Los Centros de Transferencia Modal (Cetram) en la Ciudad de México son proyectos inconclusos. Y es que en un intento por reordenar estos ‘paraderos’ y la movilidad de usuarios capitalinos y mexiquenses, algunos de estos lugares parecen no atraer beneficios, ya que operan a su suerte, bajo condiciones de abandono o simplemente de desuso.
Proyectados bajo una idea de aprovechamiento del espacio público y un modelo de concesión a particulares, los Cetram no sólo tienen el propósito de facilitar la conexión entre distintos sistemas de transporte como son Metro, Metrobús, camiones y taxis, sino también el de garantizar seguridad y eficiencia en los trayectos de todos sus pasajeros.
De acuerdo con la página oficial de la Coordinación de los Cetram, el gobierno capitalino contempla la rehabilitación de 45 sitios considerados como los paraderos de mayor afluencia, ya que en dichos lugares miles de personas abordan y transbordan algún medio de transporte, sin embargo, y ante los esfuerzos por rescatar tales puntos, la realidad difiere de sus propósitos fundamentales.
Aunque en 2013 se retomó el rescate de estos espacios a través convenios público-privados, que a su vez permitieron el arranque (vigente en algunos casos) de las obras de recuperación y futura explotación comercial, la constante que predomina en varios de estos sitios es de un ambiente inseguro y un aspecto deteriorado de instalaciones, comercio ambulante y caos vehicular.
Durante una serie de recorridos por una tercera parte de todos los Cetram capitalinos, Reporte Índigo constató que diversos paraderos presentan irregularidades.
En Iztapalapa, y a pesar de que sus obras fueron concluidas en 2014, el paradero de Metro Periférico Oriente funciona de modo parcial. Con sólo dos rutas de camiones que entran a sus circuitos, el sito es desaprovechado, mientras que en el piso superior, la mayoría de locales están abandonados.
En el caso del Cetram de Constitución de 1917 las obras se encuentran avanzadas, mientras que los paraderos provisionales mantienen comercio informal y tiraderos de basura, además de que las plantas y arbustos crecidos dejan al descubierto la falta de mantenimiento en el lugar.
Aunque las instalaciones de Indios Verdes y La Raza, en la alcaldía Gustavo A. Madero, fueron sometidas a una estandarización de puestos fijos y semifijos, los ambulantes lograron adueñarse de los espacios sin delimitación y los accesos al Metro.
Pese al comercio informal, el mayor problema en la zona es la inseguridad, señala una usuaria del paradero identificada como Daniela, “porque hay gente que luego se sube armada y al paso de unos minutos atraca los camiones o las combis”.
En una visita al Cetram se comprobó que algunas rutas de transporte cuentan con elementos de seguridad privada que revisan a los usuarios antes de subir a algunas rutas, como es el caso de las que se dirigen a Zumpango y Tecámac, en Estado de México.
Las obras del Centro de Transferencia de la estación Martín Carrera avanza a paso lento, tras las láminas que rodean la construcción solo se observan las banquetas que delinean los carriles que serán ocupados por los camiones, mientras que las aceras aledañas están ocupadas por vendedores informales.
En el primer cuadro de la capital se ubican los paraderos de Nezahualcóyotl y San Antonio Abad, cerca de la zona de Pino Suárez. El primero está rehabilitado y da servicio de manera regular, pese a que el comercio informal entorpezca el flujo peatonal y que por las noches la inseguridad se apodere del Jardín del Árbol, aseguran usuarios.
A escasos metros de donde se ubicara uno de los mayores ‘mercados de pulga’ de la capital, en la calle Cerrada Fray Servando, los carriles habilitados como terminal se encuentran en el olvido, ya que en el lugar no circula ningún medio de transporte, mientras que los vecinos han adoptado la infraestructura como estacionamiento particular.
En Venustiano Carranza, el Cetram Pantitlán se encuentra deteriorado, sucio y lleno de ambulantes, aún y cuando el sitio es uno de los más transitados, ya que entre sus laberínticos pasillos convergen usuarios de las Líneas 1, 5, 9 y A del Metro, además del Mexibús y más de 30 rutas de camiones.
El paradero de San Lázaro es otro de los proyectos que se mantienen detenidos, ya que aunque el sitio fue cercado las obras no han iniciado y el lugar actualmente es ocupado para alojar camiones de granaderos de la Secretaría de Seguridad Pública capitalina.
Con paraderos provisionales, el Cetram Chapultepec, ubicado en los límites de Miguel Hidalgo y Cuauhtémoc, no ha levantado su complejo comercial debido a un freno impuesto por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), ya que la construcción afectaría la vista del Castillo de Chapultepec. Ante la mejora del lugar, algunos usuarios señalan que el sitio es solitario.
Afuera del Metro Tláhuac, el paradero es utilizado por contadas rutas ya que las provenientes del Edomex no tienen permitido el acceso, provocando caos vehicular en las inmediaciones.
En Coyoacán, el Cetram de Tasqueña no presenta indicios de avance, aunque su proyección total está estimada para 2021; mientras que en el de Universidad, acusan usuarios, es común la inseguridad, aún y cuando se han efectuado obras para reorganizar áreas y la estandarización de puestos fijos y semifijos.
Otros espacios desaprovechados son los dos Cetrams de Xochimilco, Deportiva y Francisco Goitia, ya que ambos lugares son usados para lavar y estacionar unidades de transporte fuera de servicio.
Ambiciosos proyectos sin éxito
Si la rehabilitación de los Centros de Transferencia Modal (Cetram) en la Ciudad de México no soluciona la movilidad entre usuarios y medios transportes, a través de espacios seguros y cómodos, integrados a la posibilidad de satisfacer necesidades de servicios, dichos lugares se convierten en proyectos fallidos, explica Enrique Soto, catedrático de la Facultad de Arquitectura de la UNAM.
“Aunque capitalizan los flujos de movilidad, las construcciones de este tipo sólo son factibles cuando mejoran el entorno, partiendo del libre tránsito peatonal y la fusión de los medios de transporte, incluso a través de la instauración y ordenamiento del comercio. Ya que si los proyectos no contemplan una solución integral a las dificultades del sitio, estos no tienen éxito y solo pasan a ser negocios inmobiliarios”, señala.
Cuando las problemáticas de los paraderos no se solucionan con la infraestructura de un Cetram o los complejos comerciales hacen inviable el tránsito de los pasajeros, es necesario reestructurarlos, ya que en esos caso se perjudica más de lo que beneficia.
“Para eficientar los Cetram sería necesario transparentar los proyectos desde las licitaciones, así como el destino de los recursos de contraprestaciones; mejorar no sólo la infraestructura de estos lugares sino también los alrededores y repensar el transporte desde una visión metropolitana, ya que muchas veces las rutas de transporte provenientes del Estado de México son excluidas”, indica el experto.