¿Viernes negro?

El viernes, cuando Donald Trump tome posesión como el 45 presidente de Estados Unidos, no sólo se inaugurará un nueva periodo en la relación bilateral con México, sino que la economía mexicana entrará en terreno desconocido.

A diferencia de otros períodos históricos en los que la economía mexicana transitó de un “momento” a otro por el agotamiento de un modelo de desarrollo económico, esta vez el cambio está forzado por una coyuntura externa.

Lourdes González Lourdes González Publicado el
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1.6%
expectativa actual del PIB para México en 2017
https://youtu.be/YAlvIT-o9vk

El viernes, cuando Donald Trump tome posesión como el 45 presidente de Estados Unidos, no sólo se inaugurará un nueva periodo en la relación bilateral con México, sino que la economía mexicana entrará en terreno desconocido.

A diferencia de otros períodos históricos en los que la economía mexicana transitó de un “momento” a otro por el agotamiento de un modelo de desarrollo económico, esta vez el cambio está forzado por una coyuntura externa.

La apertura comercial, en la que está cimentado el esquema de crecimiento basado en las exportaciones, está en riesgo de una transformación dramática. La política comercial de Donald Trump emerge como una amenaza directa a los casi 300 mil millones de dólares que México recibe por la venta de bienes y servicios en Estados Unidos, destino de alrededor del 80 por ciento de las exportaciones mexicanas.

En campaña, el discurso de Trump en materia comercial se caracterizó por el radicalismo: la imposición de un arancel de 35 por ciento a los productos de exportación de México y la cancelación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). En palabras del candidato republicano, éste ha sido “el peor tratado jamás firmado en la historia”.

Además, el equipo de transición de Trump ha demostrado que la agenda comercial trascenderá la retórica para convertirse en políticas públicas concretas. Al momento, ya se han delineado dos medidas específicas. Ambas con implicaciones relevantes y directas para México.

La primera, la de pedir la salida de Estados Unidos del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés), que pretendía crear una zona de libre comercio de 12 países (entre los que se incluye México) que reúnen más del 40 por ciento del producto interno bruto global.

La segunda, la de implementar un impuesto de ajuste fronterizo (BAT, por sus siglas en inglés) a una amplia gama de productos de exportación de México, particularmente a componentes de manufactura.

El consenso de analistas sugiere que esta medida podría resultar más perjudicial para la economía mexicana que una cancelación expedita del TLCAN.

Esto inhabilitaría a las empresas estadounidenses de deducir fiscalmente sus importaciones provenientes de México.

Rebecca Kysar, profesora de la Escuela de Leyes de Brooklyn, argumenta que, dado que la medida no representa un arancel, el presidente de Estados Unidos cuenta con la facultad de implementar esta política sin el consentimiento del congreso.

Aún si estas propuestas no se materializan, ya representan un punto de partida en la negociación con México.

Peso: termómetro proteccionista

L os activos mexicanos han demostrado ser altamente reactivos al discurso de Donald Trump. Desde el 9 de noviembre, el peso ha perdido el 17.57 por ciento de su valor frente al dólar.

A pesar de que la tendencia de depreciación obedece a la conjugación de factores internos y externos, el consenso de economistas coincide en que los altos niveles de liquidez del peso lo vuelven susceptible a periodos de volatilidad y de aversión al riesgo en los mercados financieros.

En efecto, el peso, entendido como un termómetro global de riesgo, fungió como una medición de la probabilidad del triunfo de Trump durante el proceso electoral de Estados Unidos.

Ahora, la divisa mexicana es referida como un indicador de cuáles serán los límites de las promesas proteccionistas de Donald Trump. Éste representa el único componente de un cambio de discurso de política económica que no ha sido bien recibido por los inversionistas.

El Fondo Monetario Internacional, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos y el Banco Mundial explican en sus reportes de perspectivas económicas más recientes que las políticas pro crecimiento de Trump implican un punto de inflexión para la economía global. Se argumenta que los planes de recortes de impuestos corporativos y la implementación de un programa público de infraestructura de hasta 100 mil millones de dólares al año podrían acabar con la condición de estancamiento que ha caracterizado a las economías avanzadas en el periodo posterior a la crisis.

El banco inglés HSBC considera que este cuerpo de políticas pro crecimiento incluso podría ser benéfico para México en el mediano plazo.

Sin embargo, este efecto psicológico, patente en los precios máximos históricos del mercado bursátil de Estados Unidos, podría desvanecerse rápidamente. Larry Summers, ex secretario del Tesoro en la administración de Bill Clinton, considera que los inversionistas están siendo demasiado complacientes con Trump. En su opinión, el mercado ha perdido de vista el riesgo que significaría un nuevo enfoque proteccionista.

En ese sentido, el discurso de inauguración de Donald Trump ofrecerá una señal más clara respecto del rumbo que tomará el gobierno en materia comercial. Ciertamente, el tipo de cambio transmitirá lo que sea que el presidente tenga que decir.

Timing (im) perfecto

Juan Pardinas, director general del Instituto Mexicano para la Competitividad, contrasta, en una artículo para la revista Nexos, la realidad de la economía mexicana actual con la de 2014.

Entonces, el precio del petróleo rebasaba los 100 dólares, el tipo de cambio se ubicaba en un nivel de alrededor de 13 pesos por dólar y, en el marco del Mexican Moment derivado del proceso reformatorio, la deuda mexicana recibía el grado de inversión A3 de parte de Moody’s.

En tres años la situación cambió drásticamente. El deterioro de los fundamentos fiscales, la inflación incipiente, la ampliación del déficit de cuenta corriente, la persistencia del bajo crecimiento y la continua depreciación del peso frente al dólar son los ejes de la narrativa macroeconómica actual. Donald Trump llegó en un mal momento.

A inicios del año pasado, el pronóstico promedio de crecimiento de la economía mexicana para 2017 de la encuesta de expectativas que Citibanamex realiza a los especialistas del sector privado era de 3.18 por ciento. Actualmente, la cifra es de 1.6 por ciento. Trump dio un giro de 180 grados a la perspectiva económica del país.

Por otra parte, los artífices de la negociación original del TLCAN, Jaime Serra Puche, Luis de la Calle y Jaime Zabludovsky advirtieron recientemente que salvar el acuerdo comercial no debe ser un fin en sí mismo.

Una prolongación innecesaria de las negociaciones podría resultar en un largo periodo de incertidumbre con efectos negativos para la inversión. Además, se argumenta que es preferible salir del TLCAN y operar bajo las reglas de la Organización Mundial del Comercio (con aranceles de hasta 8 por ciento) a realizar concesiones de desventaja en el marco del TLCAN.

En un momento en el que la inversión pública se encuentra en su peor nivel desde la década de los treinta, un periodo de incertidumbre comercial tendría implicaciones de gravedad para el crecimiento económico.

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