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El cinto piteado, la ropa de marca, traer una Hummer del año y portar las mejores armas son algunas de las ideas que giran en torno a la narco cultura y que se fomentan en México a través de contenidos como los narcocorridos y las producciones audiovisuales tanto internacionales como nacionales.
Sin embargo, esta realidad que se vive actualmente en el país ha venido creciendo desde el 2006, cuando el expresidente Felipe Calderón anunció una guerra frontal para acabar con el crimen organizado.
Esto desató niveles de violencia nunca antes vistos en la historia reciente de México, convirtiendo al país en uno de los más sanguinarios y violentos a nivel mundial.
Al ver que las condiciones para ganar esta batalla no existían, la entonces administración panista optó por subsanar la falta de capacidad de las policías para combatir a estas organizaciones haciendo uso de las Fuerzas Armadas.
Las consecuencias de esta decisión se ven reflejadas al día de hoy, pues a pesar de que el partido en el poder cambió, el Ejército sigue en las calles cumpliendo con responsabilidades que no le corresponden y para las que no está capacitado.
Por ese motivo y con la intención de regular las tareas de los militares en las funciones de seguridad pública que se les han asignado, la actual administración buscó aprobar la polémica Ley de Seguridad Interior, la cual el día de ayer fue declarada como inconstitucional por la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Ante la falta de resultados en materia de seguridad por parte del Estado, la ciudadanía el 1 de julio pasado optó una vez más por un cambio con la esperanza de que las cosas mejoren.
Sin embargo, la estrategia de seguridad planteada por el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador y su equipo no ha sido bien recibida del todo.
Durante la campaña presidencial, una de las principales promesas del tabasqueño fue acabar con la inseguridad en el país sin el uso de la fuerza.
No obstante, esto parece que quedará como una promesa, pues al dar a conocer su estrategia, el morenista aseguró que se creará una Guardia Nacional la cual estará incorporada tanto por policías militares como federales y a la cual también se podrán unir eventualmente elementos militares en activo que así lo deseen.
Todas estas dificultades se enmarcan en un periodo que ha durado más de una década, durante la cual nuevas organizaciones delincuenciales han surgido al igual que quienes las lideran, realidad que ha permeado tanto dentro de la sociedad que, incluso, se ha convertido en parte de la cultura, trayendo consigo productos que ahora forman parte de lo que se conoce como: la narco cultura.
La falsa realidad
Los personajes que forman parte de los distintos cárteles del crimen organizado al ser representados en el cine o en series televisivas suelen ser personificados como galanes impecables que luchan por sus ideales y que incluso se ven a sí mismos como héroes o como una especie de nuevos Robin Hood.
Pero en la realidad estos criminales poco se acercan a la manera en que son presentados en los contenidos de entretenimiento.
En el marco del estreno de ‘Narcos: México’, la cuarta temporada de este serial, los ciudadanos del país del águila y la serpiente están siendo bombardeados más que nunca con anuncios que recuerdan la dura realidad por la que atraviesa el país en esta materia.
En la nueva entrega Diego Luna personifica a Miguel Ángel Félix Gallardo, el creador del Cártel de Guadalajara y quien levantó su imperio junto a Rafael Caro Quintero y Ernesto “Don Neto” Fonseca Carrillo, que son personificados por Tenoch Huerta y Joaquín Cosío respectivamente.
Reporte Indigo consultó a periodistas, investigadores y académicos respecto a cómo el tema de la narco cultura está impregnado en la psique del mexicano provocando que muchas personas incluso aspiren a llevar este tipo de vida alejada de la legalidad.
“En algunos casos las personas que forman parte de la narco cultura tienen muchas menos opciones que aquellas que han trabajado duro para educarse y así tener mejores oportunidades de accesar a una vida de calidad.
