México está a punto de derrumbar un gran edificio justo en los últimos meses de su construcción en el que ha invertido por años sin siquiera haberlo inaugurado. Así se comparan investigadores de doctorado y posdoctorado en el extranjero que están en riesgo de ver truncados sus proyectos y sus trayectorias académicas.
La pandemia de COVID-19 los sorprendió en el extranjero y el cierre de sus centros de trabajo paralizó sus investigaciones durante al menos tres meses.
“Por lo menos aquí en Europa fue total, no se permitía el acceso a nadie”, dice Andrea Gutiérrez Quezada, investigadora posdoctoral en la Universidad de Lisboa, Portugal.
La científica estudia enfermedades neurodegenerativas con agregación de proteínas, como el Alzheimer y Huntington.
También es voluntaria en un laboratorio de seguridad de nivel 3 donde colabora en la investigación del virus del SARS-CoV-2.
Sin embargo, Andrea tiene el tiempo en contra: en octubre se termina su beca posdoctoral del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT).
Aunque ha pedido una extensión de tres meses ante el retraso de los resultados de sus investigaciones —por la pandemia—, la respuesta del CONACyT ha sido tajante: no.
Esta alternativa solo se pondrá a consideración del Comité de Evaluación de Casos no Previstos para los enfermos graves de COVID, dice la contestación que recibió.
“En aquellos casos excepcionales donde el/la Sujeto de Apoyo haya enfermado gravemente debido a la pandemia generada por el virus SARS-CoV-2”, se lee.
La misma respuesta han recibido otros investigadores en el extranjero de niveles de posgrado y posdoctorado con beca del CONACyT que vieron afectadas sus investigaciones.
Este rechazo podría ser una sentencia de muerte para estos proyectos, cuyos resultados son esenciales para impulsar el desarrollo de la ciencia y la tecnología en México.
“Además la sociedad se ve afectada, porque si es para que la gente esté informada y tenga mayor capacidad de entendimiento de cualquier cosa que nos rodee de la naturaleza, de las enfermedades, pues ya no se va a ver beneficiada”.
Así lo explica Jesús Rueda Becerril, doctor en Física, quien realiza una estancia posdoctoral en la Universidad Purdue, en Indiana, Estados Unidos, y trabaja en astrofísica de altas energías a través de simulaciones.
Ayuda en el limbo
Grupos de becarios como “Científicos mexicanos en el extranjero” (de posdoctorado) y el “Comité Carlos Pellicer Cámara” (de doctorado), han enviado comunicados al CONACyT para salvar sus proyectos.
Entre las peticiones está la extensión de su beca por al menos tres meses más para poder concluir su trabajo y que se les otorgue la carta de liberación de beca al término de la estancia.
También que sean retomados los programas de Repatriaciones y Retenciones y así puedan aplicar sus conocimientos en el país y retribuir lo que han recibido.
En el 2018, se recrudecieron las políticas de reincorporación y regreso a México. Ahora, tienen que volver al país al término de sus estancias y comprobar que trabajaron durante seis meses.
Esto ha obligado a que incluso realicen labores que no tienen relación alguna con su preparación ante la falta de oportunidades para liberar el requisito, como ser conductores de Uber.
“Como joven investigador terminas frustrado y en vilo toda la vida, porque no sabes cuál es el destino que te espera. Además porque tenemos una formación muy sustentada y no nos dejan retribuir al país”, dice Abigail Jiménez, investigadora posdoctoral en la Facultad de Ciencias de la Tierra, en la Universidad de Barcelona.
A diferencia de México, en países como España, Francia e incluso Argentina ya se autorizaron hasta cuatro meses de extensión, por lo que la idea no es descabellada, señalan los afectados.
“Estamos consternados de que el centro que se encarga de ver las políticas públicas científicas no contemple como algo fundamental el reabsorber a sus becarios, el cuidarlos y el insertarlos en el país.
“No contempla esa alta capacidad humana que tiene para generar tecnología, desarrollo, comunidad y llevar a México a otro nivel”, dice Rosa María Vargas Magaña, posdoctorante en la Universidad de Edimburgo, en Reino Unido.
Los investigadores que están en el extranjero quieren que se deje de lado la idea de que solo le piden dinero al gobierno.
“Somos científicos orgullosos de ser mexicanos que queremos regresarle al país algo de lo que nos ha dado”, menciona Fadia Cervantes, quien hace el doctorado en biociencias moleculares en la Universidad Autónoma de Madrid, España.
Investigadores abandonados
Los investigadores en la situación más difícil son los de doctorado que cuentan con becas provenientes de los fondos CONACyT-SENER (Secretaría de Energía).
Estas se abrieron con el objetivo de formar a expertos de alto nivel en materia energética, pero el Gobierno federal anunció la extinción del fideicomiso para usar sus recursos en el combate a la pandemia.
Ahora buscan una reunión con las autoridades tanto de CONACyT como de la SENER, pero a la fecha no han obtenido una respuesta clara.
Se pidió una entrevista al CONACyT para abordar la situación de los investigadores en el extranjero, pero al cierre de esta edición no se obtuvo respuesta.