El parque de la esperanza
Mientras siguen los trabajos de remoción de escombros en el Multifamiliar de Tlalpan, a una cuadra los vecinos afectados por los daños acampan y se adueñan de la calle con la incertidumbre de que pasará a futuro con sus hogares
Hidalgo NeiraSilencio, es lo primero que se pide al acceder al perímetro del Multifamiliar Tlalpan, mientras la parafernalia de periodistas permanece a escasos metros del inmueble derrumbado el 19 de septiembre, el cual se encuentra en la calzada del mismo nombre, a espaldas hay un espacio público que está fuera del radar de los medios.
En la calle Álvaro Gálvez y Fuentes el Parque Popular IMPI se ha vuelto un campamento habitado por los vecinos afectados por la tragedia del sismo, ahí el ejercito,la marina o la policía federal no tienen ingerencia, todo es coordinado por la ciudadanía.
Los columpios se volvieron pizarrón de avisos de primera mano, notificando donde es que los ahora refugiados pueden cargar sus celulares, ir al baño o inclusive tener un masaje anti estrés.
El ánimo no decae, varios de los vecinos tuvieron que abandonar sus departamentos por temor a que puedan caerse, están conscientes que ahí, en la vía pública, ahora tendrán que vivir de manera indefinida.
“La gente ha apoyado mucho, ha venido de Ecatepec, de Pachuca de muchos lados, ha sobrado mucho, pero eso es ahorita, pero esto no es de unos días, esto creo que va para mucho tiempo”, así lo comenta Carlos Chavelas, quien tiene 42 años de edad y su familia de cinco miembros desconoce si podrán ver a habitar el Edificio 4A del Multifamiliar Tlalpan.
El mercadólogo de profesión prevé serán meses de vivir bajo el cielo abierto.
“Estamos calculando aproximadamente seis meses, puede ser un año, no lo sé, porque hay unos edificios que están muy mal y necesitan derrumbe, confiesa Chavelas.
Para la señora Jazmín Zellideth Sánchez García todo está rodeado de incertidumbre, ya que las autoridades no son claras al afirmar o negar que puedan regresar a su departamento en el 216 del edificio 3C.
“Unos dicen que ya podemos entrar, otros que no, también dicen que la estructura se está hundiendo, no se ponen de acuerdo”, argumenta la mujer.
Sánchez García aclara que ella se encontraba lista para siniestros como el ocurrido, en una mochila de emergencia, tenía listos los documentos indispensables, como identificaciones, actas de nacimiento, dinero en efectivo y escrituras, no más.
A la madre de familia no le importa perder lo material, lo que le da miedo es que después el gobierno expropie el terreno y pongan “un Wal-Wal-Mart, o cualquier tienda de conveniencia”, por eso junto a sus hijos se turna en relevos para quedarse parte del día y de la noche en la tienda de campaña marcada con el número de suvivienda.
Al caer el día, es mayor el número de colonos que se hace presente en el campamento urbano, entre ellos se cooperan para prepararse unos chilaquiles y ser repartidos como cena.
De semblante triste y pensativo, Míriam García comparte el pan y la sal con su hija, apenas alza la voz al preguntarle qué ocurrirá con su domicilio en el 3C, interior 315.
“Mientras haya amor, mientras estemos unidos ¿Quémás podemos?”, sincera con voz entrecortada, la mujer que tiene una familia de seis miembros.
A las cuatro de la tarde del domingo 24 de septiembre, los habitantes de Tlalpan tendrán en teoría una reunión con autoridades que puedan determinar si se puede accesar al inmueble 3C, ya que en un recorrido previo, solo se especifico que pueden entrar al primer piso y planta baja.
Aunque el que presenta peores daños es el 3B, el cual está más próximo al colapsado 1C,donde las labores de rescate continúan con apoyo de marines, militares, policía federal y elementos extranjeros como rescatistas israelitas y japoneses.
BLOQUE “Quremos una solución”
Camuflageada como una rescatista más, debido a que a los civiles les piden el mismo protocolo para permanecer cerca del área afectada, con casco amarillo y chaleco naranja, Ana Laura Bastida perdió todo lo material, pero no a su familia, ya que no se encontraban presentes al momento del temblor del martes pasado.
La que labora como supervisora de una tienda de autoservicio en Polanco, decidió enviar a su madre a Querétaro con familiares, mientras su hermano pernocta en la residencia de su pareja.
Al preguntarle qué sigue para ella y sus familiares que ya no tienen departamento en el edificio colapsado 1C, la mujer habla de manera frontal, expresando que nadie se hace responsable de lo ocurrido.
“Pues es lo que estamos viendo, por que la verdad no tenemos respuesta de nadie, queremos una solución”, alega de manera indignada.
Lo que le importa a Bastida es la posibilidad de rescatar documentación entre los escombros, sin embargo el paso a los civiles se encuentra restringido desde el mediodía del sábado 23, ya que la marina cercó por completo la zona destruida.
Hasta la noche del sábado, las labores de rescate continuaban de manera manual, ya que un oficio de suspensión de uso de maquinaria pesada, con el número 1346 expedido por el juzgado onceavo de distrito en materia administrativa, impedía utilizar grúas y trascabos en la estructura en ruinas.
El escuadrón de rescatistas japoneses arduamente sigue trabajando, inclusive con la ayuda de un binomio canino a las 20:30 horas del 23 de septiembre.