolladora irrupción de Morena en la política mexicana.  

Hoy ambos partidos tendrán que hacer un examen de conciencia para desmenuzar qué ocurrió el 1 de julio, por qué la alianza que formaron  no funcionó e intentarán curar sus fracturas al interior para no quedar como  oposiciones a la deriva. 

Una necesidad que fue refrendada por la Asamblea de Gobernadores de Acción Nacional (GOAN), quienes el día de ayer mostraron su voluntad de colaborar con el gobierno electo de López Obrador para trabajar de manera conjunta y resolver los problemas y necesidades del país. Además pidieron renovar su dirigencia garantizando imparcialidad en el proceso.

Los  partidos más representativos de la derecha y de la izquierda en el país en las últimas décadas  están pagando cara  la factura que les pasó  el  proyecto de aliarse junto a MC pese al evidente distanciamiento ideológico.

El denominado Frente,  pintado de azul, amarillo y naranja fracasó el pasado domingo. El candidato al que impulsaron, Ricardo Anaya, quedó en un segundo lugar, muy alejado de López Obrador, el ganador de la contienda presidencial. 

La diferencia conseguida por  los  morenistas sobre los frentistas fue de 30.47 por ciento de los votos totales según los datos del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP), es  decir,  una  distancia de 13.87 millones de sufragios. Un duro golpe

La cifra de apoyos obtenidos cimbró a panistas y perredistas. Según números del PREP, con su último corte final del 93.56 por ciento de las actas contabilizadas,    Anaya obtuvo 22.49 por ciento de la votación, 10.24 millones, lo que lo ubica como uno de los peores desenlaces en la historia del Partido Acción Nacional.

El resultado  no logró superar la cifra  conseguida  desde la candidatura de Diego Fernández de Cevallos en 1994, cuando el PAN obtuvo 26 por ciento del electorado.  

Para el 2000, cuando lograron convertirse en la primera alternancia en el país, Vicente Fox Quesada consiguió cerca del 42.5 por ciento. 

En el 2006, cuando Felipe Calderón Hinojosa logró ligar el segundo sexenio blanquiazul en México, obtuvo el 35.9 por ciento del electorado en una cerrada elección ante el entonces perredista López Obrador. 

Seis años después en una candidatura que fue calificada como  un fracaso, Josefina Vázquez Mota quedó en el tercer sitio, pero pese a ello obtuvo 25.6 por ciento de los votos, un poco más que lo conseguido por Ricardo Anaya. 

En la casa de los vecinos, con los que  construyeron  el Frente, las cosas no mejoran, incluso pintan peor. El perredismo tuvo una lamentable elección  presidencial, al conseguir solamente un millón 307 mil 665 votos. 

El número de apoyos obtenidos por el partido del sol azteca incluso se encuentra por debajo de lo logrado por el independiente Jaime  Rodríguez “El Bronco”, cerca de 2.3 millones de votos, o de los 2.6 millones de sufragios aportados por el Partido del Trabajo  al proyecto de AMLO. 

Lejos quedaron los tiempos gloriosos perredistas, cuando en el 2006 estuvieron a sólo 0.62 por ciento de  encumbrar a un presidente desde su partido, ayer militante, hoy enemigo político: Andrés Manuel López Obrador.

El PAN y el PRD, así como  MC, podrían pagar muy caro por su  alianza. Una unión que lejos de demostrar que eran una oposición fuerte, quedó como un proyecto de ambición electoral. 

“Se pagó un  costo muy alto  por la  alianza con el PRD, más que dar una idea de formar un bloque de oposición al gobierno de  Peña Nieto, lo que se dio fue una imagen muy pragmática.  Casi  de ambición por el poder:  vamos a aliarnos no para ser un frente, sí para sacar más votos de una elección”, explica Maximiliano García, doctor en Ciencias Políticas. 

La candidatura de Anaya fue polémica de principio a fin. Para ser aceptada dentro del panismo, el político confrontó a otras corrientes blanquiazules, lo  que derivó  tanto en la renuncia como en la expulsión de militantes. En el perredismo ocurrió lo mismo. 

“Uno de los principales lastres fue que Anaya se presentó como una figura que más que velar por los intereses de su partido, velaba por sus intereses personales. Buscó aliarse con cualquiera a cambio de votos, pero no lo consiguió”
Maximiliano GarcíaDoctor en Ciencias Políticas

La ola morenista  alcanzó a otros partidos también acostumbrados a las alianzas, como lo es el Verde Ecologista de México, cuyo poder político lo ha logrado por medio de las coaliciones, primero con el panismo, luego con el priismo, y ahora debe replantearse su futuro ante el reordenamiento de las fuerzas políticas en el país. 

La pugna por el poder

La resaca tras el 1 de julio comienza a pesar dentro del panismo y del perredismo. El panorama que se advierte es una evidente pelea interna por hacerse  de las dirigencias nacionales y replantear sus proyectos políticos con miras a consolidarse como oposición. 

