La economía mexicana se encuentra en un momento crítico. El deterioro de las expectativas de crecimiento, el alza en la inflación, la incapacidad del gobierno para implementar un programa de austeridad, el debilitamiento de las finanzas públicas y la amenaza potencial de una escalada arancelaria con Estados Unidos contrastan con la imagen que el Mexican Moment prometió en el inicio de este sexenio.
Sin embargo, hay una variable que ha escapado a esta narrativa de pesimismo económico: el peso mexicano.
Ayer, el tipo de cambio fue de 19.63 pesos por dólar, el nivel más bajo desde que se confirmó el triunfo electoral de Donald Trump el 8 de noviembre. De hecho, desde el 20 de enero, fecha en la que Trump asumió la Presidencia de Estados Unidos, la moneda mexicana se ha apreciado 10.35 por ciento frente al dólar.
A lo largo del 2016, la continua depreciación del peso mexicano fue referida por los mercados como el signo más evidente de la narrativa de deterioro de la economía mexicana. En las primeras tres semanas de enero de este año, el peso presentó el segundo peor desempeño entre una muestra de las divisas más operadas en el mundo.
El súbito cambio en la valoración del peso no obedece a un punto de inflexión en las condiciones generales de la economía mexicana. No obstante, sí refleja un cambio en cómo son percibidos los activos mexicanos por el mercado. Esto es el resultado de la implementación de un nuevo enfoque de política cambiaria y de la conjugación de diferentes factores, internos y externos, políticos y económicos.
Gracias a Carstens y a Goldman Sachs
En pleno espiral de depreciación, Agustín Carstens, gobernador de Banco de México, declaró que el peso mexicano se encontraba seriamente subvaluado. La declaración pasó desapercibida: no provocó un ajuste significativo en los mercados ni fue tomada como un eufemismo por parte de la opinión pública. No obstante, el tipo de cambio rondaba el nivel máximo histórico de 21.92 pesos por dólar al momento de la declaración.
Posteriormente, Bill Gross, el fundador de la firma de administración de activos PIMCO y una de las voces más influyentes de Wall Street, secundó la postura de Carstens. Declaró en una entrevista televisiva que los activos mexicanos representaban una de las oportunidades de inversión más atractivas del mercado.
El argumento de estas posturas es que los inversionistas habían exagerado el alcance del riesgo que significa la retórica antimexicana de Donald Trump para el status quo de la relación bilateral entre México y Estados Unidos. Carstens advirtió de una “reacción excesiva”.
Al final, el tiempo le dio la razón a Carstens y a Gross. Al menos de manera temporal.
Sin embargo, este cambio de percepción tuvo que ser impulsado por un nuevo enfoque de política cambiaria.
Inicialmente, Banco de México intentó contener la volatilidad del mercado de divisas con subastas de dólares del orden de 2 mil millones de dólares. Pese a la magnitud considerable de la operación y a que se estaban utilizando reservas internacionales para intervenir de manera directa en el mercado, la tendencia del tipo de cambio no se modificó. El espiral de depreciación siguió su curso.
Entonces, Alberto Ramos, director de Investigación Económica para América Latina en Goldman Sachs, emitió una recomendación que las autoridades monetarias siguieron al pie de la letra. En vez de gastar reservas internacionales de manera directa, sugirió utilizar un instrumento alternativo de coberturas cambiarias liquidables en pesos. Esto, argumentó, reduciría la exposición de Banco de México y serviría para anclar la volatilidad e incertidumbre del mercado, particularmente para las empresas mexicanas con compromisos en dólares.
Efectivamente, Banco de México puso este programa en marcha: el monto anunciado fue de 20 mil millones de dólares e iniciará el 6 de marzo. El efecto del mercado fue inmediato, el tipo de cambio cayó debajo de la barrera psicológica de los 20 pesos por dólar por primera vez en el 2017.
Los tuits ya no pesan
Durante el proceso electoral y durante el periodo de transición presidencial, las declaraciones e intervenciones públicas de Trump y de su equipo ejercieron una influencia evidente sobre el tipo de cambio.
Coloquialmente se dijo que Trump podía mover al peso con un simple tweet. Entre los participantes del mercado cambiario en México se dijo, en un tono sarcástico, que el gobierno mexicano debería comprar Twitter y cerrar la cuenta de Donald Trump. Considerando que la empresa vale apenas 11.2 mil millones de dólares y que las pérdidas cambiarias eran de una magnitud mayor, esta “recomendación” parecía ser la opción más barata para las autoridades económicas mexicanas.
Eventualmente, la influencia del discurso de Trump sobre el comportamiento del peso encontró su límite. Irónicamente, el día que el peso presentó su mayor ganancia en una sola jornada fue el día que el presidente de Estados Unidos firmó una orden ejecutiva para la construcción del muro fronterizo.
En campaña, Trump dijo que buscaría renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que iniciaría un proceso de deportaciones masivas de inmigrantes y que construiría el muro fronterizo.
Ante la ausencia de una plataforma de políticas económicas concretas, el mercado partió de esta retórica anti mexicana para concluir que la economía mexicana se enfrentaría al peor escenario posible. Los inversionistas vendieron pesos de manera generalizada y llevaron al tipo de cambio a niveles nunca antes vistos, encima de la barrera psicológica de los 20 pesos por dólar.
Paradójicamente, el punto de inflexión en el desempeño del peso ocurrió en el momento en que Donald Trump asumió la presidencia. Contrario a lo que se hubiera esperado, el incidente mediático de la llamada entre Trump y Enrique Peña Nieto, la firma de la orden ejecutiva del muro y del cambio en la política de deportaciones, así como el anuncio de la posible implementación de un impuesto fronterizo no ejercieron presiones significativas sobre el tipo de cambio.
