El pasado 14 de junio, el candidato priista Enrique Peña Nieto dio a conocer la designación del general colombiano Oscar Adolfo Naranjo Trujillo como su principal asesor en materia de seguridad pública en caso de llegar a la Presidencia de México.
Fue una designación sorpresiva por la línea que había mantenido el priista de no adelantar nombramientos y concentrarse en ganar la elección.
Sin embargo, hay que reconocer que el nombramiento del policía colombiano es un intento por recomponer la crítica situación del país.
Porque aunque han sido capturados decenas de capos y se han hecho miles de decomisos, la estrategia que se tornó en monotonía no funcionó como se esperaba.
A pesar de destinar un presupuesto monumental a las tareas de seguridad, la estrategia implementada por el gobierno federal ha fracasado en varios temas, como la reducción de la violencia y de la capacidad de fuego del crimen organizado.
Además de la modernización de las instancias de inteligencia y de las que se encargan de combatir la corrupción de las policías, y reducción del lavado de dinero en México ejerciendo presión en Estados Unidos para bajar la demanda de drogas y el flujo de efectivo y armas.
Se ha retomado el debate de la legalización de las drogas porque una buena parte de los ingresos que genera el narcotráfico se destina a actos de corrupción.
Mantener el tráfico de drogas como una actividad ilegal solo propicia que los funcionarios públicos corruptos acumulen fortunas millonarias.
Ante ello, el pasado 10 de abril, Enrique Peña Nieto declaró que uno de los ejes medulares de su estrategia de seguridad nacional para hacer frente a las Organizaciones Criminales Trasnacionales (OCT) en caso de ganar las elecciones el primero de julio, sería regresar gradualmente a los cuarteles a los más de 40 mil efectivos militares desplegados en el territorio nacional. Aunque gradualmente podría implicar cinco años.
Fuerza paramilitar
Peña Nieto también consideró necesario incrementar el tamaño de la Policía Federal Preventiva y crear una fuerza policiaca paramilitar compuesta por 40 mil elementos para sustituir a los efectivos militares y navales desplegados en las áreas más volátiles y con menor presencia del Estado.
Este modelo policial es similar al que diseñó el gobierno de Colombia para hacer frente al narcotráfico.
En 2007, el general Oscar Adolfo Naranjo Trujillo fue designado director de la Policía Nacional Colombiana por el entonces presidente Álvaro Uribe.
El pasado martes 12 de junio, el general de 56 años de edad presentó su renuncia ante el presidente Juan Manuel Santos. Y dos días después apareció al lado derecho del candidato priista a la Presidencia, quien anunció que lo había designado su principal asesor en seguridad pública.
Naranjo tiene un récord intachable. Es licenciado en Administración Policial con posgrado en Seguridad Integral y ha tomado decenas de cursos y diplomados sobre seguridad pública, contrainsurgencia y antiterrorismo en diferentes países.
Aporta votos a la convicción de muchas voces políticas y técnicas que dicen que es necesario mejorar los esfuerzos en materia de inteligencia para dar golpes certeros a la delincuencia organizada.
Como jefe operativo y de análisis de la Dirección de la Policía Judicial e Investigación logró la captura de más de 100 de los criminales más buscados por el gobierno de Colombia y con fines de extradición a Estados Unidos. Entre ellos, Gonzalo Rodríguez Gacha, mediante la Operación Apocalipsis, y el célebre capo del Cártel de Medellín, Pablo Escobar.
En 2005 fue designado director de Inteligencia, pero pese a sus altas condecoraciones y su buena imagen pública, el general Naranjo sufre del síndrome que padecen muchos altos funcionarios y políticos.
El general colombiano tiene un hermano incómodo. Y es que en 2006, su hermano Juan David Naranjo fue arrestado en Alemania por tráfico de drogas y recibió una sentencia de cinco años.
