Por décadas pertenecieron a los partidos políticos, pero renunciaron a ellos para consolidar su candidatura independiente.
Para lograr que la ciudadanía les perdone este “pecado”, los independientes han renegado de su pasado partidista con una estrategia de comunicación similar a la del expresidente Vicente Fox, explica el consultor de comunicación Francisco Tijera.
“La percepción es más fuerte que la realidad”, indica, “y construyendo el mismo discurso que llevó a Fox a Los Pinos, golpeando sistemáticamente a autoridades, políticos y partidos, pero sobre todo repitiendo una y otra vez que antes vivieron en el error, es como se desligan de su pasado.
“Tienen, todos, dos factores que puedes encontrar fácilmente: un lenguaje sencillo, fácilmente entendible por cualquiera, muy coloquial y de ser posible plagado de maldiciones.
“Y, como cereza del pastel, una actitud permanente a victimizarse y denunciar conspiraciones en su contra, aún y cuando estas sólo existan en su cabeza”.
Sin embargo, Tijerina sugiere que los partidos políticos también contribuyeron al éxito del mensaje de los independientes, pues los ignoraron hasta que fue demasiado tarde.
Tanto en México como en España, los políticos tradicionales han insistido en que votar por candidatos ciudadanos con mensajes populistas pone en riesgo el orden del país.
“De no tomarlos en serio en un inicio y minimizarlos, los políticos pasaron luego a calificarlos con distintos adjetivos, especialmente con el de ‘son un peligro’, emulando la campaña del miedo de Felipe Calderón contra Andrés Manuel López Obrador”, dice.
“Si a lo anterior le añades estrategias de guerra sucia fallidas y mal empleadas, sobre todo en los tiempos, por parte de políticos, partidos y candidatos, terminas por comprender que lejos de tener éxito el mensaje termina por beneficiar a los independientes”.
Tijerina añade que a el mensaje de los candidatos independientes mexicanos también los ha beneficiado el Instituto Nacional Electoral (INE) con su falta de reglamentación y las denuncias de los partidos tradicionales.
“(Es) el sentimiento de solidaridad y apoyo con ‘los buenos’, que a pesar de tener todo en contra luchan contra ‘los malos’”, opina.