Paraísos infernales
La violencia que azota al territorio mexicano parece no tener fin, un fenómeno que de no revertirse convertirá al año 2018 en el más sangriento de la historia desde que se tienen registros, realidad que se ha hecho presente en algunos de los puertos más visitados del país trayendo consigo graves afectaciones al turismo tanto local como extranjero
Eduardo Buendia[kaltura-widget uiconfid=”39952882″ entryid=”0_hf9i5szk” responsive=”true” hoveringControls=”false” width=”100%” height=”75%” /]
Algunos de los paraísos vacacionales mexicanos más concurridos se han convertido en escenarios de enfrentamientos y asesinatos.
Puertos y playas frecuentados por miles de turistas se han sumergido es una ola de inseguridad y violencia; tanto que diversos países han alertado a sus ciudadanos para que eviten cada vez más viajar a México.
La lista de lugares con advertencias de viaje hacia el país cada vez se hace más grande abarcando localidades en las que hace años era impensable encontrar un ambiente de miedo por las disputas entre el crimen organizado.
Aunque estas dos regiones lograron salir de la lista hace unas semanas, el sector empresarial permanece en alerta a la espera de que la violencia vivida hace unos meses no tenga un nuevo repunte.
Los que eran pensados paraísos turísticos como Acapulco, Guerrero, hoy son considerados como los nuevos infiernos que sufren las consecuencias del aumento generalizado del crimen organizado en todo el territorio nacional y que no ha podido ser contenido con la estrategia implementada para garantizar la seguridad por parte de la actual administración federal ni por los demás niveles de gobierno.
Organizaciones de la sociedad civil especializadas en temas de seguridad estiman que este 2018 se convertirá en el año más violento desde que la autoridad tiene registro de los delitos.
Cancún, Quintana Roo; Los Cabos, Baja California Sur; o Acapulco, Guerrero; son destinos en donde los homicidios dolosos y otros delitos han tenido un repunte en los últimos años.
Es por ello que en materia de seguridad el nuevo gobierno que encabezará Andrés Manuel López Obrador tendrá el desafío de resolver este grave problema.
Para Francisco Torres Landa, consejero de la asociación civil México Unido Contra la Delincuencia, la estrategia a base de violencia para acabar con el narcotráfico y el crimen organizado impulsada por los gobiernos de Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón sólo ha ocasionado el aumento de la inseguridad y ha puesto en riesgo los destinos turísticos que para él significan parte medular del porvenir económico del país.
“El futuro de México no está en la manufactura, está en los servicios y la vocación más importante que tiene el país en materia de servicios está en el turismo.
Al respecto, Santiago Roel, director de la organización Semáforo Delictivo, afirma que la inseguridad en aumento en lugares turísticos es la muestra de que en todo el país se observa un crecimiento en la incidencia delictiva.
“En todas partes, no necesariamente tiene que ser un lugar turístico. Donde hay dinero hay mercado de drogas y hay luchas por la plaza. La verdad es que el narcomenudeo lo tenemos en todo el país, ha crecido el mercado. Cuando hay un solo grupo que controla la plaza está tranquila, cuando hay dos o más disputando la plaza se hace esta masacre”, señala Roel.
Cancún, de edén a lugar del horror
Cancún, Quintana Roo, es el tercer destino más visitado a nivel nacional tanto por turistas mexicanos como por personas provenientes de otros países.
De acuerdo con datos de la Secretaría de Turismo (Sectur), Cancún tuvo un promedio de 76.8 por ciento de ocupación hotelera durante el 2017.
Sin embargo, en sus calles y avenidas la delincuencia es algo cada vez más común.
El 22 de agosto pasado fue una jornada trágica en la ciudad quintanarroense. La Fiscalía estatal tuvo registro de ocho personas asesinadas.
A primera hora de ese día, la Policía Estatal ya tenía el reporte de cinco bolsas con los restos de dos personas. Horas más tarde se confirmaron más casos.
Este tipo de acontecimientos se han vuelto comunes para los cancunenses y los turistas. Prueba de lo anterior es la balacera entre presuntos delincuentes y la Policía Ministerial en pleno centro de Cancún en junio de 2017.
Durante 20 minutos policías y civiles intercambiaron disparos a la altura de la glorieta “El Ceviche” ubicada sobre la avenida Tulum. El hecho inició cuando un grupo armado atacó a una patrulla ministerial.