Desafortunadamente, Hollywood ensalza la narco cultura al hacer glamurosa la riqueza, la intriga, la violencia y el poder del que disfrutan éstas personas”, precisa Robert Mazur, quien fue funcionario de la DEA y trabajó como agente infiltrado al interior de la organización delictiva de Escobar.
Por su parte, Daniel Salinas Basave, periodista radicado en Tijuana y quien vive a diario la violencia en esta zona fronteriza del país, refiere que el problema es que Netflix, con esta nueva moda que trae, no refleja certeramente este mundo delincuencial, lo que provoca que la gente lo idealice y hasta busque pertenecer al mismo.
En este sentido, Jesús Rubio Campos, investigador del Colegio de la Frontera Norte (COLEF), acota que si por narco cultura se entiende el registro de los hechos relacionados con el narcotráfico en diversas manifestaciones culturales eso es una cosa; pero si narco cultura lo entiendes como la apropiación e imitación de símbolos, actitudes e ideologías usadas en el narcotráfico, eso es algo muy diferente”.
Contrario a las opiniones de los otros expertos, Luciano Campos Garza, reportero de investigación y experto en temas de seguridad pública en Nuevo León, considera que el fenómeno de la narco cultura no es para exaltar los valores del crimen organizado, sino para dar a conocer lo que representan los antivalores como parte del fenómeno contracultural del narcotráfico y sus derivados que son parte de una realidad que existe, demonizado de una manera injusta las expresiones artísticas relacionadas con el fenómeno”.
Narcos: los nuevos Corleone
Aprincipios de los años 70 inició toda una fijación con la mafia y su empoderamiento a nivel internacional impulsado por contenidos como el de Francis Ford Coppola, quien llevó al cine la novela de Mario Puzo: ‘El padrino’; un legado que ahora parece haber pasado la estafeta a producciones como la de ‘Narcos’ de Netflix.
Luciano Campos Garza recuerda otro ejemplo que también marcó tendencia una década después y que empoderaba la figura del narcotraficante: ‘Scarface’ (1983) con Al Pacino, pero según su guionista Oliver Stone quería ejemplificar cómo es que el crimen termina siempre por malos pasos.
“Oliver Stone todo el tiempo dice que la película es contra las drogas, me gusta pensarlo así, que la presentación de historias o la exaltación de los narcos de alguna forma previene, pues muestra hasta dónde te puede llevar. Sí, te puede dar una vida instantánea de lujos, de privilegios, pero también te alertan que no vas a terminar bien”, describe el reportero radicado en Monterrey.
En México uno de los personajes que más han criticado el combate al crimen organizado por parte del gobierno es Epigmenio Ibarra.
El también periodista se ha mostrado inconforme con el Estado y ha arremetido contra la marina calificándola de cometer “crímenes selectivos”, sin embargo, el productor audiovisual tira la piedra y esconde la mano, pues fue quien produjo la serie de ‘Ingobernable’, donde la primera dama, Emilia Urquiza (Kate del Castillo), es auxiliada por el mundo bajo de Tepito, contenido que enaltece ese mundo del crimen.
El dulce sabor a muerte
El ego de los zares de la droga llega a tal punto que ellos mismos buscan estar reflejados en la ficción, ahí queda la constancia de “El Chapo”, quien intentó negociar para que se realizara una producción de su historia con la colaboración de Kate del Castillo. Otros casos son los capos que incluso financian a artistas con tal de tener sus propias canciones.
La veracidad de lo que aparece en las series, películas, canciones o libros es lo que menos les importa a estos miembros del crimen organizado, asegura Campos Garza, quien además ve que hay quienes si gustan de ser estelares y otros que prefieren quedarse en la sombra.
“A nosotros nos indigna la mentira y a ellos les gusta, a ellos les conviene que se den datos erróneos sobre su persona ya que ayuda a despistar a sus enemigos, por lo tanto, si hay datos imprecisos sobre lo que hacen ellos los ensalzan y lo celebran.