Otro problema de Oscar Adolfo Naranjo Trujillo es un error técnico que data de 1985. Como jefe de grupo del Área de Contrainteligencia de la policía, fue el encargado de realizar un estudio de seguridad para la Suprema Corte de Justicia de Colombia porque se encontraba bajo amenaza guerrillera.
Su estudio resultó fallido, y el Movimiento 19 de Abril (M-19) atacó la sede judicial, donde murieron más de 10 personas.
El mensaje detrás del nuevo nombramiento de quien alguna vez fue considerado el Mejor Policía del Mundo puede entenderse desde diferentes perspectivas.
La primera es que algunos mandos podrían sentirse desplazados o incluso despreciados.
La segunda es que surge la sospecha de que no se puede confiar en algunos de esos mandos.
La tercera es que a pesar de la circunstancia tan difícil que vive México, no se han desarrollado mandos con las capacidades y recursos necesarios para combatir a la delincuencia organizada. Habría que incluir a la Policía Federal y sus mandos, particularmente en lo que se refiere a las sospechas de corrupción.
Es importante considerar que Peña Nieto anunció un servicio de asesoría, no un mando directo, así que habría que ver si la implementación de las ideas del general Naranjo no se complica o se queda en el papel.
“Los resultados en Colombia están a la vista para quienes hacemos negocios allá, y de alguna manera tenemos experiencia en el tema, los cambios en la seguridad son notables.
”De 10 años para acá, el clima para las inversiones, el ambiente en la calle y el ánimo propio en la población han cambiado favorablemente, hay una vida nocturna intensa y, salvo ciertas zonas (aún en control de grupos guerrilleros, FARC o paramilitares), en las principales ciudades se ve el cambio”, comenta Alfredo Paredes Zamora, CEO y director general de Capitol Consulting & Communications.
Sobre el efecto negativo que puede generar en la opinión pública este nombramiento, Paredes Zamora señala: “Podrían surgir algunos efectos negativos: la reacción de los mandos militares nacionales, exponer innecesariamente a un asesor en un tema que debe ser particularmente discreto, confidencial.
“Un nombramiento de esa naturaleza con fines electorales, en un área y temas tan delicados, desvirtúa mucho el sentido del mismo y pone en riesgo su efectividad”.
Sobre los efectos positivos y lo que la experiencia colombiana puede aportar en el plano de las políticas públicas, dice: “Una policía nacional, un mando único y una estrategia generalizada en el territorio, suspendiendo de inmediato a las policías estatales y municipales, es urgente e imprescindible.
“Se requieren cambios jurídicos, leyes y normas más agresivas, cero tolerancia. Una estrategia de combate plaza por plaza, una guerra difícil y compleja, pero sin complejos, sin miedos, con decisiones difíciles, crudas pero que son la marca necesaria”.
En México se requiere un nuevo enfoque de la corrupción y las complicidades internas. Una estrategia de iniciativa; ni reactiva, ni a la expectativa.
Hay que dimensionar la delincuencia organizada como un ente con estructuras, planes de negocio, logística, inteligencia, conexiones, relaciones públicas, finanzas, servicios, cabildeo, negocios colaterales.
Esperemos que el próximo gobierno dimensione el tamaño del problema, que lo estudie desde todos los ángulos, que aprenda de los errores de este sexenio y que, con un buen equipo de asesores y expertos en la materia, diseñe una estrategia con sentido de política de Estado que haga frente eficazmente al crimen organizado y a la violencia que impera en México.
La designación del general Oscar Naranjo debe verse como un paso positivo más allá de la coyuntura electoral.
El próximo presidente deberá redoblar los esfuerzos en materia de seguridad y rodearse de las mejores opciones para enfrentar los grandes retos del país. Así lo demandan 60 mil muertos.
¿Quién es el general Naranjo?
Es el hombre que más sabe de inteligencia militar en América Latina. Es el responsable de la muerte de Pablo Escobar y del desmantelamiento de los cárteles de Medellín y Cali.
El general Oscar Adolfo Naranjo Trujillo, legendario por su crucial participación en la desarticulación de las redes del narcotráfico en Colombia, podría ser una pieza clave en el gabinete de Enrique Peña Nieto si llega a la Presidencia.
