El pacto inconfesable
Frente al escenario cada vez más real de que Andrés Manuel López Obrador gane las elecciones presidenciales en el 2018, crece la posibilidad de un pacto entre el PRI y el PAN para evitar la llegada del líder de la izquierda mexicana a Los Pinos.
El PRI, el partido político del presidente Enrique Peña Nieto, sabe que en las circunstancias actuales de desgaste e impopularidad, el tricolor enfrenta una situación complicada para conservar la presidencia el próximo año.
Carlos Salazar
Frente al escenario cada vez más real de que Andrés Manuel López Obrador gane las elecciones presidenciales en el 2018, crece la posibilidad de un pacto entre el PRI y el PAN para evitar la llegada del líder de la izquierda mexicana a Los Pinos.
El PRI, el partido político del presidente Enrique Peña Nieto, sabe que en las circunstancias actuales de desgaste e impopularidad, el tricolor enfrenta una situación complicada para conservar la presidencia el próximo año.
En ese contexto es donde surge en el medio político la posibilidad de construir una alianza de facto entre el PRI y el PAN para enfrentar el fenómeno de López Obrador, como ocurrió en el 2006, y evitar, que gane las elecciones del 2018.
En el PAN, el gran ganador de esta alianza sería sin duda su presidente nacional, Ricardo Anaya.
El sector pragmático del PRI sabe que con los panistas -con quienes han venido pactando desde el triunfo de Vicente Fox en el 2000- las negociaciones son posibles, no así con López Obrador, de quien saben que nunca se sentaría a la mesa con ellos, y que incluso podría emprender una cacería.
Ernesto Ruffo Appel, senador panista, y quien se ha apuntado a la carrera por la candidatura presidencial blanquiazul, reconoce que este pacto entre ambas fuerzas políticas es algo que no hay que descartar.
“Está en el escenario, no hay duda que está en el escenario. Al fondo cuando estás viendo que las cosas no se van a dar, entonces empiezas a tirar garfios para todos lados a ver que cae. Ha habido una gran preocupación por esa actitud reivindicatoria que a veces suena como venganza y causa temor”, dice Ruffo en entrevista con Reporte Indigo.
Por su parte, José Luis Luege Tamargo, consejero nacional del PAN, está convencido de que el PAN debe apostar por sí mismo, aunque no descarta que en el proceso se puedan sumar apoyos sin que estos vengan de una alianza formal
“Yo creo que debemos de ir solos y si en el camino hay unidades de otros, bienvenidas, pero el PAN no debe de perder de vista su vocación y su unidad”.
La elección del Estado de México podría significar el primer capítulo de este pacto. Tanto el PRI y el PAN saben que el enemigo a vencer no es la profesora Delfina Gómez, sino el mismo López Obrador, que quiere plantar su avanzada en el enclave priista para pavimentar su camino rumbo al 2018.
30 años de cercanía
Este pacto tras bambalinas, si bien nunca reconocido, no sería nuevo en el marco de una sucesión presidencial.
De una forma u otra, desde 1988, los dos partidos han mantenido una cercanía que le ha servido a unos para tener margen de maniobra en el gobierno y a otros para poder impulsar su agenda en el gobierno en turno. Sobre todo para cubrirse las espaldas.
Tras las crisis postelectoral de 1988, los panistas apoyaron la presidencia de Carlos Salinas de Gortari a cambio de impulsar su agenda política.
En el 2000, Ernesto Zedillo, emanado de las filas del PRI, facilitó la alternancia después de 70 años de gobiernos priistas, y gracias -en parte- a su oficio, la transición no fue lo traumática que se suponía.
Aunque en campaña Vicente Fox se comprometió a erradicar los vestigios de la corrupción priista, lo cierto es que, salvo la intentona de consignar a Luis Echeverría por los hechos de 1968 no se recuerda ninguna cruzada contra gobernadores, exgobernadores u otros funcionarios priistas durante su sexenio.
En el 2006, las heridas del priismo seguían abiertas, y la contienda era un mano a mano entre Felipe Calderón, del PAN, y Andrés Manuel López Obrador, del PRD.
Ante la débil candidatura del priista Roberto Madrazo, Elba Esther Gordillo, exsecretaria general del PRI operó, junto con algunos gobernadores priistas, a favor del candidato panista.
El PRI tuvo un papel fundamental el 1 de diciembre de 2006 para que Felipe Calderón pudiera tomar protesta en el Congreso de la Unión, y durante el sexenio mantuvieron su apoyo en aras de la gobernabilidad.
En 2012, después de dos sexenios panistas, el PRI regresó al poder de la mano de Enrique Peña Nieto, quien ha procurado mantener puentes con el panismo.
La falta de apoyo desde el gobierno de Felipe Calderón a la candidata presidencial del PAN, Josefina Vázquez Mota, hicieron crecer las sospechas de posibles negociaciones para dejar el paso libre a Peña Nieto y (una vez más) evitar la llegada de López Obrador a Los Pinos.
El blanquiazul favorito del priismo
Desde el PRI miran con agrado una hipotética candidatura panista encabezada por Ricardo Anaya, un joven político que ha venido escalando hasta lo más alto de Acción Nacional y quien anhela la Presidencia de la República.
Es un personaje con el que se podría negociar, de nueva cuenta, una alternancia tersa, sin que haya cambios de gran calado en las estructuras de poder vigentes y sobre todo, que con ello se podría evitar la llegada de López Obrador.
