El dilema de ayudar o no a las mujeres si eres hombre
Algunas mujeres feministas y otras que no se declaran como tal consideran ofensivo que un hombre les ceda el asiento en el transporte público, por decir lo menos. Otras mujeres están cansadas de que su compañero de trabajo le explique algo que ella ya sabía y probablemente mejor que él; pero también están las mujeres que se enojan si su pareja no les abre la puerta del auto o se indignan si no les pagan la cuenta de la cena. ¿Cuál es la lógica ahí?
Indigo StaffGarganta Profunda era un hombre infiltrado que cambió la historia de Estados Unidos, de Richard Nixon, del periodismo y de la industria de la pornografía. El origen de esta persona se remonta a 1972 cuando fue la fuente secreta de los periodistas del periódico Washington Post, Carl Bernstein y Bob Woodward para desmantelar el escándalo de conspiración y espionaje en Watergate. Pero alguien más en ese entonces sabía la verdadera identidad de esta fuente y esa persona era una mujer.
Ella era la periodista Nora Ephron y aunque tenía semejante acceso a información tan clasificada, años antes una revista que perdura hasta estos días le rechazó un texto porque no aceptaban a mujeres escritoras. Esa revista tardó en aceptar hasta la década de 1970 a mujeres que se desempeñaran como reporteras y editoras.
La discriminación contra mujeres en el trabajo se convirtió en una práctica ilegal hasta 1964 con el Acta de Derechos Civiles.
Esa fue una lucha que marcó el curso del feminismo en Estados Unidos, pero hoy en día ¿podría considerarse que las feministas son unas exageradas, se ofenden por todo y no luchan por “cosas que realmente importan”? ¿El feminismo mató la caballerosidad?
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Pero al mismo tiempo, ¿hay que cuidarlas porque el país es muy peligroso para ellas? ¿Qué hay de las mujeres que también se aprovechan de su condición? Estas son algunas de las inquietudes que surgen conforme la brecha de género da repentinos estirones y luego cede a cerrar poco a poco.
¿Por qué se “ofenden”?
Algunas mujeres feministas y otras que no se declaran como tal consideran ofensivo que un hombre les ceda el asiento en el transporte público, por decir lo menos. Otras mujeres están cansadas de que su compañero de trabajo le explique algo que ella ya sabía y probablemente mejor que él; pero también están las mujeres que se enojan si su pareja no les abre la puerta del auto o se indignan si no les pagan la cuenta de la cena. ¿Cuál es la lógica ahí?
No es que se ofendan. Todas estas acciones aprendidas por parte de las sociedades se llaman micromachismos.
Actualmente la mayoría de los hombres “ya no ejercen un machismo puro y duro” y ni siquiera son dominantes con las mujeres en los países que podrían nombrarse como “desarrollados”, de acuerdo con un artículo del psicoterapeuta Luis Bonino en 2004
Sin embargo, aún quedan estas acciones de “dominación suave” o de “bajísima intensidad” como los describe el también Director del Centro de Estudios de la Condición Masculina.
“No se perciben en el momento, pero lo utilizan los hombres para reafirmar su superioridad hacia las mujeres; la caballerosidad encubre el dominio y la superioridad que tienen los hombres sobre ellas”, opinó Tania de la Palma, colaboradora de la Cátedra Unesco de Derechos Humanos.
¿Necesita ayuda?
Algo muy básico cuando exista esta necesidad de acudir como príncipe de novela romántica en ayuda de una mujer, pregunte ¿esa mujer necesita de su ayuda? Eso aconseja Ana Pecova, Directora de la organización de derechos femeninos, Equis Justicia para las Mujeres.
“Yo no lo veo mal a mí que alguien me ayude genuinamente. Alguien que quiere mi bienestar bienvenido, pero también cuando das ayuda, sí es importante escuchar. O sea hay quien o quien no necesita esta ayuda y si no la necesita, pues hazte para atrás”, afirmó en entrevista.
Coincidió con Tania de la Palma, en que si se ofrece ayuda sólo para reafirmar la parte de “yo soy más que tú”, pues “está mal”, pero si es en plan genuino “yo estoy aquí para apoyarte como un buen compañerismo” que sea bienvenida la ayuda entonces y pidió que hay que ver esas distintas situaciones.
Y si no necesitan ayuda, ¿por qué necesitan, por ejemplo, vagones separados?
La mal llamada discriminación positiva en realidad son medidas especiales de carácter temporal para eliminar esas formas múltiples de discriminación contra la mujer para acelerar el logro de la igualdad y no serán para siempre. Cesarán cuando se hayan alcanzado los objetivos de igualdad de oportunidad y trato.
“Son acciones que no tienen un carácter permanente, como la cuota de género en la política. De aquí a que las mujeres logren acceder a los puestos políticos en igualdad durante cierto tiempo”, informó Tania, también profesora en la UNAM.
Es decir, que las mujeres junto con los hombres puedan acceder a oportunidades laborales por sus méritos y experiencia y no solo por ser hombre o mujer; esto, considerando que muchas mujeres no son contratadas o son despedidas únicamente por su condición de género, ya que aunque un hombre podría eventualmente tener un hijo con su pareja, la mujer es la que se embaraza.
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Durante 2016, de 1,281 denuncias laborales que se presentaron en la Ciudad de México por discriminación, el 39% eran por despido de embarazo.
Entonces, ¿las cuidamos o no?
Jessica es la menor de cuatro hermanos y es la única mujer de su familia además de su mamá. Ella recuerda que veía cómo sus hermanos podían salir a fiestas, llegar a la hora que quisieran, les prestaban el carro y podían ir a la tienda solos, pero a ella no se lo permitían. O si lo hacían, era bajo la condición de que alguno de sus hermanos o su novio la acompañara.
Es cierto que el panorama de inseguridad permea a todo el país y también, que las cifras de que te maten solo por ser mujer no son muy alentadoras a salir por la calle en la noche, pues cada dos horas se comete un feminicidio en todo América Latina.
En el trabajo también se da esta práctica de “no exponer” a las mujeres a actividades de riesgo, por temor (probablemente infundado) a que algo les vaya a pasar.
Incluso desde la escuela primaria hay cosas que parecen triviales, pero sólo están reforzando estos estereotipos para que, cuando llegué al ámbito laboral se repiten comportamientos ya aprendidos y arraigados, comentó Ana Pecova.
“Desde las escuelas donde te obligan esta parte de los uniformes en el que las niñas tienen que ir vestidas de faldita y los niños van en pantalones y cómo eso determinará hasta las actividades que tú vas hacer en el recreo”, ejemplificó Pecova.
Para identificar si una actividad laboral que pueda significar un riesgo a las mujeres, por ser solo por esta razón, Pecova recomienda documentar los casos y registrar datos que justifiquen el no designar a una mujer encargada de cierta tarea y hasta de profesión.
“La violencia es estructural hay una omisión del estado y por eso hay más riesgos para las mujeres, pero no tendría que ser así. La violencia no depende de que te cuiden o no. En nada va a abonar que nosotros tengamos que salir en la noche acompañadas de uno o varios hombres”, argumentó Tania de la Palma.