¿Qué hacer con Trump?
Sin importar quién se convierta en el próximo presidente de México, una de sus prioridades tendrá que ser definir una postura y una estrategia para hacer frente al gobierno de Donald Trump y lograr una relación de respeto mutuo que permita mantener una relación bilateral que beneficie a ambos países
Carlos Salazar[kaltura-widget uiconfid=”38728022″ entryid=”0_j1sus8ep” responsive=”true” hoveringControls=”false” width=”100%” height=”75%” /] La administración que tome posesión el próximo 1 de diciembre tendrá sobre la mesa una gran cantidad de asuntos de atención inmediata, pero sin duda uno de los temas en los que tendrá mayor presión -por sus implicaciones políticas, sociales y económicas-, será la postura del nuevo gobierno en la relación bilateral con Estados Unidos y Donald Trump.
El desafío no es menor, y a pesar de que existen áreas de cooperación que mantienen una buena salud como el tema de seguridad fronteriza y el combate al crimen organizado, hay otros vínculos que penden de un hilo como aquellos relacionados con la migración y la relación comercial.
La existencia de un presidente como Trump en Estados Unidos será sin duda uno de los mayores retos para el próximo jefe del Ejecutivo en México, un desafío que adquiere una mayor dimensión en uno de los momentos de más tensión en la relación bilateral y cuando ha quedado demostrado que con el inquilino de la Casa Blanca la diplomacia tradicional no vale.
En campaña, los presidenciables apenas han esbozado ideas generales de cómo manejar la relación con Trump, propuestas como ‘hacerlo entrar en razón’ o una revisión integral de las áreas de cooperación en la relación bilateral no parecen ser suficientes para enfrentar esta variable; al día de hoy no parece existir una estrategia clara.
Ni siquiera en el segundo debate presidencial, cuyos ejes temáticos fueron la política migratoria, el comercio internacional o la relación bilateral con Estados Unidos, los candidatos presentaron iniciativas en firme, no salieron de los lugares comunes y se dedicaron a atacarse entre ellos
“El problema no es el tema de Estados Unidos sino el nivel de las campañas, no hemos entrado al nivel de detalle de propuestas en ningún tema, es un problema estructural del formato de campañas políticas que tenemos en México”, explica la Senadora Laura Rojas, Presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores en el Senado.
En general todos los aspirantes se han mantenido en la misma línea, tener una actitud firme, tener una actitud digna, respetar la soberanía, sin embargo sólo se ha mantenido en la superficialidad y poco se profundiza en cómo se enfrentará el mayor reto diplomático para México en la era moderna.
“Me parece en general que esta falta de profundidad se debe a que el tema es muy complejo y la lógica de las campañas es prometer cosas sencillas y ofrecer soluciones fáciles, eso explicaría un poco esa falta de sofisticación con la que se ha tratado el tema”, apunta Reynaud.
La reciente implementación de aranceles, el comienzo de una guerra comercial y la falta de avances en el TLCAN serán grandes condicionantes en materia económica que enfrentará el próximo inquilino de Los Pinos, asuntos de atención inmediata que podrían consumir gran parte del tiempo de sus primeros meses o quizá años de mandato.
La energía y los recursos del gobierno que tendrán que implementarse para enfrentar a Donald Trump y las implicaciones de su mandato podrían dejar en segundo plano otros puntos del programa de gobierno de quien llegue.
“Hay que enfrentar a Trump con inteligencia pero sin perder los avances que hemos logrado en materia bilateral”, afirma el Dr. José María Ramos, investigador del Colegio de la Frontera Norte.
No sólo se trata de la relación entre mandatarios o de la fluidez de la comunicación entre las administraciones. En la mesa hay asuntos de suma importancia como la frontera, la migración, el combate al crimen organizado, parte de una agenda cotidiana entre ambos países que se han mantenido estables y que sin embargo, ante la llegada de un nuevo gobierno en México y, sobre todo la variable Donald Trump, podrían entrar en una revisión profunda.
Reto desde el día uno
Como si los problemas internos del país tales como la inseguridad, la desigualdad, la impunidad, el bajo crecimiento económico y las posibles crisis en ciertos sectores públicos no fueran suficientes, el próximo mandatario deberá encontrar la forma de priorizar su agenda pública mientras intenta equilibrar la relación con su homólogo estadounidense.
Si algunos creían que una vez en la Casa Blanca Trump moderaría su discurso, evidentemente se equivocaron. Hasta el momento ha cumplido gran parte del discurso proteccionista y xenófobo de su campaña y uno de sus enemigos favoritos ha sido México, con las consecuencias que eso ha tenido para el país.
Con una popularidad que pareciera no estar acorde con su desempeño, parece claro que Trump sigue en campaña, impulsando políticas que lo siguen congraciando con su núcleo electoral, esa América profunda que lo llevó al triunfo y en quien confía para mantener el control en el Congreso y para que le otorguen un nuevo periodo en la Presidencia.
En ese escenario, al próximo presidente de México le espera más de lo mismo con Trump. Ataques, aranceles proteccionistas, manotazos sobre la mesa de negociaciones en el TLCAN y políticas antimigratorias. Durante los siguientes dos años, al menos, el magnate inmobiliario continuará haciendo campaña, muchas veces a costa de México.