“Los enfrentamientos que hubo a lo largo de todo el proceso durante la dirigencia de Ricardo Anaya,  han generado demasiadas confrontaciones que provocaron divisiones internas, incluso la salida de militantes (…) por lo que se planteará un proceso de transformación necesario en  todas las fuerzas dominantes del escenario político nacional”, indica Salvador Mora, politólogo de la UNAM. 

Para el analista la presencia del panismo es necesaria en el país y el panorama político de México, ya que tiene una marcada identidad con un sector empresarial y con una parte  de la población identificado con un discurso de derecha. 

El también catedrático de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM agrega que  la actitud que se tomó dentro del panismo de expulsar a militantes por oponerse al proyecto  anayista  y expresar abiertamente su apoyo a otros candidatos fue mala, ya que generó división, pero también critica a los que decidieron marcharse, ya que la lucha por el poder debió ser al interior del partido. 

El PAN y el PRD se han visto obligados a replantear su futuro tras los malos resultados que obtuvieron en la elección del pasado 1 de julio, hecho que generará luchas internas en ambos partidos por el poder

Prueba de la ruptura es la petición de Ricardo Salcedo, consejero del PAN, quien pidió la expulsión inmediata de Ricardo Anaya del partido por traicionarlos, ya que apoyó en Jalisco a Enrique Alfaro y a candidatos del MC y PRD pero no a los del blanquiazul.

Además se lanzó contra Damián Zepeda, quien en una declaración pidió que los panistas que no apoyaron ni respaldaron la candidatura de Anaya, no deberían de hablar de una refundación, ya que sólo estorbaron.

Salcedo dijo que si a Ernesto Cordero, Jorge Luis Lavalle y Eufrosina Cruz se les expulsó por apoyar a otro candidato, a Anaya también se le debe aplicar el mismo criterio.

Según estatutos de Acción Nacional, su dirigencia se debe renovar cada 3 años y tras una elección federal, por lo que en el periodo de agosto a diciembre se deberá llevar a cabo el proceso al interior del partido, en lo que se antoja como una auténtica pugna por el poder. 

Ante este escenario, el día de ayer el senador Ernesto Ruffo alzó la mano para postularse en el proceso interno panista y convertirse en su próximo dirigente nacional, además indicó sobre el Frente que ya no tiene razón de ser, ya que fue creado sólo para conseguir la Presidencia de México.

Para el catedrático del Instituto Tecnológico de Monterrey, Gustavo López Montiel, la estructura panista sigue siendo muy atractiva, sobre todo por los recursos que manejará como principal oposición  en  el país, por lo que deberá procesar sus conflictos internos. 

En el perredismo el ambiente se antoja muy similar. El aceptar la coalición con PAN y MC tuvo un costo político importante para el partido, ya que provocó una desbandada de militantes e importantes dirigentes que no concebían aliarse con la derecha en México.

Los tiempos para el PRD parecen difíciles luego de que el grupo identificado como los “Chuchos”, encabezado por Jesús Zambrano y Jesús  Ortega, se  apoderaron del partido, ya que las otras tribus  decidieron marcharse; algunos  para apoyar a López Obrador. 

No obstante, Jesús Zambrano, uno de los líderes perredistas, afirmó ayer que el “tsunami pejista” los descontó pero que no los ahogó. El integrante de los “Chuchos” dijo que por más actas de defunción que les sigan otorgando, ellos seguirán vivos.

A finales del 2012, luego de la segunda elección federal  que perdió  el político tabasqueño, anunció su renuncia del partido del sol azteca y les advirtió a los líderes de ese momento: “se van a quedar con el cascarón”, frase que hoy parecer cumplirse ante la inminente crisis en la que se han sumido. 

El papel de los gobernadores

El día de ayer a través de un comunicado la Asamblea de Gobernadores de Acción Nacional (GOAN) señaló que hoy como nunca Acción Nacional requiere un reencuentro con sus orígenes, ideales y principios. Y aseguraron que es urgente la renovación de la dirigencia nacional garantizando la equidad, legalidad e imparcialidad del proceso.

Días antes del 1 de julio la GOAN sacó un comunicado que fue visto por muchos como un distanciamiento de Anaya, ya que planteaban su disposición por trabajar con el que resultará ganador de la elección presidencial, hecho que confirmaron el día de ayer.

“La GOAN refrenda la voluntad de colaborar con el gobierno electo de López Obrador y trabajar de manera conjunta para resolver los problemas y necesidades de nuestros estados y del país. Trabajaremos para que le vaya bien a México”, publicaron en su cuenta de Twitter.