Desde hace meses el repunte de la violencia le ha sido atribuida a una supuesta pugna por el control de la región entre el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y el cartel de Los Zetas.
“Es una lucha del territorio para vender drogas, eso es lo que es. Es una plaza atractiva porque hay dinero, hay turistas, hay mercado”, opina Santiago Roel sobre el caso de Cancún.
De acuerdo con los registros del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), en el municipio Benito Juárez de Quintana Roo, demarcación en la que se encuentra Cancún, en el 2015 se iniciaron 132 averiguaciones previas por homicidio doloso, para el 2017 la cifra casi se duplicó, pues el número fue de 250 casos.
No obstante, este incremento de la violencia ha visto en este 2018 el repunte más preocupante, debido a que entre enero y septiembre ya se han contabilizado 403 asesinatos; es decir que sólo en nueve meses se superaron los casos de todo el 2017.
Un análisis sobre la inseguridad realizado por Semáforo Delictivo reveló que el 72 por ciento de los homicidios cometidos en Quintana Roo ocurren en el ayuntamiento de Benito Juárez.
También detalla que entre septiembre de 2017 y septiembre de 2018 hubo 74 homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes.
El robo a negocio es otro delito que ha tenido un crecimiento de manera considerable. Mientras en el 2015 hubo mil 272 incidencias, para el 2017 el número fue de mil 955.
El incremento de la violencia en Cancún mantiene atemorizada a su población. En los últimos meses el lugar caribeño ha sido una de las ciudades en donde la gente se siente más insegura.
La Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) realizada por el Inegi indica que mientras en septiembre de 2017 el 81 por ciento de la población de Cancún dijo sentirse insegura; para el mismo mes del 2018 este índice aumentó a 93 por ciento.
Los Cabos y la crisis de asesinatos
La noticia sorprendió a México. En marzo de 2018, Los Cabos, Baja California Sur, fue considerada la ciudad más peligrosa de todo el mundo, según el informe del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal (CCSPJP).
Este lugar, privilegiado por su geografía que lo hace uno de los destinos más atractivos para turistas mexicanos y extranjeros, se hundió en la violencia.
El estudio del CCSPJP tomó en cuenta 50 ciudades a nivel internacional y, Los Cabos por contar con una tasa de homicidios de 111.33 casos por cada 100 mil habitantes, la puso por encima de otras urbes peligrosas como Caracas, Venezuela –con un tasa de 111.19 homicidios por cada 100 mil habitantes- y Acapulco, otro sitio azotado por el crimen.
Durante el 2015 las autoridades de Baja California Sur sólo tuvieron 33 registros de homicidios dolosos ocurridos en Los Cabos; para el 2016 la cifra aumentó a 68; pero para el 2017 los casos se dispararon a 363, diez veces más que dos años atrás, de acuerdo con datos del SESNSP. Para este 2018, entre enero y septiembre se registraron 56 homicidios.
“Cuando recién ocurrió ese repunte en la criminalidad, obviamente afectó al turismo. Pero una vez que fue controlado, la inversión turística creció mucho”, explica Miguel Ángel Ochoa Rascón, director de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) en Baja California Sur.
El repunte de los asesinatos en esa región de la península noreste del país se combinan con un aumento del robo a negocios, lo que afecta directamente al turismo y a los pequeños y medianos emprendedores de la región.
Es por ello que pese a que el número de homicidios se contuvo en lo que va del 2018, Ochoa Rascón afirma que no se debe bajar la guardia ante la delincuencia.
“Nunca se puede descuidar la situación o decir que ya está totalmente controlada porque de repente hay brotes de violencia.
Entonces las medidas preventivas y la atención en investigación e inteligencia y el combate a la impunidad deben de seguir, porque si no obviamente puede repuntar si nos descuidamos”, agrega el director de Coparmex en Baja California Sur.
Semáforo Delictivo indica en su último reporte que aún cuando los homicidios de enero a septiembre de este 2018 han tenido una reducción del 77 por ciento con respecto al mismo periodo de 2017, el 42 por ciento de los casos de todo el estado de Baja California Sur corresponden al municipio de Los Cabos, donde la tasa de asesinatos es de 76 casos por cada 100 mil habitantes.
Acapulco sin ley
El domingo pasado el hartazgo colmó a un centenar de ciudadanos y empresarios que protestaron en las calles de Acapulco para exigir una solución a la imperante violencia e inseguridad.
