La industria de la animación no es un juego. Para los artistas y creadores de contenidos audiovisuales en México ha sido una lucha constante el tratar de consagrar un negocio que depende de la imaginación, pero que compite con géneros más taquilleros, como la comedia.
Aunque en 2018 se dieron a conocer solo cinco largometrajes de este género en el país, éstos lograron convocar a más de cuatro millones de personas a las salas de cine, cifra superior a las reportadas por los filmes de suspenso, romance o documental.
La industria cinematográfica total representa el 7.6 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) nacional y tiene un crecimiento anual de 8.3 por ciento.
Aunque el país ha sido semillero de importantes firmas, el negocio aún no lograr alcanzar un nivel similar al de países como Estados Unidos, Canadá, Francia o España, donde este segmento está consolidado gracias a los apoyos del gobierno y la iniciativa privada
José Carlos García de Letona, vicepresidente de Ánima Estudios, lleva más de una década en el mercado y reconoce que se han logrado avances, pero que falta una mayor consolidación, la cual se puede alcanzar con más casas productoras y el desarrollo de proyectos simultáneos.
El también cofundador del estudio mexicano de animación más importante en América Latina comparte que Pixar es la joya de la corona de la animación a nivel internacional, pero alrededor de ese imperio existen otros reinos que se han hecho de un lugar en la industria, y los animadores mexicanos son parte de ese ecosistema.
“Es como poner a David contra Goliat porque nos enfrentamos a gigantes de la industria en cuanto a presupuestos y maquinaria de distribución, estamos en una posición complicada y por eso es importante que dejemos de pensar que en México nacerá el próximo Pixar.
“En el país existe mucho talento y debemos enfocar nuestros esfuerzos para impulsarlo de diferentes formas porque nosotros tenemos un toque diferente que atrae a las personas”, dice García de Letona.
Duplicar los esfuerzos para impulsar a la industria de la animación permitiría generar miles de empleos bien remunerados, proteger la propiedad intelectual y atraer turismo de entretenimiento, inversión extranjera y consolidaría a México en la industria del entretenimiento global.
Sin embargo, el sector aún se enfrenta a diversos retos como formalizar más a los creadores desde la academia o hacer más accesibles los productos animados.
Esfuerzo latente
Las ganas de destacar pueden más que los obstáculos en el camino a la pantalla grande.
Poco a poco, México se ha ido ganando su lugar dentro de la animación y el cine, y aunque el trayecto es arduo y largo, las intenciones de llegar a diversos rincones del planeta mantienen la marcha a paso firme.
La animación resiste. A pesar de las crisis económicas en las que muchas veces se ve envuelto el país, o los recortes presupuestales a la cinematografía en general y a las artes relacionadas, esta industria de la imaginación sigue creciendo, tanto así, que ofrece la posibilidad de que las percepciones que reciben sus empleados sean 30 por ciento mayores a las de cualquier otro sector.
Si el cine en general es un negocio muy complicado, para la animación lo es aún más, ya que producir un proyecto de este tipo lleva más años que una película normal, y por consiguiente un presupuesto mayor.
Los avances son notorios, pero aún hace falta prestar atención a factores como el desarrollo de competencia, ya que mientras más empresas sólidas en animación existan, más oportunidad habrá de que se conozcan nuevos proyectos y el talento mexicano vaya ganando terreno.
Otros factores importantes para el desarrollo de esta industria están relacionados a la profesionalización del talento para que crezca la calidad de las series de animación, debido a que muchos de los que creativos y artistas que intentan incursionar no están preparados, el desarrollo de verdaderos negocios es crucial, porque muchos jóvenes tienen miedo de llevar al límite sus proyectos, desaprovechando muchas veces, oportunidades únicas.
Simón Gerbaud, director de la licenciatura de animación de la Escuela Superior de Cine (ESCINE), asegura que esta actividad en el mundo es cada vez más importante, y por lo mismo de su relevancia es necesario que no se piense solo para el público infantil, ya que hasta el momento ese cliché sobrevive.