Llegado el momento, Anaya podría ser el beneficiado del pacto inconfesable, como lo fue Calderón en el 2006, que sin el apoyo de un importante sector del priismo no habría llegado a Los Pinos.
Aunque nunca se ha pronunciado en público al respecto, el hecho de que Ricardo Anaya Cortés buscará la candidatura presidencial de Acción Nacional rumbo al 2018 es un secreto a voces.
El queretano ha venido maniobrando desde que llegó a la presidencia panista en agosto de 2015 para controlar los órganos del partido, desde el Consejo Nacional hasta los consejos estatales, y con ello pavimentar el camino de sus aspiraciones.
A su paso ha dejado un importante número de cuestionamientos y de enfrentamientos con otros militantes panistas, como el rompimiento con quien fuera su mentor político Gustavo Madero, o con otros aspirantes panistas a la candidatura presidencial como Margarita Zavala y Rafael Moreno Valle, quienes lo han señalado por usar su cargo en el PAN como trampolín para sus intereses particulares.
A día de hoy, con la integración del Consejo Nacional, ratificado en la Asamblea del pasado 22 de enero, se confirma el control que tiene Anaya sobre dicho órgano, fundamental para sus aspiraciones, pues es el Consejo el que define los mecanismos de la elección de las candidaturas.
En el camino para hacerse del control del PAN, sobre Anaya han caído toda clase de señalamientos, desde la falta de un piso parejo para los aspirantes, el cuestionado método de designación de candidaturas y el manejo discrecional de recursos para asegurarse afinidad en los Consejos Estatales.
Con los resultados electorales de 2016, tan contundentes como inesperados, Anaya se colocó en una posición inmejorable para buscar la candidatura blanquiazul, sin embargo, a pesar de que de puertas hacia afuera ha querido enviar el mensaje de la unidad panista, lo cierto es que al interior podría acentuarse la división de cara a los próximos procesos electorales, sobre todo por la falta de definición del presidente panista.
Anaya agotará los tiempos legales para dejar su cargo como presidente del PAN e inscribirse formalmente como precandidato. Mientras tanto espera dar un golpe de efecto en el Estado de México que le permita potenciar sus aspiraciones.
Sin embargo, tanto Zavala como Rafael Moreno Valle están operando en todo el territorio nacional para buscar apoyo en la batalla que viene al interior del PAN, lo cuál podría desgastar al blanquiazul y restarle posibilidades de cara al 2018.
Conflicto de interés
José Luis Luege Tamargo, miembro del Consejo Nacional del PAN, afirma en entrevista que Ricardo Anaya no puede ser juez y parte en el proceso de selección del candidato presidencial del PAN rumbo al 2018, por lo que es imperativo que el dirigente nacional defina su papel.
“El proceso formalmente ya inició porque en los reglamentos se establece la construcción de una mesa de armonización de los aspirantes. ¿Quién convoca a esa mesa de aspirantes? El presidente nacional, ¿pero en calidad de qué convoca a una mesa de aspirantes si él mismo tiene la aspiración?”.
El panista, quien fue uno de los firmantes de una carta dirigada a finales de 2016 a Ricardo Anaya pidiéndole que se definiera, sostiene que la función de presidente del PAN es incompatible con una aspiración a la candidatura presidencial.
“Lo único que pido como panista es que las condiciones sean muy claras de acuerdo a los reglamentos y el piso sea parejo. Si Ricardo es candidato, bienvenido, pero ser candidato y ser presidente, en el PAN es incompatible”.
Luege asegura que al interior del PAN existe la sensación de estar en un momento de gran oportunidad, pero también de un gran riesgo por los problemas internos, y hace un llamado a la unidad y el fortalecimiento rumbo al 2018 para no quedar alejados de esa posibilidad.
“La petición de muchos panistas, yo hago eco de muchos panistas, es la dedicación al cien por ciento del presidente del CEN y de todos los miembros a sus funciones orgánicas, eso es lo que estamos diciendo”, detalla Luege, extitular de Conagua .
Transparentar el proceso
El senador panista Ernesto Ruffo Appel afirma que Ricardo Anaya está en su derecho de buscar la candidatura a la presidencia, sin embargo, debería priorizar su responsabilidad al frente de la presidencia del PAN.
“Tiene una responsabilidad como presidente del PAN y que tiene que dejar a la institución bien parada, con una transparencia una apertura a la participación ciudadana y ¿cómo lo va entonces a dejar, en quién o cómo es el proceso de ese cambio? Tiene que pensar cómo va a estar instalada la dirigencia del PAN para el proceso de 2018”.
Ruffo, quien también se ha apuntado como aspirante a la candidatura presidencial panista, está pugnando por abrir las puertas del PAN a la ciudadanía, organizando foros y debatiendo en beneficio del partido.
“Lo que debemos buscar es transparentar nuestro camino hacia la candidatura presidencial. Esto no es un asunto de lucha por el poder dentro del PAN, esto es un asunto de lograr la preferencia y la confianza de los ciudadanos mexicanos”.
Ante las especulaciones de división al interior del panismo, Ruffo afirma que hasta el momento el debate se ha centrado en la falta de una cancha pareja de los aspirantes, por lo que propone una mesa de diálogo.
“Dejémonos de estarnos viendo el ombligo y empecemos a abrir las puertas del PAN y viendo hacia afuera, escuchando qué dice la gente. Vamos juntándonos los hasta ahora cuatro aspirantes, vernos juntos, debatiendo entre nosotros. Yo prefiero que lo hagamos a través del consenso político, para llegar todos juntos y unidos”.