TLCAN: frente cerrado
Peter Thiel, el inversionista de Silicon Valley y socio fundador de Facebook, enmarcó el fenómeno Trump en una expresión: “Hay que tomarlo en serio, pero no de manera literal”.
Hasta el momento, en lo que respecta a México, Trump ha demostrado lo contrario; con la excepción de un rubro, el de mayor importancia para la valoración del peso: la renegociación de la relación comercial.
La construcción del muro fronterizo es, en papel, una realidad. Asimismo, el Departamento de Seguridad Interna ya emitió nuevos lineamientos de deportación que auguran una crisis humanitaria. Dos de las tres principales preocupaciones para el gobierno mexicano en la renegociación de la relación bilateral ya están definidas en detrimento del interés nacional.
La otra, la de la reapertura del TLCAN, está envuelta en una dinámica diametralmente diferente. Ayer, Steven Mnuchin, secretario del Tesoro de Estados Unidos, dijo en una entrevista para Fox News que el gobierno aún no tenía contemplada alguna acción concreta en relación al TLCAN. El tono de Mnuchin fue conciliador: “Pienso que hay un resultado de ganar-ganar en México en esto (relación comercial). Tenemos que hacer cosas que sean buenas para nosotros y que sean buenas para ellos”. Llama la atención que Mnuchin haya seleccionado a Fox News, un canal abiertamente partidario que es sintonizado en su mayoría por simpatizantes de Trump, para hacer una declaración de esta naturaleza.
Mientras esto ocurría, Rex Tillerson, secretario de Estado, y John Kelly, secretario de Seguridad Interna, sostuvieron una conferencia de prensa conjunta con el canciller mexicano Luis Videgaray y con el secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong.
A juzgar por la marcada apreciación intradía del peso en el momento en el que ocurrieron estos eventos, podría argumentarse que el mercado percibió un cambio de discurso respecto a los turbulentos incidentes diplomáticos del mes pasado. Hacia el mediodía de ayer, el peso había ganado 1.31 por ciento de su valor frente al dólar.
La prensa estadounidense reportó que el objetivo primordial de Tillerson y Kelly en su visita a México fue el de asegurar que existirá “una relación constructiva”.
Independientemente de la divergencia que pueda presentarse entre los hechos y el discurso de los funcionarios encargados de la política exterior y la seguridad interna, pocos esperan que este enfoque se replique en la renegociación del TLCAN. Estados Unidos exporta bienes y servicios a México valuados en alrededor de 235 mil millones de dólares. Además, México representa el principal destino de exportación de cerca de la mitad de los estados de la Unión Americana, muchos de los cuáles representan bastiones electorales para Trump.
El valor del peso
>> 19.63 pesos por dólar es el tipo de cambio que se registró al cierre de la jornada de ayer, el nivel más bajo desde que se confirmó el triunfo electoral de Donald Trump en noviembre
>> 10.35% se ha apreciado el peso frente al dólar desde el 20 de enero, fecha en la que Trump asumió la presidencia
>> 20,000 millones de dólares es el monto de la operación de subasta de coberturas cambiarias liquidables en pesos que iniciará Banco de México en marzo
>> 1.31% se incrementó el valor del peso frente al dólar en la jornada de ayer, reflejando un cambio de discurso de los secretarios estadounidenses Mnuchin, Tillerson y Kelly
>> 275 puntos base se ha elevado la tasa de interés de referencia de Banco de México desde diciembre de 2015, lo que ha abonado a la apreciación reciente del peso frente al dólar
Factores de apoyo
El consenso de analistas argumenta que el tipo de cambio ha encontrado un soporte parcial en tres elementos: el alza reciente del precio del petróleo, el diferencial de tasas de interés entre México y Estados Unidos, así como la pérdida de estatus del peso como un barómetro de riesgo global.
Desde mediados de noviembre, el valor del barril de petróleo WTI se ha incrementado 18.64 por ciento. Tradicionalmente, el peso ha estado altamente correlacionado con el valor del petróleo. De hecho, el espiral de depreciación de la divisa mexicana, que data del 2014, tiene su origen en la mayor caída de los precios del petróleo en una generación, iniciada en junio de ese año.
Por otra parte, Banco de México ha privilegiado una postura monetaria altamente restrictiva. Desde diciembre del 2015, el banco central ha elevado su tasa de interés de referencia en 275 puntos base. En cambio, en este periodo, la Reserva Federal, el banco central de Estados Unidos, ha elevado sus tipos de interés en apenas 50 puntos base. Esta diferencia en el rendimiento vuelve más atractivos a los activos mexicanos, de modo que la entrada de capitales a instrumentos denominados en pesos fortalece al tipo de cambio.
Finalmente, Alan Robinson, estratega de inversión de la firma RBC Wealth Management, sostiene que el peso ha dejado de ser el instrumento de cobertura por excelencia.
La reacción del peso a la decisión de Reino Unido de salir de la Unión Europea (Brexit) puso de relieve la condición del peso como un activo de medición de riesgo, particularmente de riesgo emergente. Esta noción se confirmó durante el proceso electoral de Estados Unidos, donde el tipo de cambio siguió un comportamiento muy similar al de las probabilidades de triunfo de Donald Trump a través del tiempo.
Esto obedeció a la naturaleza líquida del peso, es decir a su facilidad de ser intercambiado. La moneda mexicana puede ser comprada y vendida las 24 horas de los 365 días del año en cualquier centro financiero relevante en el mundo. Por ello, los inversionistas vendían pesos para cubrir sus posiciones emergentes (activos más difíciles de vender) en momentos de una mayor aversión al riesgo.
Sin embargo, analistas argumentan que el comportamiento errático del peso en los últimos meses ha roto esta condición de cobertura, liberando una presión adicional que prevalecía sobre el tipo de cambio.