Comenta que este tipo de arte utiliza una variedad de medios y recursos para aplicar su conocimiento, por lo que puede llegar a una infinidad de públicos
Saltar a las grandes ligas de la animación
El sueño de cualquier casa productora dedicada a la animación es que sus creaciones aparezcan en las salas de cine, sin embargo, no todas pueden alcanzarlo.
A pesar de que México cuenta con una importante capacidad creativa para desarrollar su industria cinematográfica y su cercanía con Estados Unidos le permite atraer las miradas de otro tipo de consumidores fuera del territorio nacional, el sector está poco aprovechado, en especial el de la animación.
Prueba de ello es que una película ‘live action’ tiene un costo aproximado de 30 millones de pesos (mdp), mientras que una animada puede superar los 70 mdp con tecnología muy acotada, pues tan solo el hardware y software absorben unos 20 mdp del presupuesto total.
Otro de los frenos es la falta de apoyos por parte del gobierno y el poco interés de las grandes televisoras en la difusión de estos contenidos.
Al respecto, José Iñesta, director de Pixelatl, opina que México es aún es un mercado emergente, debido a que existen varios estudios que están produciendo contenidos llamativos, pero la mayoría lo hacen con miras hacia el exterior por las condiciones a las que están sometidos en el mercado local.
“Es triste que los extranjeros ven el potencial del trabajo que se está realizando en el país y por eso apuestan a invertir o muchas veces contratan al talento que aquí se está desperdiciando.
“La estrategia del sector nacional es crear y construir a partir de la capacitación y vinculación con el mercado internacional; esto ha permitido que los estudios mexicanos crezcan, de otra forma sería muy difícil lograrlo”, detalla el director de la asociación dedicada a promover la creación de contenidos y narrativas gráficas y audiovisuales.
Las casas productoras tienen dos formas de sustentarse: una parte es la propiedad intelectual y la otra es la de maquila, es decir, realizar un trabajo por servicio. Ambas son importantes, pero la primera tiene un mayor peso en sus ingresos.
Mientras que el minuto animado se cotiza entre 120 mil y 300 mil pesos según sea la calidad, una propiedad intelectual genera 500 millones de dólares anuales.
Una de las mayores creencias es que esta industria solo atrae a los más pequeños del hogar, y aunque esta población concentra al 32.8 por ciento de la población total, la realidad es que la animación enamora a chicos y grandes por igual.
Aliados de la difusión
Una de las palancas que han permito que esto suceda son los festivales nacionales e internacionales de cine. No obstante, estos eventos también han generado polémica, pues muchos de ellos se beneficiaron con grandes cantidades de dinero durante el sexenio pasado.
La gira de documentales Ambulante recibió más de 46 mdp; el Festival Internacional de Cine Documental de la Ciudad de México obtuvo 11 mdp; el de Cine Judío aproximadamente 7.5 mdp, en tanto que a Los Cabos International Film Festival se le transfirieron 30 mdp durante la pasada administración.
A pesar de que la industria cinematográfica nacional había recibido diversos golpes a su financiamiento, con la llegada de la Cuarta Transformación el panorama se complicó aún más.
En el Presupuesto de Egresos de la Federación para el ejercicio de 2019 al rubro de fomento y promoción de la cultura, que integra los servicios cinematográficos, se le asignaron 249.77 mdp.
Pero, hasta la fecha, se desconoce cómo se repartirán y cuánto les tocará de manera específica a cada uno de los festivales que se realizan cada año, pues el presidente Andrés Manuel López Obrador adelantó que no habría asignaciones directas, por lo que deberán buscar otras fuentes para obtener recursos.
Frente a este complicado panorama, José Iñesta asegura que un buen aliado para sacar a flote a la industria es el vínculo que se ha creado con los gigantes tecnológicos como Netflix, y las ganancias que se obtienen gracias a las licencias de una marca, pero en ambos casos existen claroscuros.
“Las plataformas de streaming están apostando por la animación, aunque bajo sus propios estándares y con un enfoque más comercial. Al final lo que buscan es que tengan en su catálogo productos que sean atractivos y que se consuman”.