Naranjo, cerebro y ejecutor de la operación en la que murió Víctor Julio Suárez Rojas, “Mono Jojoy”, uno de los líderes emblemáticos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), lleva la carrera militar en la sangre y está plasmada en su currículum.
Siguió los pasos de su padre, Francisco José Naranjo, quien también fue director de la Policía Militar en Colombia.
A los 53 años, y después de una brillante carrera militar de 36 años, el también miembro de la International Drug Enforcement Association, filial de la DEA estadounidense, renunció a su cargo porque no le interesaba la política.
Desde hace un par de meses ya se hablaba de que Enrique Peña Nieto lo habría contratado como asesor.
Poco antes de que la oferta de EPN fuera oficial, el general, quien también es licenciado en Administración Policial con especialidad en Seguridad Integral, aseguró a Associated Press que dividiría su tiempo entre México y Washington.
En la actualidad, Colombia ofrece asesoría técnica a la policía federal de México. El servicio incluye la capacitación de 12 mil agentes. De ellos, 5 mil ya recibieron la instrucción.
Con la contratación de Naranjo Trujillo como asesor militar, Enrique Peña Nieto buscaría replicar la experiencia de Colombia en el combate al crimen organizado.
Momentos estelares
Durante su carrera, Oscar Adolfo Naranjo Trujillo trabajó en Estados Unidos con agentes antinarcóticos y de espionaje.
En su calidad de líder de la lucha contra el narcotráfico, ha conseguido la captura y extradición de más de mil delincuentes asociados a los cárteles.
Según datos oficiales, ha sido el encargado de fortalecer y modernizar la Policía Nacional de Colombia.
Fue el gestor de la creación de la Dirección de Inteligencia Policial (Dipol).
Participó activamente en la desarticulación de los cárteles de Cali, Medellín y la costa de Colombia.
Impulsó la adquisición de tecnología de punta para hacer más efectiva la actividad táctica y operativa de los investigadores.
Mediante la infiltración de militares en las FARC, logró el aniquilamiento de los tres líderes más importantes de las FARC: Raúl Reyes, Alfonso Cano y el “Mono Jojoy”.
Bajo su dirección, fueron extraditados los hombres más cercanos a los capos del Cártel del Norte del Valle.
En 2009 capturó a Daniel Rendón Herrera, alias “Don Mario”, el líder paramilitar colombiano más buscado.
Con todas estas acciones, contribuyó a recuperar la seguridad en Colombia.
Golpes al narco
La designación anunciada por Enrique Peña Nieto llega después de una semana de golpes importantes al crimen organizado, especialmente a Los Zetas.
También han sido una constante las acusaciones contra el ex gobernador de Tamaulipas Tomás Yarrington por sus supuestos nexos con el Cártel del Golfo y las acusaciones no probadas contra el ex gobernador de Veracruz Fidel Herrera por su presunta relación con el empresario Francisco Colorado, hoy citado por la PGR y señalado por el gobierno de Estados Unidos.
La designación del general colombiano también llega después de la detención de cuatro generales, entre ellos Tomás Ángeles Dauahare, quien era considerado por algunos el próximo secretario de Seguridad Pública bajo el esquema de una policía paramilitar, no de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) como proyectaban otros, lo cual inquietó al sector castrense.
A lo largo de 80 días de la campaña por la Presidencia de la República ocurrieron acontecimientos de violencia extrema.
Entre los más sonados está el caso de los 49 mutilados de Cadereyta y los incendios provocados por los Caballeros Templarios contra Sabritas.
Todo esto –además de los 60 mil muertos registrados durante los cinco años y medio del gobierno calderonista– ha llevado a que la ciudadanía y los candidatos a la Presidencia acepten una realidad inequívoca: la decisión del presidente Felipe Calderón de declarar la guerra al narcotráfico y al crimen organizado fue valiente y poco cuestionable.