Por si eso no fuera suficiente, del día de la elección hasta la toma de protesta el 1 de diciembre pasarán cinco largos meses, un periodo llamado de transición, pero que muchas veces no es más que un vacío de poder. Un gobierno saliente que baja la cortina y uno entrante aún atado de manos.
Las implicaciones sociales, financieras y políticas de un cambio de gobierno y muy posiblemente de un cambio de partido gobernante, aunado a un reacomodo de las fuerzas políticas, ya serán por sí mismas variables de inestabilidad, si a eso le sumamos el factor Trump, la ecuación se vuelve más peligrosa durante esos cinco meses de cambio y las secuelas podrían extenderse.
“Cinco meses de periodo de transición es muy largo. El presidente ya no va a tener la fuerza suficiente para seguir negociando un pacto que nos convenga, pero por otro lado tampoco va a estar en funciones el nuevo gobierno para retomar las negociaciones. Vamos a tener un impasse en general en todos los temas pero de manera particular en la negociación del TLC que nos puede retrasar”, señala Laura Rojas.
Hoy ante el cambio de administración se presenta la oportunidad de ir un paso adelante, plantear estrategias preventivas, evaluar la relación en su conjunto y revisar los espacios de cooperación bilateral en donde México pueda tener mayores áreas de oportunidad, todo ello de forma paralela a los grandes temas de la agenda nacional, un desafío mayúsculo.
Invertir los papeles
Para el internacionalista y politólogo del Colegio de México, Augusto Reynaud, el cambio de gobierno en México abre una oportunidad para impulsar la agenda que le interesa al país en la relación bilateral debido al cambio de equilibrios entre ambas administraciones.
Reynaud señala que cuando Trump asumió la Presidencia se encontró con un Ejecutivo mexicano en su recta final y con poco margen de maniobra. Y en diciembre, Trump no sólo habrá enfrentado el desgaste propio de sus casi dos años en el cargo y sus cada vez más constantes cuestionamientos, sino que se enfrentará a un gobierno nuevo, con mayor legitimidad y espacio de acción.
México debe aprovechar el desgaste al que ha estado sometido el presidente norteamericano para renegociar la relación entre ambos países
“Sí hay una oportunidad de mandar un mensaje de que aquí acaba de arrancar una nueva etapa y se invierten los papeles. Trump ya está entrado a su cuatrienio con bastantes críticas, con bastante desgaste, entonces eso es una oportunidad muy importante.
Es una ventana de oportunidad porque la actual administración del presidente Peña ha tomado una posición diplomática digna, pero también es la posición de un gobierno saliente frente a un gobierno de Donald Trump, no sólo más legítimo por ser más nuevo sino incluso por la posibilidad de reelegirse”.
Asimismo, el internacionalista señala que el candidato que finalmente llegue a la presidencia se va a encontrar con algunos escenarios favorables, con muchos estadounidenses especialmente atentos a cómo les puedan afectar las políticas de México en materia de relación bilateral.
“La administración entrante, sea quien sea me parece que va a enfrentar una coyuntura favorable en términos comerciales. Estados Unidos celebra elecciones intermedias en noviembre, eso hace que haya una mayor sensibilidad entre el electorado a las respuestas que pueden venir desde México.
Independientemente de quién llegue va a haber una ventana de oportunidad que creo que no va a ser muy larga, en donde el próximo presidente va a tener un mandato y va a tener una legitimidad importante para replantear los términos de las negociaciones no sólo comerciales sino de toda la agenda bilateral”, concluye.
Continuar en la ruta
El pasado 4 de abril, el Senado emitió un pronunciamiento -el cual fue votado de forma unánime- en donde no sólo exigía respeto al mandatario estadounidense hacia México y condenaba sus constantes expresiones ofensivas, sino que pedía al gobierno de México suspender la cooperación bilateral con Estados Unidos en tanto no cesaran las ofensas de Trump.
La Senadora Laura Rojas, Presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado está convencida de que ese posicionamiento con una visión compartida de todas las fuerzas políticas en la actual legislatura debe ser una base para la próxima administración federal para replantear la relación bilateral.
Así como nosotros reconocemos la enorme importancia que tiene Estados Unidos para nosotros, nos parece una necedad de parte del presidente Trump no reconocer que igualmente somos necesarios para ellos, y los datos están ahí en materia de comercio, en materia de cooperación, en materia migratoria y en combate al crimen organizado”, explica Rojas.
De igual forma, la legisladora panista afirma que en los últimos años, sobre todo a raíz de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, se ha impulsado una agenda de diversificación en las relaciones comerciales de México para mitigar el efecto, una estrategia que debería tener continuidad en el próximo sexenio.
“El nuevo gobierno tiene que hacer su parte para seguir en esta ruta de diversificación y profundización de las relaciones comerciales con otros países y con otras regiones del mundo. Sin embargo te diría que por más diversificados que estemos, naturalmente siempre nuestro mayor socio comercial va a ser Estados Unidos, simplemente por la cercanía.
En mi opinión, de todos modos la relación con Estados Unidos es inevitable en materia comercial y en cualquier otra materia y por eso el próximo gobierno, tendrá que lograr que la relación bilateral vuelva a ser equilibrada y vuelva a ser respetuosa, si no lo logra claramente va a ser un fracaso”, declara.
La relevancia de mantener la ruta de la diversificación, señala, radica en el hecho de que la implementación de mecanismos de diversificación comercial con otros países es un proceso largo, por lo que no se deberían tirar los avances que se han dado hasta el momento.