Por Ayotzinapa… ¿todo vale?

En nombre de los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa han salido quienes exigen justicia mediante protestas pacíficas y marchas multitudinarias, pero también están quienes, aprovechando el momento, realizan actos violentos y vandálicos que manchan la esencia de este movimiento.

Desde hace casi dos meses que ocurrió la tragedia de Iguala por todo el país se han realizado múltiples manifestaciones para exigir la aparición con vida de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

César Cepeda César Cepeda Publicado el
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Como sus colegas de Francia en 1968, los estudiantes mexicanos protagonizan hoy las manifestaciones por Ayotzinapa
El ERPI anunció la creación de una brigada de ajusticiamiento en contra de integrantes del grupo criminal Guerreros Unidos
El CETEG está involucrado en el incendio del Congreso de Guerrero, junto con ultras del MPG
"Hemos advertido los movimientos de violencia que, al amparo y al escudo de esta pena, pretenden hacer valer protestas. Protestas que a veces no está claro su objetivo"
Enrique Peña Nieto Presidente de México
http://youtu.be/BNKGFqd_SDo

En nombre de los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa han salido quienes exigen justicia mediante protestas pacíficas y marchas multitudinarias, pero también están quienes, aprovechando el momento, realizan actos violentos y vandálicos que manchan la esencia de este movimiento.

Desde hace casi dos meses que ocurrió la tragedia de Iguala por todo el país se han realizado múltiples manifestaciones para exigir la aparición con vida de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

Las marchas han convocado principalmente a miles de estudiantes de universidades como la UNAM y el Politécnico Nacional que en un acto de solidaridad han hecho suya la causa de los padres de los normalistas.

La mayoría de las protestas han transcurrido sin incidentes y con saldo blanco.

Sin embargo, cada vez más acciones convocadas a nombre de los estudiantes han concluido con actos que apuestan por el caos y la violencia. Al amparo de la tragedia de Iguala se cometen todo tipo de abusos y de sabotaje. 

En los estados de Guerrero y Oaxaca hay saqueos de tiendas de autoservicios. Todos los días se reportan secuestros de autobuses y tomas de casetas de cobro en carreteras.

“Por Ayotzinapa” se roban vehículos de mercancías. Se registran ataques con bombas molotov contra sedes de gobierno como el Congreso de Guerrero, el edificio del PRI y varias alcaldías de ambos estados. 

Hace una semana se bloqueó el Aeropuerto Internacional de Acapulco.

En la Ciudad de México grupos anarquistas que se han sumado al movimiento son señalados como responsables de haber incendiado una puerta de Palacio Nacional hace dos semanas en una manifestación y atacado la estación de Metrobús ubicada en Ciudad Universitaria.

Todo esto, en nombre de los estudiantes desaparecidos.

Las autoridades federales y estatales no han intervenido para detener esta serie de actos promovidos por grupos y organizaciones sociales que presuntamente están apoyando al movimiento nacional.

La reivindicación de la violencia

Las protestas –violentas o no- han sido reivindicadas por organizaciones como la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), la Coordinadora  Estatal de los Trabajadores de la Educación de Guerrero (CETEG) y la Sección 22 del SNTE de Oaxaca.

Estos grupos –considerados radicales por sus maneras de manifestarse en México- tienen sus propias demandas en proceso con las autoridades federales.

El CNTE tiene su propia lucha desde hace años: el rechazo a la reforma educativa que impulsa el Gobierno Federal.

Sus integrantes más radicales son los presuntos autores del ataque con bombas molotov ocurrido la semana pasada a la sede del PRI de Guerrero en la ciudad de Chilpancingo. 

También se le atribuye a esta organización de maestros disidentes la toma de alcaldías tanto en Guerrero como en Michoacán.

El CETEG está involucrado en el incendio del Congreso de Guerrero, junto con integrantes ultras del Movimiento Popular Guerrerense (MPG).

El martes fueron los maestros que pertenecen a esta organización los que tomaron las instalaciones del Tribunal de Justicia de Guerrero para protestar por supuestas órdenes de aprehensión giradas en su contra por jueces.

Su pliego petitorio incluye tanto el caso de los estudiantes de Ayotzinapa como la liberación de compañeros de su organización que han sido detenidos.

Los maestros de la sección 22 del SNTE de Oaxaca –que también están en contra de la reforma educativa- se han sumado a las movilizaciones tomando tiendas comerciales en ese estado.

Hoy 20 de noviembre, organizaciones como el CETEG y el CNTE participarán en la jornada de movilizaciones que se realizará en la Ciudad de México con tres marchas simultáneas que concluirán en el Zócalo capitalino.

Las autoridades federales y capitalinas están en alerta.