Lo único que evitó que la coalición ‘Juntos Haremos Historia’ se llevará aún más cargos de elección popular fue el trabajo de los gobernadores, principalmente del PAN, quienes ya pidieron también renovar su dirigencia nacional de forma imparcial

El documento que se dio a conocer previo al 1 de julio fue firmado por 7 de 12 gobernadores panistas: de Aguascalientes, Martín Orozco; de Baja California Sur, Carlos Mendoza Davis; de Durango, José Rosas Aispuro; de Puebla, José Antonio Gali Fayad; de Querétaro, Francisco Domínguez; de Quintana Roo, Carlos Joaquín González; y de Tamaulipas, Francisco Javier García Cabeza de Vaca.

“Acción Nacional deberá arreglarse internamente con la renovación de su dirigente, ahí habrá que ver qué tanto se reconstruyen los cuadros, evidentemente el grupo derrotado está expuesto a un escenario de revanchismo, sin embargo por salud para el partido deberán verquéoposición serán”, explica el analista Salvador Mora.

Si Morena no arrasó con más cargos a nivel nacional fue gracias a la operación y trabajo de algunos gobernadores panistas, pero no de los perredistas. Guanajuato, el bastión tradicional del Acción Nacional, fue la única entidad donde López Obrador no triunfó.

Ante la evidente fractura panista, los gobernadores podrían aprovechar su poder desde las entidades para tratar de tomar la dirigencia nacional, luego de que muchos de ellos no coincidieron ni apoyaron el proyecto de Ricardo Anaya.

“Acción Nacional deberá arreglarse internamente con la renovación de su dirigente, ahí habrá que ver qué tanto se reconstruyen los cuadros, evidentemente el grupo derrotado está expuesto a un escenario de revanchismo, sin embargo por salud para el partido deberán ver qué oposición serán”, explica el analista Salvador Mora.

Ante la evidente fractura panista, los gobernadores podrían aprovechar su poder desde las entidades para tratar de tomar la dirigencia nacional, luego de que muchos de ellos no coincidieron ni apoyaron el proyecto de Ricardo Anaya.

En contra parte, los gobernadores perredistas fracasaron en su intento de apoyar al Frente. De las 4 entidades que los perredistas gobernaban con políticos emanados de sus filas como lo son la Ciudad de México, Tabasco y Morelos, tres plazas que perdieron, y la cuarta que aún mantienen que es Michoacán, gobernada por Silvano Aureoles que apoyó al candidato del PRI, José Antonio Meade, no lograron aportar números para beneficiar a la coalición a la que pertenecen.

De las 9 gubernaturas que acudieron a las urnas el pasado 1 de julio, Morena logró quedarse con 5, mientras que el Frente logró retener una con claridad, Guanajuato, y según el PREP también Yucatán y Puebla, aunque se antojan como elecciones polémicas que serán disputadas e impugnadas. MC en lo individual se quedó con Jalisco.

El extraño matrimonio

La derecha y la izquierda como aliados electorales en México. De principio la idea suena incongruente, ¿cómo dos partidos políticos de corrientes totalmente distintas y con ideales opuestos  se pueden unir para respaldar a un candidato presidencial?

La alianza, calificada como pragmática, encuentra justificación según sus impulsores en que es una forma de arrebatarle el poder al Partido Revolucionario Institucional (PRI), proyecto con el que ya se han logrado algunos triunfos estatales, pero ahora el enemigo se llamaba Andrés Manuel López Obrador, a quien no lograron vencer

La unión entre ambos partidos no es nueva, desde 1991 se dio el primer acercamiento, en esa ocasión promovida por sus líderes Cuauhtémoc Cárdenas y Luis H. Álvarez cuando fueron juntos en San Luis Potosí. Donde obtuvieron una derrota.

Los buenos resultados que justifican la unión entre PAN y PRD comenzaron en el 2000 cuando se aliaron en Chiapas y respaldaron a Pablo Salazar, quien le puso un alto a décadas de priismo. Después vino el triunfo en Yucatán con la candidatura de Patricio Patrón

En el 2004 llegó el turno de Chihuahua y  Oaxaca  pero en ambas resultaron derrotados. Esa unión se retomó para el 2010, cuando fueron en fórmula panistas y perredistas en 5 estados, de los cuales perdieron dos, Durango e Hidalgo, mientras que ganaron en tres, Oaxaca, Puebla y Sinaloa, con Gabino  Cué, Rafael Moreno Valle y Mario López Velarde, respectivamente. 

Para el 2013, ambos partidos fueron juntos en Baja California donde lograron el triunfo de Francisco “Kiko” Vega.  

Los buenos resultados que justifican la unión entre PAN y PRD comenzaron en el 2000 cuando se aliaron en Chiapas y respaldaron a Pablo Salazar, quien le puso un alto a décadas de priismo. Después vino el triunfo en Yucatán con la candidatura de Patricio Patrón

Tres años después la unión dio bueno frutos, donde ganaron Durango con José Rosas Aispuro; Quintana Roo con Carlos Joaquín González y Veracruz con Miguel Ángel Yunes; mientras que perdieron en Oaxaca y Zacatecas. El año pasado fue la más reciente unión en Nayarit, la cual ganaron con Antonio Echevarría.

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