Parálisis científica
El Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología ha sido escenario de despidos masivos y de recortes presupuestales a becas y programas de investigación, lo que mantiene a la comunidad científica del país en la incertidumbre
Salvador VegaEl tratamiento que el gobierno federal le está proporcionando al sector científico en nuestro país se ha caracterizado por dos elementos: inmovilidad y silencio.
En los primeros dos meses de la administración de María Elena Álvarez-Buylla como titular del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), el recorte de plazas y de recursos a programas estratégicos dentro de la institución han sido una constante.
De acuerdo con las múltiples denuncias de los investigadores afectados, estas decisiones se han tomado desde el desconocimiento total de la relevancia que tiene la ciencia y la tecnología para la dinámica productiva del país, áreas que hoy se encuentran en el abandono.
Organismos como la Agencia Conacyt –encargada de la divulgación de los logros y el conocimiento de los avances científicos nacionales– fue uno de los primeros en sufrir la recomposición, obedeciendo a un recorte del 50 por ciento de su estructura.
A medida que pasan los días, la incertidumbre crece, pero el desapego manifestado por la doctora Álvarez-Buylla hacia el sector que ahora representa se mantiene intacto.
El pasado martes 5 de febrero, la titular del Consejo justificó los cambios, argumentando que se procurará “hacer más con menos” luego del recorte federal de 3 mil millones de pesos; prometiendo al mismo tiempo que se ejercerán los recursos con “mayor creatividad.
No obstante, la promesa vino acompañada del anuncio de la suspensión del programa Cátedras Conacyt, diseñado para integrar a jóvenes a la investigación.
Desde la visión de la titular, estas becas cumplieron con su función y se volvieron “insostenibles” para el organismo, al tiempo que se detectó a mil 508 investigadores “colgados” de la nómina, por lo que se determinó paralizar esos estímulos económicos.
Estas declaraciones abonaron más incertidumbre a la comunidad científica del país, que desconoce cómo va a funcionar el Consejo con la administración actual.
“Algo que nos preocupa mucho a los catedráticos es cómo se refirió la doctora a nosotros, como ‘colgados’ del presupuesto. Eso como comunidad nos indigna, porque nos parece que es justo lo contrario a lo que se nos informó”, comentó para Reporte Índigo Carlos Alberto Vaquera Araujo, catedrático de la Universidad de Guanajuato y beneficiario del programa Cátedras Conacyt.
Para el investigador, el bloqueo de las más de mil cátedras que impactará en 982 proyectos científicos y tecnológicos del país es grave en virtud de los avances que se estaban manifestando tan sólo cuatro meses atrás.
Gerardo Herrera Corral, investigador en el departamento de física del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav) coincidió en las dificultades a futuro.
“Cátedras era un programa en el que se contrataba a jóvenes para incorporarlos al sistema de ciencia y tecnología del país. Entiendo que eso tenía un costo para la agencia de financiamiento, pero hay que tomar en cuenta que esta no es la única agencia en el mundo que tiene ese tipo de programas, pues existen en Europa; en Italia, Francia y Alemania; pero aquí se decidió terminar. No sé de qué manera puede afectar el hecho de que un joven llegue a nuestro país a trabajar en programas de ciencia y tecnología”, indicó.
Problema de fondo
Para ambos integrantes de la comunidad científica de México, las acciones de Maria Elena Álvarez-Buylla son el resultado de un problema de fondo que se repite en su sector año con año y que mantiene el desarrollo científico del país estancado: la falta de diálogo con los investigadores y la constante cancelación de programas, sin el seguimiento adecuado de los mismos.
“Una de las características que deben ser importantes para el desarrollo de proyectos es la continuidad. Si no se tiene es muy difícil (…) Hay programas que cada seis años terminan y que no permiten contraer compromisos, ni con la industria, ni con instituciones internacionales; ni siquiera con el personal mismo que se involucra en los proyectos”, señala Herrera Corral.
También detalla que esta problemática no impacta solo a Conacyt sino a toda la infraestructura educativa de la ciencia y tecnología y una prueba de ello es que los recortes presupuestales afectaron a la UNAM y a la SEP.
“Se echó marcha atrás (en el presupuesto inicial asignado a estas instituciones) pero claramente se debió a cuestiones políticas; entrar en conflicto con organismos educativos en donde se tiene un contingente enorme de estudiantes que pueden salir a las calles seguramente es algo que hizo pensar las cosas al nuevo gobierno. Pero hay otras instituciones que son más pequeñas, por ejemplo el Cinvestav, en donde los recortes y las medidas siguen afectando lo que había costado mucho trabajo ganar”, agrega el físico
Carlos Vaquera Araujo reflexiona sobre la ausencia de atención del Gobierno federal para atender las inquietudes de los académicos del país.
“En ningún momento se ha dado un debate sobre la pertinencia de los programas con los catedráticos por parte de la nueva administración. Y no sólo el diálogo con catedráticos, sino con toda la comunidad científica mexicana.
Contradicciones presupuestales
Mientras se incrementan los recortes a los estímulos científicos del país, se mantienen intactos los elevados salarios de algunos de los altos funcionarios del Gobierno federal.
El 9 de enero de este año se dio a conocer –a través de una solicitud ciudadana con folio 1111200094618 a la unidad de transparencia– las percepciones en bruto de la titular del organismo, María Elena Álvarez-Buylla, el cual asciende a 212 mil 692 pesos . Casi el doble de los 108 mil pesos mensuales que recibe en la actualidad el titular del Ejecutivo.
Esto a pesar de que una de las más visibles propuestas del presidente López Obrador desde los tiempos de campaña fue que ningún funcionario público podría ganar más que él.