Policía con la moral baja

Los policías la Ciudad de México quieren un cambio en el modelo de trabajo para servir de una forma más eficiente a la ciudadanía, misma que ya le perdió el respeto
David Martínez David Martínez Publicado el
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Los policías de la Ciudad de México viven una situación laboral compleja, en la que deben de cuidar a las personas sin gozar de los mismos derechos que todos, algo que influye negativamente en la situación de seguridad de la capital.

En el marco de la aprobación de la Ley de la Guardia Nacional, el Congreso capitalino tiene la tarea de armonizar la legislación local con la federal, un espacio que los policías buscan aprovechar para reflejar sus necesidades actuales en la agenda pública.

Los uniformados afirman que muy pocas personas conocen los altos niveles de estrés, tanto por causas externas a su trabajo como por internas, a las cuales están propensos en su actividad profesional.

Altos niveles de estrés, bajos salarios y arrestos de castigo son las realidades que enfrentan los policías capitalinos

Carlos Alberto Martínez, policía preventivo de la capital desde hace 28 años y coordinador de la asociación civil Ciudadanos Uniformados, aseguró que su gremio vive condiciones pésimas de trabajo y son sometidos a castigos correctivos al igual que en el Ejército.

“Solamente las fuerzas armadas y la policía son los únicos cuerpos que nos privan de la libertad en un arresto administrativo por alguna falta”, consideró, destacando de forma paradójica que México se ostenta como un garante de los derechos humanos, pero que no es así con elementos de seguridad.

“Queremos el acceso al derecho penal; queremos la garantía del debido proceso a que haya un juicio justo, por qué nosotros no tenemos eso y cuestionamos el porqué no se aplican esas garantías en nosotros”, argumentó Martínez

En el caso de que algún policía incurra en una falta, son los mandos los que tienen la facultad de arrestarlos hasta por 24 horas como sanción. Después de cumplir, tienen derecho a acudir ante el Tribunal de Honor y Justicia para una rectificación, que si se resuelve a favor del uniformado, sólo se le retira la falta de su historial.

“Es lo único que ganaste, pero no se retribuye el tiempo que pasaste arrestado”, detalló.

Esta clase de castigos y que no se reponga el tiempo de arresto en caso de una rectificación, afectan el trabajo de los policías por las extensas jornadas laborales. De igual forma, los oficiales tienen jornadas de 12 a 24 horas, pero dada la medida disciplinaria, en ocasiones no descansan porque después del arresto tienen que cubrir su turno.

Cabe destacar que las condiciones en las que los elementos cumplen dichos castigos carecen también de comodidad, porque lo hacen en las sedes de los sectores donde no hay camas. En lugar de descansar mientras cumplen su arresto, los policías son enviados a iniciar su labor luego de 24 horas confinados.

Terminan sus turnos y les aplican los castigos, no duermen ni descansan bien, estamos hablando de policías somnolientos que están en vía pública dando una mala calidad del servicio y que están acumulando rencores contra los mandos
Carlos Alberto MartínezCoordinador Ciudadanos Uniformados

Para el también activista en pro de los derechos de los uniformados, todo esto repercute en la salud física, mental, económica y social de los policías, quienes no desempeñan su trabajo correctamente.

“Son policías estresados y que abusan de la fuerza contra personas o su propia familia, situación que puede acabar en el suicidio”, mencionó.

Carlos Alberto Martínez consideró que los arrestos se tienen que suplir por trabajo comunitario o con cursos sobre derechos humanos; cuyas presuntas violaciones son el principal motivo de los arrestos.

Sin embargo, para el experto este no es el único tema en el que los derechos de los policías se ven vulnerados, pues los cambios arbitrarios de sector también hace que el policía se sienta con la moral baja.

“Los cambios de sección no deben darse dependiendo de los mandos, porque un policía que vive en San Cristóbal, Ecatepec y es cambiado a Topilejo, tiene que salir a las 03:20 de su casa para llegar a reportarse a las 06:10, lo que significa sacrificar tiempo, sueño y familia”, detalló.

Otro policía preventivo, quien prefirió identificarse como PCC, relató a Reporte Índigo que el salario es muy bajo, aún con el aumento que les dio la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, algo que en su consideración no es suficiente como para entregar su vida por la ciudadanía.

“Esta quincena, la segunda de mayo, nos depositaron aumento, sueldo y prima vacacional, menos el ISR que es el 29 por ciento, me quedaron 7 mil pesos, ¿qué calidad de vida puede tener uno con eso?”, cuestionó.

Los factores mencionados hacen que muchos de estos efectivos deserten e incluso se sumen al crimen organizado, en respuesta a la falta de garantías de la ahora Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC). De acuerdo con Jesús Orta Martínez, titular de la SSC, el número de elementos en la capital se redujo de 30 mil a 21 mil de 2010 a la fecha.

Respeto perdido

En su testimonio, PCC señaló que la ciudadanía le perdió el respeto a la policía desde que las condiciones laborales empeoraron y con ello, tanto la imagen como la autoridad que imponían, se vieron afectadas.

Un policía tiene que llegar a imponer desde que lo ve el ciudadano: con el uniforme limpio, de calidad y bien puesto. Si la ciudadanía no ve con autoridad al policía desde el uniforme, se perdió el respeto
PCCPolicía CDMX

PCC fue elemento de diversos grupos espaciales como el Álamo, Sagitario y el T2000, donde tenía equipo digno y de calidad. Ahora que es preventivo, mencionó que las herramientas que les proporcionan, desde hace seis años, no son las adecuadas.

“Antes nos daban botas con un diseño cómodo y resistente, como las que tiene la Policía Federal. Sin faltar al respeto, ahora tenemos zapatos de obrero que no son funcionales”, explicó.

PCC indicó que antes la imagen del policía era íntegra y pulcra, pero conforme se deterioro, dejaron de respetarlos.

“Los motopatrulleros, que eran lo mejor de la policía, iban con cascos, chamarras y sus botas bien boleadas; así imponían, ese es el impacto psicológico. Ahora nos ven y nos gritan groserías o nos faltan al respeto”, comentó.

Además, las acusaciones de corrupción contra los policías han hecho que los efectivos no estén a gusto con su labor.

“Yo veo a los chavos desmotivados, cuando ven el equipo que les dan y la gente cómo los recibe, no se sienten bien y así salen a las calles (…) La gente quiere que esto cambie y que las condiciones mejoren; quieren un cambio pero si existe apatía del Gobierno, no se puede”, concluyó.

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