El apoyo guerrillero

Hay otro tema que preocupa a las autoridades: el respaldo que el movimiento por los normalistas de Ayotzinapa tiene de grupos guerrilleros que operan en México.

El Ejército Popular Revolucionario, el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente y Milicias Populares ¡Basta YA!, han hecho público su apoyo a la causa de los normalistas.

“Hoy más que nunca necesitamos responder con todas las formas de lucha, violentas y pacíficas, legales o fuera de esta legalidad sin ética que intentan imponernos los de arriba”, advirtió el mes pasado en un comunicado la organización subversiva Milicias Populares ¡Basta Ya!

Hace una semana el EPR, que también ha salido a apoyar la causa de Ayotzinapa, se atribuyó la explosión de una tienda Soriana en el municipio de Ecatepec, en el Estado de México.

El ERPI, incluso, anunció la creación de una brigada de ajusticiamiento en contra de integrantes del grupo criminal de Los Guerreros Unidos, que han sido señalados como responsables de haber asesinado y calcinado a los estudiantes.

Estos grupos parecen ser los destinatarios del mensaje del presidente Enrique Peña Nieto, quien el martes advirtió de un intento para desestabilizar su gobierno con actos violentos aprovechando la tragedia de Iguala.

“Hemos advertido los movimientos de violencia que, al amparo y al escudo de esta pena, pretenden hacer valer protestas. Protestas que a veces no está claro su objetivo. Pareciera que respondieran a un interés de generar desestabilización, de generar desorden social y, sobre todo, de atentar contra el proyecto de Nación que hemos venido impulsando”.

El ‘mayo francés’ mexicano

La ciudad es un hervidero.  

Los aires revolucionarios y de cambio se respiran por doquier. Miles de estudiantes protestan en las calles con una efervescencia inaudita en contra del autoritarismo del gobierno. Los jóvenes no están solos en su rebelión. Los acompañan miles de obreros y trabajadores que han convocado a una huelga general que paraliza el país. 

Los enfrentamientos entre los manifestantes y la policía es algo de todos los días. Hay lesionados y daños por toda la ciudad.

Paris no es una fiesta. 

La capital de Francia está convertida en una barricada donde reina el caos y la protesta. Es 1968. 

Eran tiempos agitados aquellos. 

Además de la revuelta juvenil en Francia, las protestas contra la guerra en Vietnam se multiplicaban en EU. 

En Praga, jóvenes se levantaron contra el régimen soviético. 

En la Ciudad de México, una protesta estudiantil en contra del presidente Gustavo Díaz Ordaz termina con la tragedia del 2 de octubre en Tlatelolco.

Las protestas del mayo francés no solo desestabilizaron el gobierno que encabezaba en ese entonces Charles de Gaulle.

La revuelta juvenil logró sembrar entre los jóvenes de todo el Mundo la semilla de la inconformidad y de la protesta.

Hace 46 años, las manifestaciones de los estudiantes franceses amalgamaron  –como ocurre hoy con el movimiento estudiantil por los desaparecidos de Ayotzinapa- diferentes luchas, reclamos y apoyos de diferentes sectores.

Jóvenes, el cambio de la sociedad

En 1968 en las calles de Paris no solo había jóvenes inconformes, sino también obreros que reclamaban aumentos salariales y mejoría en sus condiciones laborales.

Como sus colegas de Francia en 1968, los estudiantes mexicanos que protagonizan hoy las manifestaciones por Ayotzinapa se asumen como un objeto de cambio en la sociedad.

Hoy, como en 1968, los jóvenes están de vuelta a las calles para manifestarse por la tragedia de Iguala, uno de los capítulos más negros de la historia mexicana.

“La espantosa masacre de los 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa ha provocado una indignación social sin precedentes desde 1968”, escribió hace una semana el historiador Enrique Krauze en el diario El Pais.

Los jóvenes mexicanos convocan a huelgas y marchas. La UNAM, el Politécnico Nacional, y decenas de universidades mexicanas –públicas y privadas- participan en las movilizaciones. 

No están solos. 

Hay cientos de organizaciones sociales y de maestros como el CNTE, la CETEG, que han reinvindicado sus reclamos.

Los acompaña en sus protestas el mayo francés, pero también los mueve la Primavera Árabe, las múltiples manifestaciones que en el 2011 obligaron la renuncia del presidente de Egipto, Hosni Mubarak, y de Túnez, Ben Alí.

Hoy los estudiantes en México tienen en la mira al presidente mexicano Enrique Peña Nieto, a quien responsabilizan de la tragedia de Iguala.

Es la esperanza que los mueve y que los motiva.  

Como sus colegas franceses en 1968, los jóvenes mexicanos están desencantados con el sistema que los gobernaba.

La chispa que detonó el polvorín fue la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa ocurrida el 26 de septiembre en el municipio de Iguala, en el estado de Guerrero.

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