No me aventuraría a decir que todos quieren este tipo de atención, hay algunos que obviamente no les interesa y que prefieren el anonimato, no les gusta ese rollo y son discretos”, acota el periodista y autor de ‘El paria mexicano’.
El exagente federal estadounidense comulga con la opinión de que al menos ciertos capos se sintieron halagados al verse representados en ficción por que esto los enalteció ante la sociedad.
“Creo que “El Chapo”, Pablo Escobar, John Gotti, Al Capone y otros lo recibieron con agrado porque los puso de alguna manera en un pedestal y les dio glamour a sus vidas. Sospecho que también le dio un impulso a su poder porque cuanto más glamurosos eran, más personas parecían temerles, lo que en el bajo mundo se traduce en respeto”, señala Mazur.
Antes los vaqueros, ahora los capos
Cuando Hollywood inició con el cine del viejo oeste su fervor duró décadas, llegando incluso a cruzar continentes con el famoso Spaghetti Western que se realizó en Italia, lo mismo ocurre ahora con la temática del narco que está instaurando un nuevo mercado de entretenimiento.
Rubio Campos visualiza que el fenómeno del crimen organizado ha permeado a tal nivel en la sociedad que estas producciones seguirán a la alza por un tiempo indefinido, porque de esto es de lo que habla el mexicano actualmente.
“Están representando una realidad, si lo que tuviéramos aquí en el país fuera terrorismo, la gente estaría hablando sobre terrorismo y escribiendo de ello, como lo que tenemos es narcotráfico, la gente está escribiendo y haciendo películas y hablando sobre el narcotráfico ¿va a disminuir esto o no? Dependerá de la importancia que le demos a esos temas y la importancia intrínseca que tengan en nuestra vida diaria”, subraya el investigador del COLEF.
Mientras el tema del crimen organizado siga generando ganancias en el mundo del entretenimiento esto prevalecerá, especialmente si está siendo generado por un consocio internacional con poder económico, pero es muy distinto a que la producción suceda por parte de alguien que está cercano a los hechos delictivos.
Bienvenida la familia criminal
Nadie sabe cómo acabar con la guerra contra el narcotráfico en el país. Pero develar su comienzo es lo que se propone Netflix con ‘Narcos: México’.
Esto es parte del discurso que narra el agente de la DEA, Steve Murphy (Boyd Holbrook) desde que arranca el primer episodio, planteando el manejo de la droga y su paso por México, explicando cómo opera el llamado Triángulo Dorado: la región entre Chihuahua, Durango y Sinaloa donde se tienen los mayores plantíos de estupefacientes, hasta dar parte del contexto sociopolítico que se vivía a finales de los 70.
La producción retoma desde los últimos días en que Pedro Avilés Pérez controlaba el trasiego de enervantes ilegales en Sinaloa, aunque el final violento de “El León de la Sierra” no es el mismo que se planteó en la versión oficial, la que dicta que el malhechor murió acribillado por el Ejército.
En la serie, Miguel Ángel Félix Gallardo (Diego Luna), siendo uno de los brazos cercanos a Avilés Pérez, planea una reunión con los hombres que lideran el manejo de droga para establecer el primer gremio de delincuencia organizada en México, pero todo sale mal cuando “El León de la Sierra” rompe el pacto.
Aquí la ficción opera a favor de la serie, Félix Gallardo cambia las reglas a su conveniencia y despacha personalmente a Avilés Pérez a mejor vida, iniciando formalmente el Cártel de Guadalajara.
A partir de aquí todos las grandes del narco hacen apariciones, desde Rafael Caro Quintero (Tenoch Huerta), Ernesto “Don Neto” Fonseca Carrillo (Joaquín Cosío), Amado Carrillo Fuentes (José María Yazpik), Alberto Sicilia Falcón (Luis Roberto Guzmán), Benjamín Arellano Félix (Alfonso Dosal), además de “El Chapo” Guzmán (Alejandro Edda).