El enfrentamiento ocurrido el viernes pasado en Expo Santa Fe ha generado reacciones en diversos ámbitos, como el texto titulado ‘Al Sens no entran nacos’ escrito por Sebastián Erdemenger, un alumno de la Universidad Iberoamericana que se ha compartido casi 200 veces desde su publicación este miércoles.
Para Erdemenger la pelea “refleja un mal sumamente arraigado en las altas esferas de la sociedad mexicana, se trata de los mirreyes, ese sector de la élite mexicana conformado por jóvenes provenientes de familias acaudaladas y con buena posición social. Estos niños que tienen todas las facilidades económicas y que por causas de su crianza se convierten en adultos prepotentes, desinteresados y, más importante: violentos.
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En su relato, el joven universitario menciona que un mirrey de apellido famoso, en la Ibero acosó a una compañera y violentó también a una maestra sin que nadie pudiera frenar su actitud.
Más allá de la atractiva escena de niños ‘bien’ peleando a golpes, ¿esto qué revela de la sociedad?, la psicóloga escolar Ariana Escamilla explicó la psicología de los jóvenes, “la adolescencia es una etapa en que se experimenta una serie de cambios físicos y emocionales, en la que se presentan carencias que el individuo necesita llenar”, detalló.
En el documento que circula en redes sociales, el estudiante de la Ibero señala que los vacíos que muestran algunos de sus compañeros que se llenan de “prepotencia y arrogancia” al necesitar ser reconocido por lo único que realmente tienen: dinero.
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Escamilla dice que en esta etapa los humanos necesitan experimentar para definir su independencia e identidad, por lo que la rebeldía no es sólo normal sino saludable. Sin embargo, muchas veces los jóvenes no cuentan con la compañía adecuada de la familia para atravesar este periodo de cambios. “Hay muchos niños con un tema de abandono”, admitió la psicóloga en entrevista para Reporte Índigo.
En ésta época el acompañamiento familiar y el establecimiento de límites es vital. Los jóvenes de familias adineradas muchas veces cuentan con las facilidades económicas pero no con la cercanía y la guía de sus padres. Si a la adolescencia y esta sensación de omnipotencia se le suma el abandono y que no haya consecuencias para los jóvenes, el resultado es un comportamiento de violencia grave.
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Que este tipo de encuentros violentos hayan estado ocurriendo desde hace muchos años demuestra que en realidad no hay consecuencias para los jóvenes, ni de parte de las escuelas, ni de los padres, ni de las autoridades. Dice Escamilla, “cuando las escuelas y la misma comunidad, solapan lo que ocurre le dan a entender a los niños que no pasa nada y que pueden continuar haciéndolo”.
¿Qué papel juega la sociedad en esto?
Escamilla apunta que en estos casos hay una lucha de poderes muy importante ya que hay intereses de todo tipo, desde la reputación de las escuelas y las familias, hasta las contribuciones económicas que ciertas familias hacen a las instituciones.
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Por otro lado está la presión social a la que se enfrenta todo adolescente, que en este sector poblacional se traduce en la necesidad de tener objetos de lujos, lucir de cierta forma, ir a ciertos lugares, etcétera.
El consumo de alcohol en los menores de edad juega un rol importante en cuanto al nivel que alcanzan las peleas. Escamilla dice que en su experiencia con pacientes que van a este tipo de colegios, “los papás muchas veces son muy permisivos en cuanto al consumo de alcohol”.
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Los padres de familia, los colegios, las comunidades en que se mueven estos niños tienen una responsabilidad clara en lo ocurrido pero esto quizá es también un síntoma de cómo estamos fallando como sociedad, señaló la psicóloga.
“Más allá del pleito en sí, el trasfondo de esto es una desigualdad insostenible en la sociedad mexicana. Esta opulencia desmedida y la falta de valores de quien la ejerce encuentra en el antro su teatro perfecto para interpretar la máxima escena de descomposición social de los chavos de clase alta en este país”, señala Erdemenger.
Pactan padres del Cumbres y el Irlandés
Los padres de los jóvenes de los colegios Cumbres e Irlandés, que este sábado protagonizaron una pelea tras una graduación, informaron que llegaron a un acuerdo reparatorio, con lo cual el caso no llegará hasta los tribunales.
Las familias de los jóvenes convinieron que cada quien se encargará de las lesiones de los jóvenes, también acordaron que serán los propios padres quienes establezcan el castigo para sus hijos.