La motivación de este grupo de civiles fue el asesinato cometido el pasado viernes en contra de César Zambrano, empresario del puerto, quien al llegar a su casa en la Colonia Morelos sufrió un atentado.
Los manifestantes denunciaron que sufren constantes extorsiones y cobros de piso. Por lo que marcharon desde el Centro Internacional de Acapulco (CIA) hasta la Diana Cazadora, donde colocaron un moño negro en memoria del empresario.
El contexto de Acapulco deja ver que es una ciudad sin ley. El 25 de septiembre, elementos de la Secretaría de la Marina tomaron el control de la seguridad pública en el puerto. En un operativo, las fuerzas federales detuvieron al director de la corporación de seguridad pública municipal Max Sedano y a otros comandantes.
La detención de estos mandos policiacos y la toma de control por parte de la Marina, se debió a la presunta vinculación de estos elementos con organizaciones del crimen organizado que operan en el puerto.
La alcaldesa electa de Acapulco e integrante de Morena, Adela Román Ocampo, denunció haber recibido amenazas en caso de que realizara cambios dentro de la corporación de seguridad pública acapulquense.
Durante meses Acapulco ha sido considerada una de las ciudades más violentas del mundo. En marzo del 2018 el CCSPJP la colocó en la tercera urbe más peligrosa con una tasa de homicidios mayor a los 106 casos por cada 100 mil habitantes; sin embargo, en abril de 2017 ocupó la segunda posición -sólo por debajo de Caracas- con una tasa de asesinatos de 113.
Las cifras oficiales muestran que sólo de enero a septiembre de 2018 se han cometido 637 homicidios; es decir, dos en promedio cada día.
Aún cuando la cifra es de escándalo, del 2015 al 2017 los homicidios dolosos eran muchos más, pues en promedio cada año se registraron 884.
Tres días después de que los marinos asumieron la tarea de resguardar Acapulco, el vocero del Grupo Coordinación Guerrero, Roberto Álvarez Heredia, informó que luego de una inspección en la Secretaría de Seguridad Pública del municipio, solo 674 elementos aprobaron las pruebas de confianza de mil 309; es decir, el 51 por ciento.
De los agentes viales, conforme a las pruebas, se pudo comprobar que 408 no se reportaban al servicio; asimismo, informó que no se conocía el destino de 200 armas de la corporación y que las patrullas eran utilizadas con fines distintos a los de brindar seguridad a la ciudadanía.
Seguridad, prioridad inaplazable
Frenar la violencia que impera en el país desde hace más de una década es una de las principales peticiones de la sociedad al próximo gobierno Federal.
El tabasqueño se comprometió a no hacer uso de las fuerzas armadas para reprimir a la población, atender la violencia desde el origen -el cual argumenta que es de carácter económico-, formar a los cuerpos policiales y fuerzas armadas.
Ante la propuesta del mandatario electo, expertos en seguridad consideran que también sería importante incluir la debilitación del crimen organizado en el capital que obtienen por realizar actos ilícitos y la regulación de las drogas, como una acción para que el Estado controle el negocio y así reducir las disputas entre cárteles.
La regulación no es sinónimo de promoción de las drogas, es tomar el control para reducir consumos, sobre todo en la población adolescente, afirma Santiago Roel.
“Estamos muy a favor de la regulación de las drogas como la única estrategia para bajar homicidios, obviamente con criterios de salud. Sí, necesitamos quitarle el negocio a las mafias, porque con ese comercio nos hacen la guerra, nos van colapsando a la sociedad ‘con plata o con plomo’.
También es un tema económico, y los mercados no se combaten con balas, eso es una idea perversa de la DEA hacia México”, indica el director de Semáforo Delictivo.
La estrategia de los anteriores gobiernos ha fallado, pues no se ha centrado en debilitar al crimen de manera económica, explica Francisco Torres Landa.
“En lo que han fallado es en que han combatido la violencia con más violencia, pero no han atacado la parte económica. Lo que tiene fortalecida a la delincuencia es que goza de un enorme caudal financiero, y ese caudal viene en una gran cantidad del narcotráfico, entonces mientras no les quitemos el control de los estupefacientes ellos van a seguir teniendo ese sustento para retar a las autoridades e incluso diversificar los delitos que cometen”, concluye el consejero de México Unido Contra la Delincuencia.