“Se debe dar importancia a la protección y a la venta del material que se produzca, además los jóvenes tienen que perder el miedo a producir su propio contenido para que lo puedan vender. La animación mexicana debe convertirse en una industria que genere más recursos para México”.
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Creatividad en riesgo
Conseguir la atención de los espectadores es un lujo, pero una vez que se obtiene, el despunte hacia la cima es inevitable.
En los últimos cuatro años, México ha destacado en el ámbito cinematográfico internacional, pues los Premios Oscar han reconocido el trabajo de cineastas como Alfonso Cuarón, Alejandro González Inárritu, Emanuel Lubezki y Guillermo del Toro.
La creatividad y su éxito han hecho que muchos jóvenes en el país quieran seguir sus huellas, sin embargo, no existen instituciones públicas que hasta el momento hayan implementado esta carrera dentro de sus planes de estudio, a excepción de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con la licenciatura en cinematografía que ofrece el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC).
El problema es que solo hay oferta para 15 jóvenes, los cuales para ser acreedores a un lugar en el CUEC, tienen que pasar por un proceso de selección. Miles acuden al llamado y en su mayoría pierden la esperanza, pues no alcanza el lugar para todos.
Esta licenciatura ofrece 9 campos de conocimiento que van desde la realización de animación, ficción, documental, guión, montaje, dirección de fotografía, producción, diseño de sonido y dirección de arte, además los pagos que se hacen en los cinco años que dura la carrera son simbólicos, ya que van de los 200 a los 950 pesos y se utilizan para cubrir los gastos de trámites y exámenes de admisión.
El costo por semestre es de 40 centavos a cuota voluntaria, los ejercicios fílmicos representan lo más caro, debido a que se cubre un promedio de 5 mil a 35 mil por semestre; la tesis va de 100 a 200 mil pesos o más, según el trabajo que se pretenda presentar.
Armando León, egresado de la carrera de cinematografía y animación, asegura que como él no pudo integrarse a una escuela pública para estudiar cine, tuvo que recurrir a una escuela privada, en la cual cada mes pagaba entre seis mil y 11 mil pesos.
“Al principio pensé que sería un gasto que podría cubrir, pero la carrera dura casi cinco años, con el tiempo, ese desembolso comenzó a afectarme, pues pagaba más de lo que me habían dicho en el principio, además no imagine los costos de las herramientas que necesitaría y la inversión en los proyectos”, comparte.
El joven terminó la carrera pero con pocas oportunidades de empleo, debido a que te ofrecen sueldos muy bajos y solo la posibilidad de ser ‘trainee’.
“En México es muy difícil colocarse en esta industria, ya que muchas veces me enfrenté a que me rechazarán por mi falta de influencias y elegían a los que tenían un apellido reconocido”, agrega el artista visual.
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Profesionalización de la animación, el otro reto
A pesar de que el panorama puede sonar fatalista, también hay matices, pues en México sí existen apoyos para el cine, que aunque no son muchos, proveen a los egresados de esta carrera con oportunidades que van desde financiamiento para la escritura, la revisión y difusión de guión cinematográfico, hasta recursos para la producción y la postproducción de filmes.
Organismos como el Imcine y el Fondo de Inversión y Estímulos al Cine (Fidecine), también han apoyado esta causa otorgando recursos a los jóvenes con proyectos definidos.
El cineasta Guillermo del Toro no se quedó atrás, ya que durante el Festival de Cine de Guadalajara, anunció que otorgaría una beca a dos jóvenes mexicanos por la cantidad de 60 mil dólares, lo que equivale a 1.1 millones de pesos para subsidiar sus estudios en una de las 12 escuelas de cine más prestigiosas del mundo, así como su manutención.
Saúl Fernández, coordinador del Instituto Nacional de Animación y Arte Digital, comenta que aunque ya se ven avances, aún está pendiente encontrar la solución a la falta de profesionalización de los jóvenes, pues muchos de ellos aprenden por cuenta propia en los tutoriales de YouTube y además buscan cursos que les permitan entrar en este mundo.